“La ciudadanía organizada puede abordar proyectos de energías renovables millonarios”
Cuando se le pregunta por su molino de 2,6 megavatios (MW), Pep Puig coge su teléfono móvil y enseña las palas en movimiento captadas en ese mismo momento por una cámara fija desde Pujalt (Barcelona). “Ahora está funcionando”, sonríe. En 2017 este ingeniero catalán consiguió levantar el primer aerogenerador del país financiado de forma colectiva por ciudadanos. Con varias décadas de retraso con respecto a otras naciones del Norte de Europa, la energía ciudadana daba así otro paso más en España, como ya había empezado a ocurrir con la creación de cooperativas de renovables o la financiación de instalaciones solares por parte de particulares.
La gran novedad en este campo es ahora la reciente aprobación de unas nuevas reglas que favorecen el autoconsumo con placas solares en las casas, incluso en bloques de viviendas multifamiliares. Sin embargo, como se puso de manifiesto en la jornada sobre 'La revolución ciudadana de las energías renovables', organizada por Ballena Blanca y Anpier, el cada vez mayor empuje de los defensores de la democracia energética como Puig se queda pequeño al compararlo con la avalancha de más de 80.000 MW de peticiones ya solicitadas para instalar renovables en España.
¿Cuánto tardaron en construir el aerogenerador?
Lanzamos el proyecto en 2009 y empezamos los trámites administrativos en 2012. Tardamos cuatro años en conseguir los permisos, tanto que ya se había quedado obsoleta la máquina, así que tuvimos que cambiarla por una E-103. La tecnología va más rápida que los procesos administrativos. Con todo, comenzamos la construcción en 2017 y al año siguiente empezó a funcionar inyectando electricidad a la red.
¿Fue difícil conseguir los 2,8 millones de financiación?
No, porque el proceso fue tan largo que hubo tiempo. Cerrar la financiación ha sido muy fácil. Más de 600 personas pusieron participaciones que van de 100 a 100.000 euros.
¿Por qué se lanzaron a construir un aerogenerador?
Cuando empezamos en Ecotecnia [empresa de renovables creada en 1981] tuvimos la oportunidad de ir a Dinamarca. Allí la participación ciudadana en molinos es una cosa habitual desde finales de los 70 y comienzos de los años 80. Y entonces dijimos, ¿por qué tantos años después no podemos hacer lo mismo en Cataluña?
En los últimos años en España han surgido múltiples cooperativas de energías renovables y se han hecho otros proyectos de generación colectivos. ¿Nos parecemos ya más a Dinamarca?
Estamos empezando, a nuestro ritmo, pues la tradición democrática no es la misma. Dinamarca tiene una larga tradición democrática y cooperativa, igual que Alemania.
¿Qué lección saca de la construcción del aerogenerador?
Que la ciudadanía organizada puede abordar proyectos de energías renovables millonarios. Y podemos expulsar a los grandes, empezando por abajo.
Ahora mismo ya hay solicitadas peticiones para construir más de 80.000 MW de renovables en España y se sabe de proyectos de plantas muy grandes. ¿Por qué es importante lo pequeño?
Es una cuestión de quién tiene el poder. Si aceptamos que se hagan los proyectos grandes nos van a expulsar a los pequeños. Para defenderse los ciudadanos tienen que generar el máximo de proyectos renovables pequeños. Pequeño puede ser un parque eólico ciudadano de 10 aerogeneradores, no es cuestión de poner una sola máquina, sino de la apropiación social de la tecnología.
¿El sistema de subastas complica mucho que haya más energías renovables en manos de los ciudadanos?
No es bueno que se hayan impuesto las subastas, pero nuestro molino no ha ido a ninguna subasta, lo hemos hecho y punto. La gente tiene que lanzarse. Ejercer el poder es ejercerlo, no esperar a que te lo den.
Pero también se necesitan a las empresas y plantas más grandes.
Los grandes inversores tienen su derecho a hacer lo de siempre. La cuestión es si cuentan con aceptación social. Si tú vas con un megaproyecto de 1.000 megavatios a un sitio donde la gente lo acepta, entonces es su problema. Pero en Cataluña nadie lo va a aceptar. Pues incluso yendo a las zonas más despobladas, aún vive gente, y si no participan en ese proyecto te van a decir que no.
Ya no es solo una cuestión ambiental.
No, no, es la riqueza. Si tu generas riqueza captando el sol o el viento, repártela, no te la quedes. El problema que tienen los grandes proyectos que van a zonas rurales es que la gente los ve como una cosa externa, pues van ahí, extraen la riqueza de la energía y se la llevan. Dejan las migajas. Pero esto no es el siglo XIX, estamos en el siglo XXI. Hay que repartir la riqueza.
No le gusta nada que se use la palabra 'autoconsumo' para hablar de la energía generada por ciudadanos en sus casas. ¿Por qué?
Este es el lenguaje de las energías fósiles, en el siglo XX se impuso esta palabra porque consumíamos petróleo, carbón y gas, quemándolos. Pero la energía no se consume, se utiliza. Somos autogeneradores y usuarios activos de la energía. Si no cambiamos el lenguaje difícilmente vamos a hacer la revolución.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos?
Hay que lanzarse, de forma individual o colectiva. El molino lo hicimos porque mucha gente en Barcelona no podía poner placas. Tenemos que agruparnos, ponernos de acuerdo, compartir la riqueza.
¿Qué son las comunidades energéticas?
Esto es un grupo de personas en un bloque, en un barrio, en un pueblo, en una comarca, donde sea… Tu creas una comunidad de generadores de energía y dentro de la comunidad puedes hacer lo que te de la gana y tener solo un punto de contacto con la red, a nivel colectivo. Toda la comunidad se concibe como un único usuario. Y esto es revolucionario.
¿Qué se busca con esto?
Esto es la directiva europea, que ya está vigente. Se trata de un cambio de reglas de juego que propuso la UE porque quiere ciudadanos activos.
¿Cómo va la rentabilidad del aerogenerador, tardarán mucho en recuperar la inversión?
Ahora estamos cerrando el ejercicio anterior, veremos cómo ha ido, porque fue un año no muy ventoso, pero bueno, esta es la variabilidad del tiempo. ¿Rentabilidad? Pues sí. Vamos a recuperar el dinero que hemos puesto con un plazo largo, antes de que termine su vida útil. Y si los precios de la electricidad suben, pues será menos largo.
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