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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

¿Parar a las derechas, más ultras que nunca? A como dé lugar

Varias personas protestan durante una manifestación contra la visita de Milei a España, a 17 de mayo de 2024, en Madrid.
20 de mayo de 2024 22:19 h

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¡Qué aquelarre! ¡Qué parada de los monstruos! Vistos de uno en una, dan un miedo terrible. Abascal, Meloni, Le Pen, Milei… Pero vistos juntos, la sensación es de auténtico pavor. Lean ustedes los discursos de ellos y ellas, o por lo menos el buen resumen que de todos sus desvaríos nos ha hecho aquí mismo Carmen Moraga. Ignoro por qué hay politólogos que insisten en que no es una buena táctica la de cargar las tintas sobre la amenaza de la ultraderecha. Se equivocan, claro que se equivocan. Hay que movilizarse, en masa, contra la extrema derecha que amenaza con ahogarnos. Quieren borrar a la izquierda, la de ahora y la de la historia -de ahí su revisionismo salvaje y mentiroso- para imponer la ley de la selva, esa en la que los poderosos hacen y deshacen, qué es esta cosa de la democracia, de la libertad o de la equidad, del respeto a las minorías, de ayudar al más necesitado.  

Oigamos a esos locos cómo desgranaban su bazofia ante auditorios entregados. Milei por partida doble. Uno, pequeño, el de los representantes del empresariado, todos ellos hombres encorbatados y muy respetuosos, que escucharon al bergante como al cura en la misa, el cordero de dios y esas cosas. ¡Qué vergüenza, qué desfachatez! El otro, el del congreso de Vista Alegre, qué les voy a contar. Alguien, por cierto, ¿podría explicar a los españoles de a pie por qué razón TVE, en su canal de 24 horas, cubrió en directo, larga conexión, el discurso del feroz Milei? ¿Y por qué motivo abrió el telediario del domingo de las tres de la tarde con el congreso de la ultraderecha? ¿Acaso pagaron la publicidad de la televisión pública? Todo lo que representan estos buitres herederos del fascismo, todo lo que dicen y hacen es, exactamente, a lo que debemos oponernos con todas nuestras fuerzas, pocas, muchas o regulares: son justo lo que no queremos. Que nunca nos ganen.

“La justicia social es aberrante”, grita el esperpento de la motosierra. ¿Barbaridad? No crean que nos ha descubierto nada. Declaraciones de la reina del vermú, Isabel Díaz Ayuso, hace prácticamente un año: “Las políticas del Gobierno [de Pedro Sánchez] lo que hacen es promover lo que llaman la justicia social, un invento de la izquierda para promover el rencor, una pretendida lucha de clases en la que perpetuarse: el que a alguien le vaya bien es culpable de que a mí no me vaya bien, hay que expropiarlo”. No es Vox, no, ni son consignas de unos iluminados individuos demasiado viejos o demasiado jóvenes concentrados para rezar el rosario en la calle de Ferraz. Es la mismísima presidenta de la Comunidad de Madrid, núcleo central del Partido Popular, tuétano vibrante de su columna vertebral, quien así declama. 

Entonces, ¿hay que ir contra ellos, hay que levantar un muro?, preguntan ustedes. Pues claro. Porque observen que estos nuevos ejemplares de la derecha ya se han separado de sus antecesores, a los que tachan de blandengues. Aquella democracia cristiana que pactaba con los socialdemócratas para sostener la llamada sociedad del bienestar europea, ese tiempo brillante que llevó a los trabajadores y a las gentes de menor renta a integrarse en un todo común, en el que todos tenían médico o maestro y que elevó la renta per cápita de sus países a niveles desconocidos, sin que los capitalistas dejaran de hacerse inmensamente ricos. Aquí no pudimos, ¿saben?, porque estábamos bajo la bota del dictador Francisco Franco, una vergüenza que tuvimos que soportar cuarenta años y que hoy añoran tantos de quienes hemos venido hablando. Qué horror, gritan ahora estos canallas, la justicia social, gran fábrica de vagos. Y la injusticia social, permitan gritar al Ojo, la gran fábrica de revolucionarios. ¿Es eso lo que quieren?

Sumen a la verbena enloquecida el desparrame de Milei. Dice el insólito Milei, refiriéndose a su peculiar persona, que “rugió la bestia en mitad de la avenida”. Nada que añadir a la declaración del encausado, señoría. Pero el incidente viene agrandado por la miseria moral del PP. Alguna vez, sólo alguna vez, nos gustaría reconocer en las mesnadas de Núñez Feijóo algún rasgo de grandeza o, por lo menos, algún proceder digno, encomiable, una respuesta que no provenga del surtido almacén de ignominia instalado en la calle Génova, sede, por cierto, pagada con el dinero sucio de los sobornos y las mordidas a los dirigentes del partido. ¡Qué mejor fábrica de generar detritus que una fosa séptica! Ya han oído ustedes al dóberman Tellado o al mismísimo líder del partido mostrarnos, desnudos de decencia, cómo pierden otra oportunidad de reconciliarse con la dignidad. Habrá que recordarles cómo el chavista Zapatero, así le insultan, defendió en su día, nobleza patriótica, sí, pero también sentido común, al presidente Aznar de los desvaríos del propio Hugo Chávez.  

¡Ah, y no se pierdan ustedes a esta prensa vergonzante que nos toca aguantar! Dos ejemplos, que ya habrá tiempo y lugar para mayores atenciones. Primero, el centenario Abc, tantos años para inocular el veneno de la insidia: “Moncloa abre una crisis diplomática con Argentina tras el `inaceptable ataque’ de Milei a Sánchez”. ¿De verdad es Moncloa quién ha abierto la crisis diplomática? Y dos, un recién llegado, pero tan astroso que parece un pellejo viejo. Dice The Objective que “España arriesga inversiones de 18.000 millones en Argentina y un flujo comercial de 2.700”. ¿Es España la que arriesga? Son tan bárbaros como mentirosos.  ¿De políticos así, de periodistas -es un decir- asá, podemos esperar algo los ciudadanos de este sufrido país? 

Cataluña. Hay quien elige la negociación, el democrático arte de negociar, y hay quien opta por el grito, el vituperio, la pancarta y la agitación callejera. Y ustedes, con razón histórica, supondrán que me refiero a la izquierda populista y bolivariana, incluso peronista, chavista y cubana, por qué no, marxista y hasta maoísta, que ya puestos para qué cortarnos. Pues no, señores, no, es la derecha de toda la vida, la que representa a la gente de bien, y no a melenudos piojosos, es la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, la que llama a sus fieles a vociferar al viento de las calles públicas el próximo domingo. Mientras, Salvador Illa, ese señor socialista que ganó, aunque Feijóo y sus cien mil hijos de San Luis de la prensa de la caverna digan lo contrario, anda de negociaciones reservadas con todas las fuerzas políticas para tratar de armar un Gobierno para la Generalitat. Dejemos espacio y un poco más de tiempo, hasta el 10 de junio, como poco, para rematar la faena. Hace unos días el Ojo ha leído no recuerda dónde que “la paciencia comienza con lágrimas y acaba con sonrisas”, una frase de Ramón Llull que viene al caso como pedrada en ojo de boticario.

Pero el PP opta por la brocha gorda, una manifestación la del día 26 contra la amnistía, cuando la formación de Feijóo ha tenido la desvergüenza, infame por escandalosa, de ocultar ese asunto durante la campaña electoral, no fuera a ser que mostrarse como son, los íntimos amigos de la extrema derecha de ese Vox de Vista Alegre, mismas respuestas y palo y tentetieso a un problema político, pudiera restarle votos. Aquello de la piel de cordero, que este domingo volveremos a sacar las garras y los colmillos para demostrar lo que de verdad somos. Y gritaremos que te vote Txapote y nos gusta la fruta porque el escorpión no puede renunciar a su naturaleza. Romper y destruir, el nuevo lema del PP. Véase el Senado, sus ridículas comisiones de investigación o sus estruendosos conflictos de intereses con el Congreso que se quedan en nada, o el Consejo del Poder Judicial, utilización infamante y torticera de las instituciones. Ellos, los que se llenan la boca de respeto a la Ley. 

No nos olvidamos de que este miércoles comparecerá en el Congreso Pedro Sánchez. Prepárense para la bronca, que el moderado Feijóo seguro que calma a sus gladiadores para que todo fluya de manera armoniosa.  Anuncian que hablará de su esposa. Mal hecho. El marido de Begoña Gómez debe tratar, únicamente, de lo que hizo el Gobierno en esos contratos que cita la oposición, Globalia y Air Europa, por ejemplo. Y decir, eso sí, aquí tienen todos los papeles, pueden consultarlos en el portal de transparencia o donde demonios se les ocurra a sus asesores. De la actuación de su contraria, que decimos en Madrid, que se encargue Antonio Camacho, ex ministro del Interior, fiscal de prestigio y un tipo de gran entereza. En el Juzgado de Instrucción Número 41 de Madrid y ante el juez Juan Carlos Peinado, ya dirá lo que tenga que decir. 

Además de sorprendernos con cualquier cosa que le ocurra, Sánchez es experto en esas lides, también se espera que anuncie, por fin, el reconocimiento del Estado palestino. Ya estaba tardando. Es éste un asunto que ha logrado desnudar a países y organizaciones, pero también a personas. Es inconcebible la abominable postura de la derecha mundial, reforzada en la española, de no ver la atroz campaña israelí de Gaza. De nuevo oigan los discursos del domingo de la extrema derecha reunida en Madrid. Más sucia aún, si ello fuera posible, la acusación a quienes denuncian esas matanzas de estar al servicio de Hamás o de ser antisemitas. Así lo hacen las derechas patrias, políticas y mediáticas. Mil veces se han condenado total y firmemente los actos terroristas y salvajes de Hamás, entre ellos aquella terrible masacre del 7 de octubre, el punto de arranque de este sindiós. ¿Hay que callar, entonces, ante las muertes de niños, la desolación y el hambre impuesto a una población civil en un ejemplo deleznable de venganza inhumana? 

Adenda. Claro que hay que defender la sanidad pública, como hicieron el domingo miles de personas congregadas en Cibeles, y, por tanto, oponerse a su desmantelamiento programado científicamente y con mucho, mucho dinero, por la derecha política y económica, Madrid y Andalucía a la cabeza, pero no sólo. Y la educación pública, por supuesto. Al igual que los servicios sociales, las residencias de ancianos como ejemplo. Todos los días, mañana y tarde, habrá que recordar a aquellos de nuestros mayores a los que condenó la Comunidad de Madrid de manera cruel e inhumana. “La sanidad no se vende, se defiende”, se coreaba en la manifestación. Otro dato más para saber a quiénes hay que votar el 9 de junio. ¿Tratar de hepatitis a los pobres, por ejemplo, es un ejemplo de la aberrante justicia social, que claman Milei y la pizpireta párvula de Miguel Ángel Rodríguez? 

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