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El disputado voto de las mujeres
Si hoy es jueves, hablamos de machismo. De violencia contra las mujeres. De acoso sexual. De abuso de poder. Del silencio cómplice. De cooperadores necesarios. Del caso Salazar. No mezclar con el caso Torremolinos. Ni con el del presidente de la Diputación de Lugo. Todos responden, sí, a un mismo patrón, y todos han dejado víctimas por el camino. Pero la respuesta no ha sido la misma siendo todos los protagonistas del mismo partido, el PSOE. En el primero, hubo inacción, silencio y una sospecha más que fundada de la aparente voluntad de echar tierra sobre el asunto. El segundo se investigó, se interrogó a la víctima y se le prestó la asistencia que establece el protocolo anti acoso del partido. Sobre el tercero consta una denuncia contra el presunto acosador registrada este mismo lunes y aparentemente coordinada con la emisión de un programa de televisión que se iba a emitir 24 horas después, lo que no significa que los testimonios no sean de extrema gravedad. De hecho, el también líder orgánico del PSOE en esa provincia renunció a las cinco de la tarde de este jueves como presidente de la Diputación, si bien seguirá al frente del Concello de Monforte de Lemos.
Ser de izquierdas no implica ser feminista, aunque haya formaciones políticas de este espectro, como es el caso del PSOE, que hayan promovido las políticas de igualdad y asumido algunos de los retos de la agenda feminista. El camino se demuestra andando, sí. Y, por supuesto, actuando. El silencio y la inacción solo contribuyen a horadar la credibilidad y la confianza en las mujeres, como demuestran los datos.
Ignacio Urquizu, Profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y consultor externo de Metroscopia, ha recordado estos días que en las 13 elecciones generales que ha habido desde 1982, el PP solo logró ganar al PSOE entre las mujeres en dos ocasiones: en el año 2000 y el año 2011. Los socialistas tuvieron siempre ventaja en este sector hasta el punto que los resultados de los comicios de 2023 en los que Feijóo pinchó no se entendería sin el voto de las mujeres, entre las que el PSOE se impuso al PP en casi medio millón de votos. Ellas fueron la clave que explica el porqué de la resistencia de Sánchez hace dos años y medio.
Metroscopia registra semana a semana la evolución en la intención de voto directo en las mujeres desde que comenzó esta legislatura en septiembre de 2023. Y en esa fecha, el PSOE sumó un 32% de sufragio femenino, 8 puntos más que el PP. En junio de 2025, tras conocerse los audios en los que el exministro José Luis Ábalos y su ex asesor Koldo García hablaban de las mujeres como si fueran ganado antes de contratar servicios de prostitución, el PSOE anotó un descenso de 16 puntos en ese sector del electorado, si bien recuperó 4 puntos -hasta anotar un 20%- dos meses después, tras situar en la agenda el aborto y la negativa de Isabel Díaz Ayuso a hacer el registro de médicos objetores que obliga la ley. Este diciembre, con el caso Salazar, el apoyo en voto directo al PSOE ha vuelto a retroceder al 16%.
Y, aunque el PP ha encontrado en el caso Salazar y el acoso sexual en el ámbito del PSOE un filón con el que desgastar al partido de Sánchez, no es Feijóo quien más se beneficia de la pérdida de apoyo en el voto de la mujer, sino la ultraderecha de Vox, quien en septiembre de 2023, según los datos demoscópicos, solo contaba con un 3-4% de intención de voto entre las mujeres. En junio, con la publicación de los audios de Ábalos, creció hasta el 12% y, salvo alguna semana de ligera caída, permanece estable en ese porcentaje.
Así que, aunque Feijóo se empeñe en citar a Sánchez como “uno de ellos”, en alusión a Salazar, Ábalos o Koldo, y le espete que “las lecciones de feminismo se las han debido de explicar en los prostíbulos”, como hizo este miércoles en el Congreso, las mujeres recelan de sus proclamas, de su sobrevenida defensa de las políticas de género o de hiperventilados discursos como el de su portavoz en Igualdad, Jaime de los Santos, para quien los socialistas “lo que hacen es callar orgías, callar denuncias y bajarse la bragueta”.
Dime de qué presumes y para muestra más de un botón. El PP tampoco está libre de pecado ni puede dar lecciones de feminismo teniendo acosadores entre sus filas, como acredita su historia remota y reciente. Y vayan aquí algunos de los casos más sonados:
Caso Nevenka: El entonces alcalde de Ponferrada (León), Ismael Álvarez, fue denunciado por acoso sexual por su exconcejala, Nevenka Fernández. Se abrió juicio oral en 2002 y fue condenado por acoso sexual a nueve meses de cárcel, multa e indemnización. Fue la primera condena en España contra un político por este tipo de delito.
Agresión continuada del exalcalde de El Pinar (Granada). Francisco Titos acosó y agredió sexualmente a una concejala de su propio partido. Tras un juicio, en 2024 fue condenado por acoso sexual y agresión continuada. Pena de prisión y prohibición de acercamiento ni comunicación durante 5 años.
Alcalde de Estepona (Málaga). José María García Urbano fue denunciado por un funcionario del Ayuntamiento por presunto acoso sexual (amenazas de perder su puesto de trabajo si no accedía a “relaciones sexuales”). Se abrieron diligencias previas en el juzgado. El caso se encuentra aún hoy en fase de investigación, por lo que no hay condena hasta ahora, pero el alcalde sigue en su puesto sin que el PP haya hecho nada.
Alcalde de Algeciras. El senador y alcalde de Algeciras (Cádiz), José Ignacio Landaluce, fue señalado públicamente mediante la difusión de capturas de chats por un presunto acoso sexual a dos concejalas de su municipio. Las concejalas implicadas negaron haber sufrido acoso, aunque una de ellas llegó a relatar “puso mi mano en su miembro”. El partido activó un “protocolo interno”. Resultado: no hay denuncia judicial formal conocida porque el caso fue zanjado internamente por el partido hasta que este jueves el PSOE llevó el asunto a la Fiscalía y Landaluce anunció la suspensión temporal de militancia, su dimisión como presidente del Partido Popular de Algeciras y la renuncia a todos los cargos orgánicos que ocupaba tanto en la ejecutiva regional como en la nacional del partido.
Caso Paloma Lago. Alfonso Villares, entonces conselleiro del Mar de la Xunta de Galicia, fue denunciado por la presentadora Paloma Lago por una presunta agresión sexual, con hechos que habrían ocurrido en diciembre de 2024. Ante la denuncia, cuando estaba investigado por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), Villares presentó su dimisión como conselleiro en junio de 2025 y renunció a su condición de aforado para que el procedimiento se tramite en un juzgado ordinario (el de Ferrol). La denuncia se saldó con un cierre de filas institucional en apoyo del investigado y un clamoroso silencio sobre los derechos de la presunta víctima. El Gobierno gallego decidió escenificar su apoyo a Villares con mensajes elogiosos, agradecimientos, aplausos e, incluso, un abrazo ante las cámaras del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, para refrendar a su amigo, colaborador y compañero.
Abusos sexuales a un preso tutelado. El exconcejal del PP de Palma de Mallorca Javier Rodrigo de Santos fue condenado en 2021 a dos años de prisión por la Audiencia Provincial de Madrid por abusos sexuales a un preso al que debía tutelar como coordinador de la ONG Horizontes Abiertos. El tribunal rechazó el recurso del ex edil del Partido Popular en Palma contra su condena por asaltar sexualmente al recluso mientras trabajaba para la Fundación del Padre Garralda, su segunda sanción penal por hechos similares
Maltrato en Malpartida. El Juzgado de lo Penal número 2 de Cáceres condenó al alcalde de la localidad de Malpartida de Cáceres (PP), Alfredo Aguilera, a nueve meses y un día de prisión como autor de un delito de violencia de género, maltrato, hacia su exmujer. Y ahí sigue porque se niega a dimitir sin que el PP haya hecho nada por forzar su salida de la Alcaldía. Es lo que el propio Feijóo llamaría, no violencia machista, sino “un divorcio duro”.
Como sabes, la investigación que elDiario.es ha hecho durante meses sobre las denuncias de varias mujeres contra el ex asesor de Moncloa Paco Salazar empezó en julio con los testimonios de tres jóvenes que le acusaron de comportamientos inadecuados cuando era su jefe. Comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo, mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral e incluso ofrecimientos de quedarse a dormir en casa. “Acoso sexual y abuso de poder”.
La publicación provocó, además de la apertura de una investigación, la habilitación de un canal anti acoso en el PSOE, la salida inmediata de Salazar de la dirección federal, donde iba a ascender a secretario de Organización adjunto, y como asesor de La Moncloa. Todo en menos de 24 horas, sí.
Pero, lejos de investigar lo ocurrido, partido y Gobierno prestaron más atención a descubrir quiénes habían sido las denunciantes que a dar respuestas y apoyo a las víctimas. Se desató una auténtica caza de brujas. Dos de ellas, distintas a las de julio, registraron sendos escritos en el canal antiacoso el mismo mes de julio que se conocieron los hechos y, lejos de obtener respuesta, pasados cinco meses se encontraron con la sorpresa de que sus denuncias habían desaparecido del sistema, pese a que eran muy explícitas y pedían ayuda: “Su comportamiento destilaba misoginia y baboseo en cada comentario disfrazado de broma que hacía. Su lenguaje era hipersexualizado hasta para dar los buenos días. Salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta que estaba cerca de tu cara (porque tú estabas sentada y él de pie)”.
El presidente del Gobierno asumió el error en primera persona, fulminó de nuevo en menos de 24 horas a un colaborador de Salazar, Antonio Hernández, que seguía en La Moncloa cuando este periódico incluyó una parte de la denuncia que le señalaba como cómplice de los comportamientos del ya ex asesor con sus subordinadas. Pero lejos de frenar la indignación dentro y fuera de su partido, el PSOE parece incapaz de taponar la sangría de credibilidad en el electorado, especialmente entre las mujeres. “El feminismo nos da lecciones. A mí el primero. Y cuando nos las da, en lugar de lo que hace la derecha, nosotros pedimos perdón y actuamos en consecuencia”, insiste Sánchez mientras parece haberse desatado una especie de me too del PSOE y algunos se empeñan, con la palabra o con la pluma, en la banalización o frivolización de un asunto que solo desde el rigor y la seriedad se puede combatir.
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