El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
En los últimos meses en Madrid decenas de gatos han sido rescatados de una muerte segura en los solares que eran su casa. Se han salvado gracias, únicamente, a quienes dieron la voz de alarma para sacarlos antes de ser aplastados por las palas excavadoras.
Las protectoras reclaman la aplicación del método CES de control de colonias felinas, protocolos que obliguen a dar el aviso para rescatar a esos animales y que los no adoptables puedan ser reubicados sin riesgo.
Silk solo tiene dos meses y medio. Lemmy es un bebé. Súper López sigue luchando por hacer una vida normal a pesar de la ataxia con la que nació y que le impide mantener el equilibrio y la cabeza erguida. Son tres de los 84 gatos rescatados en junio en un solar en Madrid, gracias a la sensibilidad de quienes dieron la voz de alarma al ver que las máquinas entraban para talar árboles y tapar agujeros sin importar la vida de quienes allí vivían, y gracias al compromiso de quienes se movilizaron para sacarlos de allí a pesar de todos los obstáculos.
Rescatar a tantos gatos en esas condiciones no es fácil. Ante cualquier señal de alarma, su reacción suele ser esconderse en recovecos de difícil acceso para quienes quieren ayudarlos y quedarse allí agazapados hasta que perciben que no hay peligro. Cuando llegó el aviso desde la calle Antonio López, voluntarios de varias asociaciones se pusieron en marcha con jaulas trampa, transportines, redes, linternas, cámaras para poder ver el interior de tuberías y agujeros, y un dispositivo en las redes sociales para conseguir recursos de todo tipo, principalmente económicos para atención veterinaria y casas de acogida.
Cuando llegaron allí, las máquinas ya estaban operando en el solar y sus responsables no les dejaban entrar. Hubo que avisar al Ayuntamiento, cuyos responsables se personaron junto a agentes de policía municipal para organizar un dispositivo. Comenzó el rescate por parte de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid (SPAP), Madrid Felina y Alba. En las horas siguientes rescataron a un gran número de gatos, muchos en estado grave, muchos bebés, pero sabían que había muchos más escondidos. Siguieron días y noches colocando y revisando jaulas trampa con la angustia de que en cualquier momento la buena voluntad de los empleados de la empresa de seguridad llegara a su límite y no llegaran siquiera a saber cuántos gatos podrían ser sepultados en sus propios escondites.
El mayor motivo de angustia era el interior de una galería de difícil acceso en la que se veía lo que sin duda eran los ojos de varios gatos. Pasaban los días, a pesar de la falta de agua y comida caían en las jaulas trampa con cuentagotas, y el temor a que algunos de ellos pudieran ser bebés agotaba la esperanza de los voluntarios. Finalmente, sin que la obra parara su curso en ningún momento y después de haber sacado a 84 gatos del solar, un tercio de ellos de pocas semanas de vida, el rescate se dio por finalizado.
Muchos de esos gatos han requerido o requieren aún atención veterinaria, que les han proporcionado las asociaciones que los rescataron, en un esfuerzo titánico por sacarlos adelante. Algunos, sobre todo los más pequeños, son adoptables y buscan familia para rehacer su vida, pero muchos no lo son y su única posibilidad es poder ser reubicados en otro espacio en el que puedan adaptarse una vez que se hayan recuperado.
El caso del solar de Antonio López es solo uno de los muchos ejemplos que se repiten con frecuencia en toda España: solares, descampados, edificios en ruinas en los que un buen día comienza una demolición, una limpieza o una obra, sin tener en cuenta a los animales que viven allí, generalmente gatos pero no solo, y a los que solo salvan, cuando pueden hacerlo y llegan a tiempo, asociaciones protectoras sin apenas recursos y siempre desbordadas.
En Madrid hace apenas unos meses otros siete gatos fueron rescatados de unas naves industriales en la zona de Méndez Álvaro en la que eran alimentados habitualmente por varios vecinos. En Vicálvaro una colonia felina fue temporalmente desalojada y después pudo regresar. En el Paseo de la Dirección unos cuarenta gatos fueron salvados in extremis, con las máquinas ya en marcha, hasta el punto de que uno de ellos fue golpeado por una pala excavadora y sobrevivió gracias a la presencia de los voluntarios que seguían allí. Los operarios habían comenzado a trabajar antes de que pudieran rescatar a todos pero accedieron a que se quedaran los voluntarios de las protectoras vigilando y verificando las obras por si aparecía algún gato más. Uno de los que apareció se llevó un golpe en la cabeza que le aplastó el cráneo, le rompió la mandíbula y le destrozó un ojo, pero sigue recuperándose.
En todos estos casos las protectoras han tenido que apelar a la buena fe de quienes están al mando de la vigilancia de la obra para poder rescatar a los gatos. Son vidas en juego y los voluntarios no dudan en ponerse en marcha, pero la situación de las protectoras sigue empeorando y reclaman tanto ayuda económica para poder atender a todos los animales como casas de acogida en las que se puedan recuperar mientras encuentran una familia definitiva. Y todo ello mientras denuncian que en la mayoría de los casos ni siquiera llegan a enterarse y es imposible saber cuántos gatos mueren heridos y sepultados en su propio hogar sin que nadie emita la primera voz de alarma.
Por eso insisten en la necesidad de que exista una obligación legal de avisar cuando vayan a ser alteradas las condiciones de cualquier terreno en el que viva una colonia felina o cualquier otro animal. Sea el propietario o el responsable de la obra, insisten, cualquiera de las partes implicadas tiene que tener la obligación de avisar al Ayuntamiento para que desde ahí se pueda movilizar a las personas encargadas de gestionar el rescate.
Recuerdan, además, la necesidad de aplicar el método CES (captura, esterilización y suelta) de las colonias felinas, con personas encargadas de su gestión y alimentación. Si en cualquiera de los casos recientes se hubiera estado aplicando ese protocolo, explican, el número de gatos afectados habría sido menor (sobre todo de cachorros) y con un corto margen de tiempo habría bastado ir moviendo el punto de alimentación para salvarlos del peligro.
En la ciudad de Madrid ya está en marcha el protocolo para aplicar ese método, que ha demostrado ser el más eficaz en el control ético de las colonias felinas. Desde SPAP subrayan sus beneficios por tratarse de una actuación “global” que no solo consiste en esterilizar y controlar sanitariamente a los gatos sino que implica un seguimiento de los animales y la adopción de medidas para solucionar las posibles molestias que puedan ocasionar. Explican que contará con la colaboración de las asociaciones y particulares implicados, y piden por ello “unir el esfuerzo de las personas voluntarias que realizan esta labor” para que sigan haciéndolo con la infraestructura y el apoyo institucional del Ayuntamiento.
El método CES, explican, no solo es ético por el respeto a los animales, sino que además supondrá un ahorro económico en Madrid, ya que los costes que hasta ahora comportaba la recogida y sacrificio de miles de gatos al año no solucionaban la situación. La esterilización erradica las molestias producidas por maullidos en época de celo, por peleas o marcaje del territorio, y controla la población al evitar el nacimiento de nuevas camadas de forma incontrolada. También desaparecerán las quejas generadas por el suministro de restos de alimento porque se hace de forma controlada para alimentar a los gatos de manera adecuada y evitando la suciedad.
Las personas implicadas en este tipo de rescates reclaman además zonas en las que se pueda reasentar a los gatos rescatados que no pueden volver al que era su territorio y que tampoco son adoptables porque su hogar es la calle con el resto de su colonia. Reclaman que esos gatos desahuciados de la que era su casa tengan otro espacio al que puedan adaptarse sin peligro con la ayuda de personas especializadas en la gestión de colonias felinas y el respaldo de las autoridades.
Se trata, recuerdan, de asumir que esos animales que conviven con nosotros en los núcleos urbanos merecen nuestro respeto y requieren nuestra protección. Reclaman sensibilidad y protocolos de actuación para garantizar su seguridad cuando su hogar es alterado por intereses que no tienen en cuenta sus vidas.
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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.