Ocurrió el pasado 21 de enero, domingo, sobre las 8.45 de la mañana. Margarita oyó los chillidos desgarradores de un animal. Asomándose a la terraza de su vivienda pudo ver cómo cinco perros rodeaban a una de las gatas que alimenta cada día, Suerte. Fue consciente en ese momento de que no podría llegar a ayudarla, por lo que hizo fotografías para documentar el suceso y un video de los últimos segundos de vida de la gata, que ya agonizaba. Cuando Suerte dejó de moverse, los perros se marcharon.
Los hechos se produjeron en Alovera, municipio de la provincia de Guadalajara, en Castilla-La Mancha.
La gata había aparecido en la zona donde vive Margarita tres años antes, “con tres cachorros que la seguían detrás”. Se acomodó tras un muro que le dio tranquilidad para sacar adelante a sus hijos. Sin embargo, de los tres sólo dos de ellos lograron sobrevivir. La familia se instaló en aquel lugar donde una mano compasiva comenzó a alimentarles. Cada día. Cuidando de que sus necesidades estuvieran cubiertas. Una vez sus cachorros maduraron, Suerte abrió su territorio y atravesó la seguridad que el muro le proporcionaba, comenzó a dormir bajo el coche de su alimentadora, y se mantuvo siempre cerca para no pasar hambre nunca más en su vida. Las manos que la alimentaban también le dieron un sitio donde dormir. Se hizo, en silencio, un lugar en las calles, los vecinos la reconocían. Se había adaptado al lugar y los vecinos también. En perfecta armonía, sin molestarse. Suerte se mantuvo siempre muy cerca de Margarita. Y en ese momento emprendió una nueva vida, se dotó de un pasado.
Actualmente, la familia de Suerte vive en la misma zona, sus cachorros siguen tras el muro donde su madre les crio. Solo que ahora todos están esterilizados bajo las directrices del método CER, el que de una manera ética busca el bienestar de los gatos comunitarios para evitar camadas indeseadas, enfermedades y penurias de los gatos, y molestias para los vecinos.
La localidad lleva años controlando las colonias de la mano de Gema León, responsable de organizar a los alimentadores, quienes realizan un trabajo en equipo para que el esfuerzo individual pueda dar muchos más frutos en beneficio de los gatos comunitarios, responsabilidad del Ayuntamiento pero que sus cuidadores sienten como suyos. Todos han entendido que juntos llegarán más lejos en la ayuda que brindan a los callejeros.
Cuando empezaron a organizarse en la localidad había colonias gigantes, descontroladas, lo que suponía camadas indeseadas constantes, gatos que pasaban hambre y sufrían enfermedades sin la atención veterinaria adecuada. En el año 2021 Gema cogió las riendas de su proyecto personal de vida, los cuidadores se organizaron y, a día de hoy, sus actuaciones se ven plasmadas en el bienestar de los gatos comunitarios.
Suerte fue esterilizada en octubre de 2021, y marcada su oreja según indica el método CER. Tras los acontecimientos ocurridos aquel domingo, Gema se personó en el Ayuntamiento porque entendió que lo último que podía hacer por la gata era solicitar responsabilidades a quienes legalmente eran responsables de ella. Eran las 9:10 de la mañana del lunes 22 de enero.
Gema habla de Suerte con la voz rasgada. “Era una gata especial del proyecto CER”, dice, una gata “a la que conocía todo el mundo” y era “muy querida”. “Cuando hacíamos el evento de la cena-lata infantil cada Navidad los niños me acompañaban a repartir las latas a todas las colonias, fomentando en ellos el cuidado y el respeto a los animales del municipio que no tienen propietario. En esos momentos los niños tenían la oportunidad de conocerla. Vivía en la calle con todas las necesidades básicas cubiertas”.
Nada más ocurrir el ataque, la alimentadora retiró el cuerpo de la calzada y lo depositó en la acera. Llamó a la Policía local, que se encontraba atendiendo una carrera en la localidad, y a la Guardia Civil, que supuestamente estaba tratando de localizar al responsable de los perros y no se personó en ese momento. Junto a Gema, al lugar donde aún estaba el cuerpo de Suerte llegó María Jesús Payo, concejala del Ayuntamiento. La policía local lo hizo minutos después. Los galgos aún no han sido localizados, ni siquiera se sabe con certeza quién es el responsable de los mismos, pero las puertas oxidadas y estropeadas de la finca anexa al lugar de los hechos, donde la holgura entre una hoja y otra de la misma es evidente, indican que con toda probabilidad hayan salido de allí.
Según Gema León, en esta finca el vecino les dice que le han intentado robar. Las hojas de la puerta están mal atadas con unas cadenas, con ausencia de cerradura, sin cierre seguro. Una parte de puerta estaba semi abierta, como si estuviera suspendida en el aire. Margarita recuerda que hubo un mastín en la finca que hacía agujeros bajo la puerta y asomaba las patas. Gema explica que el dueño de la finca, al dirigirse a ellas, dice que es normal lo que ha ocurrido, y que si los cinco galgos se hubieran cruzado con un perro pequeño hubiera ocurrido lo mismo. Aprovecha el delicado momento en el que ambas están inmersas para requerir que dejen de castrar gatos porque las ratas entran en la finca. Los perros, en ese momento, ni están ni se reconoce que estén en el interior de la finca. Ni rastro de ellos.
Cuando Gema acude al Ayuntamiento, busca el apoyo de aquellos a los que ella ha estado proporcionando solución frente la sobrepoblación de gatos en la localidad desde el momento que decide tomar las riendas de su gestión. Reivindica que hay que tomar partido, visibilizar lo ocurrido y que la muerte de la gata no quede en el olvido.
Los cinco perros son las otras víctimas de un hecho que pudo ocurrir por la irresponsabilidad de alguien que los dejó campar a su suerte, sin protegerlos de los riesgos de la calle ni a ellos ni al resto de seres vivos que podían cruzarse en su camino. Ahora otra preocupación es dónde están esos galgos, si se les podrá localizar o han desaparecido como tantos otros que, utilizados para la caza, después se evaporan sin dejar rastro, como si nunca hubieran existido, aunque muchos de ellos reaparecen en cunetas, campos, refugios, perreras… En este caso, un reto añadido es hacer visible el lamentable comportamiento de un vecino que ni siquiera se planteó auxiliar a la gata que agonizaba a centímetros de su puerta.
Gema expuso su petición y sintió el apoyo del Ayuntamiento, que interpuso una denuncia a la que se adjuntó el informe veterinario en el que se certificó que la muerte de la gata se debió a evisceración abdominal completa por desgarro muscular provocada por mordedura de otro animal. En este informe Suerte es reconocida como parte del programa CER del Ayuntamiento de Alovera, esterilizada en ese mismo centro veterinario de la localidad.
Desde hace tres años, Gema presenta ante el Ayuntamiento, dentro del programa de Presupuestos Participativos, el proyecto de gestión de colonias felinas CER Alovera. Los tres años ha sido votada por sus vecinos, incluso por algunos a los que no les gustan los gatos pero entienden que el trabajo de control poblacional y veterinario está obteniendo resultados. Y valoran, sobre todo, la seriedad del trabajo de cuidadores que informan y atienden a todo aquel que se interesa por la labor que realizan en la localidad; entienden que este método no solo alimenta, sino que evita enfermedades, y su fin último es evitar que nazcan de manera incontrolada las camadas, lo que supondrá que deje de haber gatos en la calle, lugar donde nunca deberían estar. Pero es un objetivo que hay que conseguir de manera ética, velando, mientras se consigue, por el bienestar y la seguridad de los gatos que tienen su hogar en esas colonias. El dialogo es el mecanismo para conseguir que vecinos, consistorio y alimentadores encuentren la mejor forma posible de convivencia con los gatos.
No debería ser necesario que una ley indicara cómo actuar de manera responsable ante otros seres vivos; sin embargo, ni el sentido común ni la empatía hacen aparición en aquellas personas que ponen en riesgo la vida de los perros que están bajo su responsabilidad, desentendiéndose de ellos tanto en paseos como en viviendas desde las que pueden acceder al exterior sin supervisión. Los casos en los que perros sueltos han atacado a gatos de colonias son demasiados, se suceden a lo largo del territorio español. En algunos casos de manera intencionada por parte de sus responsables, y en otros por su dejadez y su incapacidad de entender los riesgos a los que los exponen. Cada día los cuidadores de colonias felinas denuncian hechos similares, a pesar de que la ley estatal recién estrenada incluye, en concreto, un artículo que se ocupa de esta problemática. En el apartado 2. del Artículo 41. Obligaciones de los ciudadanos, referenciado dentro del capítulo VI Colonias felinas, indica claramente que “las personas titulares o responsables de perros deberán adoptar las medidas para evitar que la presencia de éstos pueda alterar o poner en riesgo la integridad de las colonias felinas y de los gatos comunitarios, así como de los recursos destinados a los mismos”. Y afianza la idea de la responsabilidad de proteger a los animales en el apartado d) del Artículo 27. Prohibiciones específicas respecto de los animales de compañía respecto a “Mantenerlos (…) deambulando por espacios públicos sin la supervisión presencial por parte de la persona responsable de su cuidado y comportamiento”.
Desde el Ayuntamiento, María Jesús Payo agradece la labor de Gema y los alimentadores y confía en una Policía local que “hace muy bien su trabajo”.
Las preguntas que estos momentos deben ser respondidas son: dónde están los cinco perros que, lejos de estar protegidos por su responsable, salieron a la calle sin ningún control y tras seguir su impulso y entrenamiento para cazar, provocaron un riesgo y una muerte que recorrió las redes sociales y puso en evidencia su incumplimiento de la legislación; dónde están esas cinco víctimas que siguen desprotegidas del comportamiento irresponsable de quien debe velar por ellos.
Gema se personó también en el Seprona, pero desconocemos las actuaciones llevadas a cabo, como tampoco conocemos avances en la investigación de la Policía Local. El tiempo mostrará el resultado de la denuncia interpuesta por el Ayuntamiento y la solicitud de responsabilidades por parte de la coordinadora de colonias.
A los perros no se les ha vuelto a ver desde entonces. En la finca se oyen ladridos pero no hay seguridad de que sean de esos perros.
Entre tanto, en la cabeza de Margarita la imagen dantesca del ataque sigue dando vueltas, como si de una película se tratase. Los chillidos de la gata se repiten una y otra vez. Incluso cuando la lluvia y el tiempo han borrado la mancha que dejó el cuerpo de Suerte, parece que aún sigue ahí. La alimentadora recuerda demasiados gatos atropellados, enfermos o envenenados recogidos, por lo que se ha hecho fuerte para poder soportar lo ocurrido. Sin embargo, en este caso, el hecho de no haber podido hacer nada por salvar a la gata es lo más frustrante, lo que no le permite olvidar.
Las personas responsables de Suerte pensaban que, dado lo bien que se había adaptado a esa zona, podría seguir controlada como lo había estado. Lo que no podían prever era la irresponsabilidad de un vecino que iba a propiciar la muerte de la gata en circunstancias tan crueles. Ahora sienten un profundo dolor pensando que quizá podría seguir viva en un hogar fuera de la calle, pero nadie le dio una oportunidad de que así fuera. Ahora queda seguir reclamando para que su muerte no fuera en vano, y seguir luchando para que no solo la ley se cumpla sino que el sentido común y la empatía visiten los hogares de tantos vecinos irresponsables que campan a nuestro alrededor, sin que podamos detectar en su rostro el dolor que van a provocar en los demás.
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