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Ser un niño extranjero no acompañado en Canarias: “Fuera del centro de menores la realidad te da en la cara”

Mamadou Thiam, el joven senegalés que llegó en cayuco a Canarias con 17 años.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

A los 17 años, en 2006, Mamadou Thiam decidió embarcarse en un cayuco con 192 personas más rumbo a Europa “con la comida y la bebida justas para no morir”. No sabía con exactitud hacia dónde iba, pero nueve noches más tarde desembarcó en La Gomera y fue trasladado a Tenerife. Al nacer en un pueblo pesquero en las Islas de Saloum, en Senegal, el joven no le tenía miedo al mar, aunque en un momento de la travesía creyó que “nunca más vería la tierra”. Sus ganas de estudiar enfermería fueron suficientes para dejar atrás a su familia y asumir todos los riesgos que eso conllevaba. “En mi país, estudiar no es fácil si no tienes recursos o un familiar en el Gobierno. Yo quería ser sanitario porque he visto a gente morir por enfermedades que en Europa no matan”, revela. Sin embargo, al salir del centro de menores de Tegueste, la dificultad de combinar el estudio con un trabajo que le permitiera mantenerse a sí mismo y enviar dinero a su familia hizo trizas su sueño: “En el centro estás protegido, pero en la calle la realidad te da en la cara”.

Los menores no acompañados que pisan suelo canario en situación administrativa irregular no pueden ser recluidos en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), de acuerdo con la conocida Ley de Extranjería. Pasan a ser responsabilidad de la comunidad autónoma y son acogidos en los recursos alojativos de los distintos cabildos. “Cuando vienen con algún familiar, se vela por la reagrupación”, explica a este periódico la directora general de Familia del Gobierno de Canarias, Iratxe Serrano. Cuando su edad genera dudas, son sometidos a pruebas óseas para comprobar que tienen menos de 18 años. Evaluaciones que, cuando fallan, empujan a los niños a ser tratados como adultos con todas sus consecuencias legales y administrativas.

A pesar de que los procedimientos que se aplican a un adulto y a un menor son distintos, en ambos casos pasan 72 horas retenidos en comisaría al llegar a España. El informe Refugiados y migrantes en España: Los muros invisibles tras la frontera sur publicado por CEAR, describe esta detención como “arbitraria” y señala que el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas “insta a todos los estados a poner fin” a estas prácticas ante los impactos negativos que tiene sobre el desarrollo emocional y el bienestar físico de los menores. Mamadou recuerda que, cuando fue trasladado desde La Gomera al sur Tenerife, el agente que cumplía el turno de la mañana los trató a él y a sus compañeros “como animales”. “Nos tiraba la comida desde el otro lado de la celda y no nos dejaba ir al baño. Algunos de mis compañeros no aguantaban y cuando bebían el agua, orinaban en la misma botella”, confiesa. Una situación humillante que la barrera del idioma les impedía denunciar: “No sabía ni cómo decir lo que estaba viviendo”.

Una vez liberados, la responsabilidad de los menores recae en el Ejecutivo regional, que tiene la obligación de documentar a los niños y niñas. “Instamos a Extranjería a darles el NIE lo antes posible”, señala Serrano. “Algunos de los que son mayores de 15 o 16 años vienen con su pasaporte. Entonces, nos ponemos en contacto con los consulados correspondientes para confirmar que su documentación está en vigor”, añade la directora general. Por el contrario, Mamadou salió del centro de Tegueste sin documentación, “solo con un papel verde que acreditaba su permiso para estar en España si le paraba la Policía”, y esta fue su principal dificultad para integrarse social y laboralmente en el país. “Durante mi estancia en el recurso alojativo, me involucré en el mundo de la lucha canaria, que me permitió conocer gente que me ayudó después”. Logró sus papeles y se dedicó a trabajar. Estuvo empleado en bodegas, en almacenes, hizo un curso de restauración y en la actualidad es autónomo y vende bisutería junto a su pareja.

El joven senegalés domina a la perfección la lengua española, aprendida en el centro. En estos espacios, los niños son apoyados por trabajadores sociales y ONG como CEAR, Cruz Roja o Mundo Nuevo, que desarrollan “una labor determinante”, según la directora general de Familia. “Entrevistan a los menores y les preguntan cuál es su proyecto migratorio. Muchos ven Canarias como punto de paso hacia otras zonas de la Península o de Europa, y otros quieren quedarse aquí a trabajar o a estudiar”, apunta Serrano.

26 niños menores de seis años, solos en Canarias

Actualmente, Canarias acoge 488 menores no acompañados. La isla con mayor acogida es Tenerife (166), seguida por Gran Canaria (132), Lanzarote (126), Fuerteventura (34), La Palma (20) y La Gomera (10). Entre ellos, hay 26 niños de entre cero y seis años. En estos casos, tal y como explica Iratxe Serrano, se intenta encontrar una familia para los bebés lo más rápido posible. Sin embargo, “es un proceso que lleva su tiempo porque en el Archipiélago no hay bolsa suficiente de familias ofertantes que puedan ser asignadas de inmediato. No es algo de lo que tengamos que estar orgullosos, pero se hace todo lo posible”.

Ante la criminalización de estos niños durante la campaña electoral por parte de la extrema derecha, Iratxe Serrano apunta que en Canarias “el número de menores extranjeros no acompañados con medidas judiciales es ínfimo, apenas 15 de 488”. “Los menores vienen aquí a salvar su pellejo, a buscarse la vida o huyendo de guerra, hambre y miseria, no a buscar conflictos”. Mamadou Thiam coincide: “Nadie quiere dejar a su familia. Nadie va de un país a otro para delinquir y menos en una cultura como la nuestra que se basa en ayudar al otro. Nadie más que nosotros sabe lo que cuesta llegar hasta aquí y no por ser africano eres delincuente ni por ser europeo eres bueno. Hay de todo en todas partes”, asevera. Además, le entristece que en Canarias puedan a llegar a creer en ese discurso.

Desde su punto de vista, “lo más fácil cuando hay un problema no es buscar una solución, sino encontrar un culpable, y en esta ocasión han escogido a los inmigrantes”. Mamadou propone que, si se va a hablar de violencia, echemos la vista atrás.“No hay peor barbarie que la que los blancos cometieron en África durante la esclavitud en nuestro continente”, recuerda. “Desde entonces nos han hecho pensar que somos inferiores, que Europa es el paraíso en la tierra. Tampoco la política de nuestros países ayudan a que confiemos en nuestras posibilidades, sino que nos enseñan a envidiar a Occidente”. A pesar de todo, confía en que el mundo “es maravilloso aunque intentemos dañarlo”, y espera que cuando su hijo crezca, viva en un planeta de respeto e igualdad.

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