El Tenerife también se pelea con el gol en el campo del colista

Gallego conduce ante Andoni López

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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Jugar en el campo del Lugo, un rival abocado al descenso y sin fútbol para ganar un partido en lo que va de año, le dio al Tenerife para acumular una decena de remates con probabilidad de gol y salir del Anxo Carro como entró. El 0-0 de este Viernes Santo deja a los blanquiazules casi como estaban: ni salvados virtualmente y esperando otra vez por la planilla de resultados de la semana, con un ojo al Ponferradina-Leganés.

Como tantas veces antes en una temporada camino de recordarse insoportable, el problema del Tenerife es, antes que nada, una cuestión de efectividad. Necesita tanto y tanto para hacer un gol que cualquier otra circunstancia en su tránsito por el campeonato pospromoción queda en secundaria ante la ausencia de letalidad. Hoy, así, el cambio que no fue a cinco minutos del final, cuando a punto de entrar Dani Selma para buscar el petróleo que no halló Garcés se rompió Sergio y alteró el plan.

Iba el chico a por otra de esas oportunidades agónicas para los canteranos de este fútbol ultraplanificado, una pistola con una sola bala. Iba a relevar a Romero –como José Ángel a Corredera–, pero volvió al banco en lo que Sipcic se aprestaba –dos jugadas después– sustituyendo al mismo Sergio para defender en frío el par de acometidas finales que le restaba al Lugo. En nada, la lesión de Sergio descubrió una tragedia incomprensible para la escena final.

Para entonces, el Tenerife no había renunciado a batir a Whalley, por más que otro hubiera renunciado ante tanta ocasión fallida. Le salió al equipo de Ramis un partido entre aseado e inane, a ratos capaz de caer al área del Lugo por todas las vías como de comprometerse en el último suspiro cuando se dejó encerrar en veinte metros por la última acometida –de aquella manera– de los locales.

Por el camino, el Tenerife coleccionó en la primera parte una relación de remates que en otro curso le habría rentado y en la segunda tres más fallidos que solo se entienden tomada la temporada en conjunto. Un grupo que raramente decae, que concede menos de lo que produce, pero que anda peleado –por las carencias individuales, cuando no por una precipitación que esconde cualquier automatismo prefijado– con la puntería, al cabo imprescindible si se quiere acabar con un gol más que el contrario.

Ramis había tocado el once lo justo respecto del precedente. De vuelta de su sanción Nacho, dejó intacto el eje de centrales, medios y delanteros y sentó a Mellot y Teto por Aitor Buñuel e Iván Romero. Con Romero en el campo generó casi todo lo diferencial en lo que Waldo encontró su razón de ser en el encuentro; el sevillano intentando conducciones, desmarques al espacio o cambios de orientación, como tras el descanso el extremeño viniendo a buscar los apoyos de espalda por dentro o la combinación en el poco espacio que dejaba la malla de tres centrales y dos laterales del Lugo.

Fuera con ellos o con el sentido que le da Nacho a la llegada por su flanco, avisó el Tenerife después de veinte minutos de empuje inicial del Lugo –resignado a jugar sin mayor presencia de los pivotes con la pelota prolongada para Moyano y Baena– de los que sacó poco en claro el anfitrión.

Por orden, un remate de Gallego escorado que sometió a Whalley por primera vez (m.26), otro demasiado blando de Corredera (m.26), el más claro que tuvo Garcés (m.35), cuando cabeceó tan clavado al césped que el portero solo tuvo que responder de la misma guisa: clavado viendo que el baló iba directo a las manos. Y al fin, un latigazo de Nacho (m.45), cazando a bote pronto y con su pierna débil un balón perdido en la frontal que se fue violento a encontrarse con el larguero.

Y aun con todo esto, 0-0. De vuelta del refresco –y Larrea del cuarto de pensar en su primera oportunidad real desde el partido copero de Pontevedra en diciembre–, otra fase de dominio, llegada y remates francos del Tenerife. Una asociación espléndida de Waldo e Iván Romero (m.58) con un pase filtrado resuelto con un tiro al que le faltó tomar ángulo al palo largo de Whalley y otra combinación con los mismos protagonistas (m.64) y sin final entre palos.

Llegaron entonces más cambios y un apagón de productividad que no se remedió con las entradas de Mellot y Teto. Vélez ya había metido oxígeno con un triple cambio y eso al menos le dio para ensuciarle el juego al Tenerife lo justo, en tanto se apañaba una última embestida beneficiosa que quedó en un simple deseo.

La lesión de Sergio y la entrada de Sipcic no acabó con heridas irreparables. Andoni López pudo producir una con un tiro libre en la esquina del área tras negociar León con una falta un duelo con Avilés, pero le salió una parábola bella y angulada que pasó a un metro de la escuadra de Soriano.

Y tuvo incluso el Tenerife una para el gol de oro a un minuto del 95, después de otro pase envenenado de Nacho al área chica de Whalley. Allí fueron a la caza –pero los dos a la larga, pegaditos– Gallego y Romero. Ninguno hizo presa, pasó el balón de largo y murió el partido como empezó. Lo esperable.

(0) CD LUGO: Whalley; Pantic (Jordi Calavera, m.60), Xavi Torres (Scepovic, m.76), Alberto; Miguel Loureiro, Marc Carbó (Señé, m.60), Clavería (Gui Guedes, m.69), Andoni López; Sebas Moyano, Avilés y Ángel Baena (Cuéllar, m.60).

(0) CD TENERIFE: Soriano; Aitor Buñuel (Mellot, m.63), Sergio González (Sipcic, m.87), José León, Nacho; Waldo, Aitor Sanz (Larrea, m.46), Alex Corredera (José Ángel, m.87), Iván Romero; Borja Garcés (Teto, m.74) y Enric Gallego.

ÁRBITRO: Aitor Gorostegi Fernández (Comité Vasco). Amonestó a Pantic (m.44) y a los visitantes Aitor Sanz (m.19), Garcés (m.43) y José León (m.88).

INCIDENCIAS: Partido de la trigésimo cuarta jornada de LaLiga SmartBank disputado en el estadio Anxo Carro ante 2.414 espectadores.

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