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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Más educación contra el machismo y nunca difundir discursos que niegan la violencia de género

Manifestación por el 25N en Gran Canaria.

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1.182 agresores machistas han asesinado a sus parejas o exparejas desde el año 2003 en España, donde 49 mujeres fueron asesinadas este año, cinco en la misma semana. Es cierto que hay que poner el foco en quienes ejercen esta violencia, pero sin olvidar que detrás de esta cifra se encuentran más de mil historias, proyectos de vida truncados, nombres y apellidos, así como 38 menores huérfanos por esta violencia. En el cómputo no contabilizaban hasta este año los crímenes cometidos fuera del ámbito de la pareja o expareja; una estadística que ha incorporado este año el Ministerio de Igualdad y donde se refleja que 19 mujeres fueron asesinadas fuera de ese ámbito en el primer semestre de 2022. No obstante, en 11 casos, el crimen lo había cometido un hombre miembro de la familia y en el 100% fueron cometidos por un conocido . En Canarias, su ley autonómica contra la violencia de género, siempre fue más avanzada en este sentido y contabiliza un total de 101 crímenes machistas. 

España cuenta con una de las leyes más avanzadas en materia de violencia de género desde el año 2004, existe un Pacto de Estado contra la Violencia de Género y se han producido importantes avances en los últimos años. Un hecho que no implica que el sistema no deba ser continuamente revisado por todas las áreas implicadas, desde instituciones hasta la propia sociedad. Las expertas en violencia de género en los distintos campos; desde abogadas, juezas, fiscalas, psicólogas, trabajadoras sociales, periodistas, sociólogas y las propias víctimas (la delegada del Gobierno contra la violencia de género, Victoria Rosell recuerda la importancia de escucharlas como expertas y supervivientes) luchan cada día por ser escuchadas y por visibilizar todas las violencias, desigualdades y comportamientos machistas que sustentan y alimentan la violencia de género. Sin embargo, ha sido esta semana, en la que se han producido varios crímenes, cuando parte de la sociedad y desde muchos medios de comunicación y tertulias se pregunta “¿qué está fallando? ¿cómo pudo pasar?”

Unas preguntas que ojalá todas las personas nos planteáramos todo el año mientras abogamos por prevenir cada uno de esos crímenes, teniendo en cuenta que cuando se legitima un comportamiento machista, se están sentando las bases para que esa estructura desigual continúe y llegue a su forma más extrema; los feminicidios. Muy ligada se encuentra la pregunta que lanzaba la campaña del Ministerio de Igualdad por el 25N “¿entonces quién?”, una cuestión que nos interpela a toda la sociedad, pero donde nadie quiere sentirse aludido por los comportamientos machistas. Repensar la sociedad en la que vivimos, proteger a las víctimas y avanzar hacia la igualdad rompiendo el miedo es una constante que deberíamos tener presente todo el año y que debería ser un propósito para este 2023.

Cuando hablamos de la necesidad de la educación para frenar a los agresores machistas y empoderar a las mujeres, hablamos de salvar vidas y de caminar hacia una sociedad más justa. Sin embargo, hay quienes se enrocan en llamar “ideología” a abogar por los derechos humanos.

Duele que en una semana donde perdemos a varias mujeres por esta violencia, muchas de las personas que se pasan todo el año negándola, dando voz a agresores condenados o incluso difundiendo mensajes de odio cuestionando por ejemplo que existan juzgados especializados en violencia de género, realicen ahora análisis simplistas sin pararse a escuchar a las víctimas y a las personas que trabajan con ellas, analizando las grietas del sistema para que sea más protector. 

Duele que haya víctimas que no se sientan creídas en el proceso, mientras que hay quien sigue con el mantra de las denuncias falsas.

Duele que no se tenga en cuenta la interseccionalidad y cómo afectan otras variables como ser migrante cuando una mujer sufre violencia de género. “Cuando fui a denunciar tenía mucho miedo por el hecho de no tener papeles. Ya antes había sufrido abuso psicológico, pero nunca me atreví a denunciar”, contó María (nombre ficticio) en este reportaje sobre las trabas que aún existe para muchas mujeres en España.

Duele que se infantilice a las mujeres con discapacidad y no se las crea por este mismo hecho. “Mi familia sigue sin creerme”, se recogía en uno de los testimonios de un estudio del Instituto Canario de Igualdad sobre las mujeres con discapacidad y la violencia de género.

También duele que la violencia de género esté aún oculta en las mujeres mayores. Solo en estos dos últimos años tres mujeres mayores de 80 años han sido asesinadas en Canarias, donde conviven hasta 50 años con el maltratador.

Duele además que la violencia machista vaya en aumento en personas jóvenes, mientras se cuela en estratos de Internet donde se repite un discurso que coloca a los hombres como víctimas, dando alas al negacionismo mientras se perpetúa la violencia.

Y duele que no seamos capaces de reconocer que la mayoría de los agresores son hombres conocidos. Una estadística que se cumple también en las agresiones sexuales, y para lo que conviene leer a Nerea Barjola, que detalló en Microfísica sexista del poder cómo se construye el terror sexual.

Los asesinatos machistas, las violencias ocultas y el machismo diario que se da en todos ámbitos evidencian aún más la importancia de contar con una ley de violencia de género y con recursos especializados. Pedir autocrítica a todas las instituciones implicadas, por supuesto (en especial cuando la víctima ha denunciado y fallan las medidas de protección o la valoración del riesgo) pero también a todas las personas desde los lugares que ocupamos. Desde el periodismo, por ejemplo, dejando que personas especializadas nos den las claves para abordar esta realidad, que este tema ocupe un lugar central en el medio porque es un problema de Estado y que no se minimice ni quede diluido el resto del año o tan solo se hable de ello en unas fechas señaladas.

Que cuando decimos que hay machismo en todas las instituciones, desde la judicatura, a la política, al periodismo y en todas las profesiones, en lugar de preguntarnos ¿quién, yo? revisemos cómo mejorar. “Puede haber mejoras en el sistema VIOGEN, en Justicia y en el sistema social. El problema es el machismo, siempre”, recordaba esta semana en Televisión Canaria Victoria Rosell, que apuntó que en días festivos se incrementa el riesgo de violencia. “La sociedad puede salvar vidas”, decía, recordando que todas las personas podemos llamar al 112 en Canarias para alertar de que se está produciendo una situación de violencia.

El movimiento feminista organiza concentraciones de repulsa por cada uno de los asesinatos machistas, también hay muchas redes organizadas de mujeres valientes que pueden desde su experiencia ayudarnos a comprender cómo mejorar esta sociedad. Apoyemonos en quienes saben y lo viven en primera persona e impliquémonos realmente repisándonos a nosotros mismos y creyendo a las víctimas.

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