Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Feijóo se alinea con la ultra Meloni y su discurso de la inmigración como problema
Israel anuncia una “nueva fase” de la guerra en Líbano y crece el temor a una escalada
Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs
ENTREVISTA
Pedro Vallín, ensayista y periodista

“El 70% de la responsabilidad de los males que atribuimos a la política es de los medios”

El periodista Pedro Vallín.

Javier Fernández Rubio

0

Entre mayordomo, bufón y Pepito Grillo, C3PO, el popular androide del film de George Lucas 'La guerra de las galaxias', es el recurso cinéfilo que acompaña al periodista Pedro Vallín (Colunga, 1971) en su recorrido por la política española reciente y sobre todo por los diez últimos años, un periodo convulso en donde la pulsión intolerante del pasado ha cogido nuevos aires. Todo ello lo ha volcado este periodista en Cortes de La Vanguardia en el ensayo 'C3PO en la corte del rey Felipe' (Arpa, 2021), que este sábado se presenta en la librería La Vorágine de Santander.

Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco, Vallín ha pasado por varias redacciones (La Nueva España, El Comercio, Diario Crítico y Metro), en donde ejerció el periodismo y diversos puestos de responsabilidad, antes de desembarcar en 2007 en el rotativo catalán, en donde actualmente es cronista parlamentario en Madrid. Sin embargo, antes de convertirse en analista de la escena política española dedicó sus buenos años a la cultura, no solo como crítico cinematográfico, sino como impulsor y presidente de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), que creó los Premios Feroz. De este paso por la cultura y la cinefilia, que tuvo reflejo libresco en 2019 con '¡Me cago en Godard! Por qué deberías adorar el cine americano (y desconfiar del cine de autor) si eres culto y progre', Vallín ha mantenido un gusto por los referentes clásicos y las metáforas hollywoodienses que le han venido al pelo en su nuevo libro.

Entre mitos, héroes y villanos a la española, estructuras del Estado ocultas y nuevos conversos de la vieja política franquista, el periodista asturiano responsabiliza a los medios de comunicación del auge del autoritarismo en la vida política española, aunque aún confía en que se articulen nuevas respuestas desde sectores de progreso para conseguir la modernización democrática del país.

En su libro denuncia el secuestro de la voluntad popular en este país durante cuatro años, desde 2015, dando por cierto, si no he entendido mal, que el Gobierno salido de las urnas en 2019 tendría que haber asumido las riendas del poder una legislatura anterior. Si es así, ¿cómo algo tan grave puede darse en un estado democrático y quedar además impune?

Dioni López siempre dice que los “países de nuestro entorno”, expresión que gusta mucho a los periodistas, no son Francia, Italia o Alemania, sino Marruecos, Argentina, México… Creo que esto, además de una cierta ironía, responde a la pregunta. Si tengo que ser más específico, diría que esto ocurrió así porque a los actores políticos del país, que no son solo “los políticos”, ni mucho menos, sino también los económicos y los mediáticos, les pareció estupendo. Y claro, si los poderes mediáticos, que son los que debían denunciarlo, están en el ajo, no hay más que hablar. Y si quiere que sea aún más específico, puedo serlo: la excepcional y anómala concentración del poder televisivo fue la clave.

¿La Historia será más justa con Zapatero que el juicio de sus contemporáneos?

Ya lo está siendo. No puedo presumir a menudo de esto, porque soy mal augur, pero cuando cesó como presidente, en el fragor de la crisis desatada por Wall Street, yo ya dije que su posteridad sería justa y generosa. No pensé que sería tan rápido, la verdad. En solo una década ya se ha revelado como un presidente que trabajó por ensanchar la democracia.

¿Es la socialdemocracia la principal responsable del auge del neofranquismo?

No. Bueno, es que depende qué entendamos por socialdemocracia. La socialdemocracia la encarna en el Gobierno Unidas Podemos, como reconoció Pablo Iglesias ya antes de la repetición electoral de junio de 2016, cuando además reivindicó la figura de Zapatero. El PSOE es un partido con dificultades graves para abandonar la fe neoliberal que abrazó 30 años atrás y reinterpretar los nuevos consensos europeos, que han oficiado funerales por el dogma neoliberal. Y luego, en cuanto a sus barones, en general están resbalando hacia un neotradicionalismo bastante reaccionario, atrapados en los marcos que le crea la ultraderecha. En esto también se nota quién es más listo. Por ejemplo, es difícil ver a Adrián Barbón, presidente asturiano, caer en las trampas en las que otros compañeros suyos chapotean habitualmente. Si, en cambio, se refiere usted a los espacios políticos y mediáticos que se tienen a sí mismos por moderados o progresistas, la respuesta a la pregunta es sí. De forma palmaría, diría yo.

Habla en su libro sobre el intento fallido del expresidente Zapatero de actualizar el consenso de la Transición, de propiciar un contrato social nuevo como nación. ¿En qué momento naufragó esta posibilidad y por qué parece tarea de titanes condenada al fracaso?

Esa posibilidad, ahora con la perspectiva se ve claramente, fracasó desde que la oposición abrazó la teoría de la conspiración del 11M y comenzó a esgrimir el argumento del gobierno ilegítimo. Si se repasan las actas del Congreso, sorprende ver en qué términos se dirigía Mariano Rajoy al presidente del Gobierno. Ahí empezó a fraguarse el derrape en España hacia los fantasmas más ominosos de nuestro pasado.

¿Qué fuerzas actúan en contra de la idea de nación que según usted nunca ha conseguido fraguar históricamente en todo el territorio español?

En términos históricos, creo que el hecho de que nunca cuajaron las revoluciones liberales, y por tanto la estamentalidad del Antiguo Régimen nunca fuera superada es una explicación. El cantonalismo y las aspiraciones independentistas son una vieja realidad que por alguna razón ha resultado inmarcesible. Es difícil sentir que formas parte de una comunidad sentimental compartida con el señorito de la finca, que somos el único país de Europa Occidental que vivió una Restauración del Antiguo Régimen. Todo esto explica por qué la construcción de un nacionalismo español operativo para todo el territorio no cuajó el el siglo XIX. En el siglo XX, la nación española solo pudo construirse de forma eficiente mediante la violencia. Y cuando el siglo XX concluía hubo un intento de construir un nacionalismo integrador laico y democrático que durante casi 20 años parecía llamado al éxito. Hasta que José María Aznar tuvo mayoría absoluta en el cambio de siglo y lo echó todo a perder, volviendo a los viejos mitos de la hispanidad imperial y demás chabacanerías historicistas. A mí todo esto me importa lo justo. Las fronteras son pura contingencia y está bien que sea así. En cuanto la adhesión sentimental, más allá del amor al territorio, la comunidad cultural a la que yo pertenezco, con la que me identifico y me construye está radicada en la literatura anglosajona del XIX y en el cine de Hollywood del XX, así que imagine lo que me desvelan a mí los destinos de la nación española.

La división de poderes ha saltado por los aires, y no ha sido precisamente el Parlamento el que la ha violado

En su libro plantea cómo la cúpula de la judicatura, cuyo poder es autónomo pero emana de la soberanía popular representada en el Parlamento, se ha independizado de este y convertido en una especie de sanedrín endogámico que no rinde cuentas a nadie.

Sí, la división de poderes ha saltado por los aires, y no ha sido precisamente el Parlamento el que la ha violado.

¿Cómo se debiera haber 'gestionado' la reivindicación nacionalista de Cataluña?

No soy político, ni siquiera politólogo. Mi único diagnóstico al respecto es que si el PP no hubiera abrazado desde 2000 un nacionalismo rancio y excluyente seguramente no estaríamos aquí. En cuanto a la gestión inmediata, entre 2012 y 2017, está claro que el intento del PP de judicializar la cuestión, empezando por politizar la justicia con la reforma de las funciones del Constitucional, es una completa catástrofe que ha hecho descarrilar al Estado, saliéndose de la vía de la democracia liberal. Tiene suerte el poder judicial de que la interpretación de la prevaricación sea tan restrictiva y garantista en España.

Si el concepto de nación es débil en España, el Estado, sin embargo, es longevo y tiene más escamas que un galápago. ¿Es el Estado el principal enemigo de la democracia?

Creo que el éxito de la Transición es haber embridado al Estado, haberlo calzado dentro de la horma democrática. Y el mayor fracaso de estos años es que esas bridas están rotas. Pero el Estado no es una voluntad, sino una inercia administrativa, una burocracia que te aplasta, como bien señala Jaime Miquel, y en este sentido es meramente reactivo. Más que un enemigo de la democracia creo que es un riesgo para la democracia, en tanto no sea recuperada la brida que ata su desempeño. Otra cosa son actores concretos de ese Estado que han tomado partido político, unos cuantos integrados en opciones políticas como Vox, y otros, desde su desempeño al frente de altas magistraturas judiciales. Lo cual, por cierto, es mucho más vil.

El éxito de la Transición fue embridar el Estado y el mayor fracaso de estos años es que esas bridas están rotas

¿Qué es el 'Estado Profundo'?

Esa inercia, esa burocracia centenaria que no obedece a voluntad, plan ni concilio. Creo que en 'El Proceso' de Kafka está la respuesta más ajustada. El 'Estado Profundo', en sus expresiones visibles, son los policías que apalean ancianas en Vallecas y hacen pasillito a los nazis en Chueca. Es como Skynet, la inteligencia artificial de Terminator, solo que no tengo claro que haya tomado conciencia de sí mismo. Lo cual, por cierto, lo hace más peligroso.

Vistos los ejemplos de Polonia y Hungría, ¿puede darse en España un proceso de restricción de derechos y libertades como, por ejemplo, la libertad de prensa, el cierre de medios de comunicación y el encarcelamiento de periodistas?

No somos Europa del Este. Salvo que antes sucumbiera Francia a los efluvios de la ultraderecha, la UE no tolerará que España resbale al viejo autoritarismo como el de Hungría o Polonia. Y menos con la OTAN en efervescente tensión con Rusia, que es el amigo de los Viktor Orban y los Santiago Abascal. No, ni a la UE ni a la OTAN le interesan ahora mismo estas veleidades autoritarias, creo. La prueba es que los medios reaccionarios han echado tierra sobre la cumbre de la Internacional Reaccionaria que organizó Vox en Madrid. Y otro dato: apenas 48 horas después de la reunión, el PP anunciaba que, si necesitaba a Vox para gobernar Castilla y León, repetiría las elecciones. Lo haga o no, no hay una señal más evidente que ese anuncio de que el PP capta los mensajes de la diplomacia estadounidense y ya ha entendido que lo de Vox los desencuadra en el mapa geopolítico del momento.

Usted juega con los paralelismos cinéfilos de la serie de películas de 'La guerra de las galaxias', de George Lucas. ¿Quién compone el Consejo Jedi del 'Estado Profundo' español? ¿Quiénes son los mandarines institucionales de la democracia?

En el específico caso de esa metáfora, son las altas magistraturas judiciales, un poder dinástico, endógamo y no legitimado por refrendo de la soberanía popular, la única soberanía real del país. Pero quiero insistir en que el 'Estado Profundo' no es una conjura, no hay una jerarquía, no hay un plan ni una hoja de ruta, no tiene líderes ni intenciones. Es el movimiento inercial de un organismo complejo, funciona como un sistema autoinmune, dispuesto a atacar al propio organismo que lo cobija. Si me permite otra metáfora audiovisual, y citando al Dr. House, España tiene lupus.

El 'Estado Profundo' no es una conjura, no hay una jerarquía, no hay un plan. Funciona como un sistema autoinmune, dispuesto a atacar al propio organismo que lo cobija. Citando al Dr. House, España tiene lupus

Lucas se inspiró para 'La guerra de las galaxias' en 'El héroe de las mil caras', de Joseph Campbell, es decir, en el monomito, el mito ancestral del héroe y su tarea ancestral. Si es así, ¿quién es el héroe en la historia reciente de su país? ¿Quién es el Luke Skywalker español, el héroe que, surgiendo de la nada, supera las pruebas y hace una contribución a la supervivencia de la tribu pero que nunca entrará en la tierra prometida?

Cada episodio político, más que cada periodo, ha tenido el suyo. Iglesias lo ha sido en buena medida, desde luego en la causa de hacer sobrevivir a Unidas Podemos. En julio de 2019 cuando ofreció su cabeza a Sánchez a cambio de que Unidas Podemos entrase en el Gobierno claramente se hizo un Moisés. Habría sido Luke Skywalker, en los términos del monomito campbelliano, si en 2015 o 2016 le hubiera hecho sorpasso al PSOE, para lo cual faltó el canto de un duro. Una enseñanza importante esta: la contingencia también opera. Lo digo porque los políticos suelen sobrestimarse en cuanto a su capacidad para forjar destino, y hay infinitos elementos estructurales y coyunturales que operan mucho más sobre la política que los aciertos o los errores de los individuos. Pero Ada Colau, en términos municipales, lo fue en Barcelona en 2015, completó un viaje heroico. Pedro Sánchez ha hecho un Conde de Montecristo tan perfecto que su ciclo 2016-2018, contado en una película, no sería muy verosímil.

¿Pablo Iglesias está amortizado?

En principio, Iglesias ha cumplido un papel histórico y ha cerrado un ciclo. En este sentido, este Pablo Iglesias ya ha cerrado su relato y lo ha hecho de forma extraordinariamente hábil. Pero lo que el futuro depare o él decida sobre su relación con la política, a medio plazo, es harina de otro costal. De momento, de lo que no tengo duda es que, como Zapatero, es otro político vituperado hasta la náusea –en su caso, alcanzándose extremos obscenos, de difícil homologación con un país democrático– que tendrá una posteridad generosa.

A la hora de hablar de restricción de libertades siempre se habla de la clase política o de las instituciones del Estado, pero pocas veces de la responsabilidad de los medios de comunicación. ¿No tienen responsabilidad o simplemente es que los medios presumen de ser críticos, excepto consigo mismos?

En fin, creo que yo, tanto en el libro como en respuestas anteriores o en mi desempeño en redes sociales, soy bastante elocuente sobre la responsabilidad de los medios en las derivas de la política. Desde mucho antes de este periodo convulso, siempre he pensado que los medios, los grandes medios audiovisuales, son los principales moduladores de la política, y en este sentido son mucho más responsables de su evolución que los propios políticos. El 70% de la responsabilidad de los males que atribuimos a la política es de los medios. Y esto vale para el crecimiento del nacionalcatolicismo que padecemos como para la progresiva restricción de los derechos y libertades civiles que consagró el liberalismo democrático.

¿Qué juicio hace al papel que desempeña la prensa en estos años?

Si fuera el profe, le haría repetir el curso.

¿La actitud de los mandarines autonómicos durante la pandemia no revela que el Estado de las Autonomías son un 'estado fallido', al menos en su capacidad gestora y en la asunción de responsabilidades?

Diría que todo lo contrario. Si usted quita las declaraciones altisonantes, el funcionamiento operativo de los tres niveles institucionales o administrativos es poco menos que modélico, en funciona, cada cual, de los medios disponibles. Las campañas de vacunación son el mejor ejemplo. Me desespera el altavoz que prestamos a las tonterías y estoy convencido de que, con las salvedades debidas por el compromiso con terceros países de otros continentes –y el desastre que han organizado los mandatarios trumpistas en sus territorios, entiéndase Bolsonaro, Boris Johnson, el propio Donald Trump…–, la gestión occidental de la pandemia en términos científicos, políticos y de despliegue del estado social, se estudiará con el paso de los años como una historia de incontestable éxito civilizatorio. Incluido, en lo doméstico, el funcionamiento del Estado de las Autonomías.

Los nuevos partidos surgieron como una respuesta de la sociedad civil ante un sistema político esclerotizado y copado por un establishment político institucionalizado. ¿Qué queda de todo ello?

Todo. Porque no se ha acometido la modernización democrática imprescindible. Una de las evidencias del ciclo electoral 2019-2021, con elecciones generales, municipales, autonómicas y luego elecciones en Euskadi, en Galicia, en Catalunya y en Madrid, es que el espacio de insatisfacción que se abrió a la izquierda del PSOE no solo no mengua sino que sigue ensanchándose. Donde no lo encarna Unidas Podemos, lo recogen otros, como BNG, Más Madrid, ERC y Cup, Compromís… El bipartidismo no ha dejado de retroceder en términos absolutos ni un día desde 2011, por más que la campana de eco de los medios madrileños se empeñen en decir lo contrario. Los números no son discutibles. Y la insatisfacción que no vehicula la izquierda, la recogen otras fórmulas. La colérica malencarada y nostálgica de un nacionalismo con olor a lejía de granel, la recoge la ultraderecha; y la sofisticada y pragmática se expresa en la España Vaciada.

Iglesias era un general ideal para resistir el asedio a la ciudadela, pero ahora ese espacio político se enfrenta al imperativo de salir a la conquista de nuevos territorio

¿Yolanda Díaz es la gran esperanza de una izquierda a la izquierda del PSOE?

Lo es, obviamente. Iglesias era un general ideal para resistir el asedio a la ciudadela, pero ahora ese espacio político se enfrenta al imperativo de salir a la conquista de nuevos territorios, no de resistir. En tal sentido el cambio de perfil es virtuoso y funcional respecto al objetivo. Pero las esperanzas deben aterrizarse y el proceso que tiene por delante, la yunta de los intereses del electorado con los de organizaciones como Podemos, IU, CCOO, el PCE, Más País, etcétera, es extraordinariamente complejo. Veremos.

Etiquetas
stats