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Ara Malikian: “No entiendo los nacionalismos ni el apego a un país, una bandera o una tierra, yo soy más de apego a las culturas”

Ara Malikian

Blanca Sáinz

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Su historia de amor con Cantabria comenzó “hace mucho tiempo”, pero Ara Malikian es internacional y no entiende de banderas ni patriotismos. Eso sí, sabe donde es feliz, y España ha podido aportar estabilidad a la loca vida del músico libanés que hace magia con el violín.

Reconocido por su pelo y por llevar la música clásica a todas las partes y todos los estilos musicales, Ara es la honestidad personificada. Dulce y generoso, hace comprender en cada una de sus palabras que su violín le salvó en muchos sentidos. Este jueves 30 de julio actuará en el ciclo de conciertos 'Viva la Vida', de Torrelavega, donde una vez más podrá demostrar que la música es un lenguaje universal.

Este concierto le ha llevado a charlar con eldiario.es sobre su historia, el confinamiento y la política, porque Ara es mucho más que un artista.

¿Qué le une tanto a Cantabria?

Pues la historia empezó hace mucho tiempo. Vine a Comillas por primera vez cuando comenzamos a organizar los Caprichos Musicales. Así que primero lo conocí como turismo y luego quise tocar por toda Cantabria... Y es que de aquí me gusta la naturaleza, la gente, la cultura e incluso su gastronomía. Pero cuando uno se siente feliz en un lugar no tiene la necesidad de saber por qué, simplemente se crea algo mágico y sé que aquí estoy feliz. Y punto.

Ha conseguido acercar la música clásica a todo tipo de públicos, ¿lo ha hecho queriendo o la vida le ha llevado hasta este punto?

La verdad es que me ha llevado porque soy una persona poco calculadora y nunca he tenido una estrategia para llegar a un lugar determinado. Simplemente amo lo que hago, estoy enamorado de la música y he descubierto que lo que hago, lo disfruto mil veces más cuando lo comparto con el público. Esto último me costó mucho esfuerzo, trabajo y equivocarme para entenderlo porque el mundo de la música clásica es muy cerrado. A mí me han enseñado que uno tiene que hacer música para uno mismo y para agradar a expertos, puristas o mánagers, y yo entendí que era todo lo contrario, que lo que importa es el público, y esto ha cambiado toda mi carrera. Pero no, no tengo una estrategia especial para acercar la música, simplemente amo lo que hago y lo comparto con todo el público porque la música es transmitir emociones y no es analizar, no hay que entenderlo. Hay que dejar que te llene y que te inspire.

La semana que viene estará en Torrelavega y ya ha comenzado a dar conciertos en la nueva normalidad. ¿Cómo ha sido el confinamiento para usted?

Ha sido como el de cualquier persona del planeta: muy duro. Hemos visto en las noticias que estaba habiendo muchísimas personas que sufrían por este virus, y obviamente también me preocupa la situación global a la que nos está llevando esto. Pero creo que cada uno tiene que intentar sacar el lado positivo, y en mi caso personal llevaba un ritmo de conciertos que era prácticamente inhumano. Nunca paraba, siempre seguía por miedo a que no se pudiese parar, y tuvimos que parar todos, pero realmente la música en mí nunca paró. Seguía inspirado, tocando y creando pero de una manera más relajada, tranquila y consciente. He podido componer muchas piezas, he reflexionado mucho tanto en el aspecto profesional como en el personal sobre cómo cuidar a los demás. Estamos en una situación en la que necesitamos ayudar, ser más solidarios con nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros amigos... En este aspecto creo que a todos nos ha venido bien esta situación para que cuando volvamos a la normalidad podamos ser más respetuosos con nuestro planeta y nuestra sociedad. Quizá después de esto podamos vivir en un mundo mejor.

¿Le ha costado enfrentarse al público de nuevo?

No. Más que miedo tenía ganas, y después de cuatro meses parado empecé con nervios. Es bonito que los conciertos no se conviertan en rutinarios porque cada concierto te enriquece, cada uno es especial y creo que hay que ponerse un poco nervioso porque los nervios controlados mejoran la calidad del concierto.

¿Alguna vez ha pensado en cómo podría haber sido su vida si no hubiese descubierto la música?

Nunca tuve la oportunidad de pensarlo seriamente y durante suficiente tiempo, pero hace un año cuando tuve un accidente en el que me lesioné el hombro y no pude tocar durante tres meses sí que me planteé que podría hacer si no pudiese volver a tocar. Y supe que siempre seguiría dentro del mundo del arte porque llevo tocando prácticamente desde que nací. De hecho mi madre ya había decidido que tenía que ser violinista antes de que naciese... No tuve ni que decidir y esto podría haber supuesto un problema si no me hubiese gustado, pero menos mal que me gustó (risas).

Como libanés y español, ¿qué piensa de los nacionalismos?

Llevo mucho tiempo viviendo en muchas partes del mundo y no me siento nada y a la vez me siento todo. No me siento libanés, armenio, español o alemán, sino que me siento un poco de todo. No entiendo, pero respeto, el nacionalismo de apegarse a un país, una bandera o una tierra. Yo soy más de apego a las culturas, y lo bueno de apegarse a la cultura es que tú te puedes apegar a todas las culturas del mundo, que es en lo que me siento más identificado.

Pero para eso hay truco, y yo, por obligación, he tenido que trabajar mucho en mi vida y los viajes son los que te enseñan. En cada país y en cada cultura aprendes lo que quieres aprender, y eso me ha ayudado muchísimo. Yo no siempre he estado así, cuando vivía en Líbano viví la guerra, y esto te lleva a que te entre rabia, violencia e incluso odio... Y soy un afortunado porque la vida me ha llevado a otro lugar donde he podido deshacerme de todos los odios y prejuicios y respetar a todo el mundo, sentirme identificado con muchas culturas, no solo con una. Para mí no tiene sentido que una persona pueda decir: “soy esto y ya está”. De cuantos más lugares seas, más rico y abierto eres en tus pensamientos, en tu fe y en tu respeto a la vida.

Alguna vez ha comentado que el problema que existe con los refugiados o los inmigrantes no es solo político sino humanitario, pero ¿cree que hay libertades que no se deberían permitir -aunque suene contradictorio-?

Absolutamente. La democracia es lo más importante en nuestra civilización para que cada uno pueda opinar sin estar perseguido. Pero sí que es verdad que a veces juega en contra, y hay grandes dictadores y asesinos en toda la historia que han sido populares justamente por hacer discursos que han engañado al pueblo y que han fomentado el odio hacia una raza, una nación o lo que sea. Y eso es muy peligroso y no sé cómo se puede parar.

¿Qué opina de la política española?

La política no es algo que me interese. Pienso como pienso y respeto las opiniones diferentes, pero meterme en política o incluso opinar abiertamente no es algo que me motive. Sí que es cierto que estoy dispuesto a opinar siempre y cuando sea un tema humanitario, de solidaridad o de ayuda hacia los más necesitados, pero la política no es lo mío. Cada uno con lo suyo que no soy ningún experto. Eso sí, creo que los políticos deben aprender de política como uno aprende a ser médico o abogado porque es necesario tener políticos profesionales y aptos para ejercer la política. Y esto lo digo independientemente del partido que sean. Deben ser competentes y salvar al pueblo. Eso es lo que esperamos todos de ellos.

¿Qué le hace falta a la cultura para no caer durante esta crisis económica?

La cultura hay que cuidarla porque cuando hay crisis siempre es la que sufre porque se piensa que es algo que no es muy indispensable, que es un capricho. Obviamente yo no pienso así, pero si analizas la historia, el arte y la cultura siempre han existido sobreviviendo a guerras, pandemias, terremotos... La sociedad necesita arte, cultura música, pintura... Es parte de nuestra vida, de nuestro día a día. Y necesitamos ayuda para seguir haciéndola. Ahora la industria de la cultura está muy perjudicada, pero en ningún momento tendría la preocupación de que desaparezca. Jamás la tendría, aunque hubiese un ataque zombie.

¿Ara Malikian morirá sujetando un violín o aspira a jubilarse (al menos de la parte que no es ociosa)?

Ojalá pueda morir tocando el violín. Si muero así moriré feliz, porque tocar el violín para mí es felicidad. Este confinamiento me he dado cuenta de que tocando soy muy feliz aunque esté en mi casa. Así que ojalá la salud me permita tocar el violín hasta que sea muy viejo.

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