Conchi López, rectora: “La universidad tiene que ir de la mano de la sociedad y participar más en el debate público”
Conchi López (Santander, 1964) tomó posesión como rectora de la Universidad de Cantabria (UC) hace poco más de un mes, pero no se puede decir que sea nueva o que no conozca las responsabilidades de su cargo. Lleva casi cuatro décadas vinculada a esta institución académica, primero como estudiante y después como docente, investigadora, decana e incluso vicerrectora, así que conoce la 'casa' desde distintos ángulos. Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y catedrática en el área de Organización de Empresas, ha practicado la docencia internacional, principalmente en México y Marruecos, además de realizar estancias de investigación en Edimburgo, Carolina del Norte y Évora. Entre los puestos desempeñados fuera de la UC destaca su paso por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA), por lo que afronta este mandato de seis años con un diagnóstico muy claro de la situación y del sistema universitario español.
“Comparto que no hemos hecho suficientes esfuerzos para tener presencia en el debate público. Tenemos que ofrecer nuestra colaboración, tenemos que trabajar mucho más con todos los agentes sociales para estar presentes y ofrecer nuestra ayuda”, admite la rectora, que se plantea como uno de sus objetivos fundamentales avanzar hacia una universidad “más abierta” y “más participativa”. En su discurso, la palabra 'reto' es una de las que más se repite, y es que asume las riendas de la UC con una larga lista de tareas pendientes, se pone deberes ambiciosos para los próximos años y no duda en afrontar debates espinosos que tendrá que abordar a lo largo de su mandato.
Ganó las elecciones el pasado 14 de enero y ha pasado poco más de un mes desde su toma de posesión como rectora de la Universidad de Cantabria. ¿Cuál es su primera impresión una vez aterrizada en el cargo? ¿Ha tenido alguna sorpresa inesperada?
Sorpresas inesperadas, no. Conozco bastante esta universidad. Había estado antes en este despacho, no como rectora, pero sí como vicerrectora durante muchos años y conozco a la gente. Así que no he tenido sorpresas. Me he encontrado lo que sabía que me iba a encontrar. Eso sí, el ritmo ha sido frenético en estas primeras semanas porque llegas con un equipo nuevo, hay que tomar muchas decisiones e incorporarse a un tren que ya está en marcha, por mucho que ya sepa cómo es el tren…
¿Cómo valora la herencia recibida del anterior equipo rectoral liderado por Ángel Pazos? ¿Cuál es la situación real de la Universidad de Cantabria en estos momentos?
La Universidad de Cantabria está bien, en términos generales, tanto en investigación como en transferencia del conocimiento, pero eso no quiere decir que no haya aspectos no que queramos cambiar. Hay que seguir creciendo, hay que seguir mejorando. Tenemos márgenes para mejorar en algunos aspectos y en eso estamos trabajando desde el primer día. Hemos comenzado a incidir de inmediato en esos aspectos que creíamos que debían de ser modificados o intensificados para seguir avanzando.
¿Qué retos se plantea en el corto plazo?
Está muy avanzado el curso, así que lo prioritario es preparar el curso siguiente. Hemos llegado a un acuerdo para la oferta de empleo público de 2024, que había quedado parada porque el anterior equipo pensó que era mejor que lo afrontara el nuevo equipo que llegara tras las elecciones. Se ha llegado a un acuerdo por primera vez en 10 años sobre los criterios de promoción del profesorado y ahora hay que preparar la oferta de empleo de 2025. También estamos comenzando a trabajar en la ordenación académica del próximo curso, es decir, en preparar la impartición de todas las carreras para el año 2025-2026. Ahí tenemos que hacer pequeños ajustes, que ya estamos haciendo, dentro de las ideas y cambios que queríamos implantar lo antes posible. Este año nos va a dar tiempo a incorporar relativamente poco por la premura, pero algunas cosas ya están hechas. Y luego, estamos trabajando en redefinir la estrategia de investigación y en fortalecer la transferencia. Hay otros retos importantes, porque hay aproximadamente un año para hacer los estatutos, que deben adaptarse a la nueva Ley Orgánica de Universidades. También se había quedado pendiente.
Lleva más de 35 años ligada de una u otra manera a la Universidad de Cantabria: estudió aquí, ha ejercido como docente e investigadora, ha sido decana, vicerrectora… y ahora ocupa el Rectorado. ¿Ese conocimiento de la institución desde distintos ángulos le da algún tipo de ventaja o un punto de vista diferente al que tenían sus antecesores o cree que puede serle útil en sus nuevas funciones?
Casi todos los rectores anteriores han llegado aquí después de un periodo de aprendizaje, porque formaban parte de los equipos rectorales salientes. Yo tuve ese periodo de gestión hace unos diez años. Tengo una carrera un poco al revés de lo habitual: comencé muy joven en la gestión, tuve cerca de diez años de experiencia en esas tareas, y después paré. Llevaba diez años fuera. Tengo toda la experiencia, pero llego al Rectorado como una profesora de base, una soldada rasa. Eso puede ser una combinación diferente, porque tengo la experiencia en la gestión, pero la visión de una persona que llevaba diez años en el día a día. Es verdad que estar en el Rectorado tiende a aislarte. Creo que no he vuelto a tomar un café en la cafetería de una facultad en las últimas seis semanas… Es algo que tengo que incorporar a la agenda para poder mantener ese contacto con la gente, porque esto es un trasatlántico que va avanzando y que el día a día te come el tiempo.
Hablábamos antes de los retos más acuciantes, pero el mandato como rectora es largo, tiene seis años por delante, y supongo que hay objetivos más a largo plazo en una institución que tiende a moverse despacio…
Primero estamos en el corto plazo porque necesitamos que la universidad no se pare: hay que redactar los estatutos, preparar la oferta de empleo público, el próximo curso… Pero ya estamos empezando a trabajar en las cuestiones de medio y largo plazo. Ahí tenemos cuestiones relacionadas con los espacios, como la parcela libre en Los Castros, quizás una futura ampliación del campus, en Torrelavega… Son asuntos muy importantes. Habrá que abordar también la oferta de estudios, porque hay demandas de la sociedad en algunos ámbitos que tal vez no estemos cubriendo y tendremos que adaptar y reflexionar sobre nuestra oferta educativa. Es algo que no necesitamos ni podemos hacer deprisa. Lo tendremos que hacer a partir del próximo curso. También hay que seguir potenciando la investigación, convocando plazas solo para esta área, porque somos una universidad muy investigadora. En el futuro se viene un escenario con una caída de la población, y por lo tanto, habrá menos alumnos, pero eso no quiere decir que no podamos seguir potenciando nuestra capacidad de generar conocimiento. La industria de Cantabria y de España necesita conocimiento y nosotros podemos aportar ahí, pero poniendo más el foco en la investigación. Tenemos que dotarnos de herramientas para poder aprovecharlo. Y lo que me parece fundamental es trabajar para que esa investigación y ese conocimiento que se genera en la universidad se traslade al ámbito productivo y a la sociedad en un sentido amplio. Es algo que está muy en nuestro ADN, porque estamos en el Top 5 de universidades que transfieren, pero soy mucho más ambiciosa y creo que podemos y debemos hacer más. Requiere establecer ámbitos de colaboración con la industria, tejer lazos, comunicación y trabajo. Es una palanca que tenemos que desarrollar.
El anterior rector, Ángel Pazos, dejó cerrado un mes antes de marcharse el contrato-programa con el Gobierno de Cantabria, que contempla una inversión pública superior a los 300 millones de euros a lo largo de los próximos tres años. ¿Es suficiente la financiación que recibe la Universidad de Cantabria?
Es una buena financiación y creo que el Gobierno de Cantabria ha hecho un esfuerzo importante. Además, establece un horizonte de tres años, lo que nos da una estabilidad que es muy importante. Ahora mismo no nos tenemos que preocupar de negociar ese contrato, sí de aplicarlo lo mejor posible. Por supuesto, tenemos que seguir trabajando con el Gobierno para que garantice esa financiación necesaria para afrontar los servicios públicos que prestamos, pero más allá de eso, yo querría trabajar mucho más en generar autonomía financiera buscando fuentes complementarias de financiación. Es algo que tiene que ir parejo. Tu autonomía te la da una cierta independencia económica.
Tenemos que explotar nuestro propio perfil: somos una universidad pública, con una buena calidad docente, con muy buena calidad investigadora y un gran potencial de transferencia. Ese es nuestro elemento diferencial y tenemos que trabajar en potenciarlo y explicar a la sociedad por qué somos la mejor oferta formativa en Cantabria
El sistema universitario español se ha tenido que acostumbrar y adaptar en los últimos años a una competencia directa con los centros universitarios privados que cada vez proliferan más en nuestro país. ¿Cómo es la convivencia con las universidades privadas en Cantabria en el caso de la UC y cómo le ha podido afectar?
Hasta ahora, creo que hemos convivido razonablemente bien porque son ofertas bastante complementarias. Hay algunas titulaciones que se duplican, pero en general, es bastante complementario. La realidad es que existe la universidad privada en España, que está creciendo mucho, lo cual demuestra que hay necesidad social de formación universitaria. Cuando las universidades privadas siguen creciendo es porque hay necesidades que no se están cubriendo y que las familias están dispuestas a financiar. Por otro lado, creo que nosotros tenemos que explotar nuestro propio perfil: somos una universidad pública, con una buena calidad docente, con muy buena calidad investigadora y un gran potencial de transferencia. Ese es nuestro elemento diferencial y tenemos que trabajar en potenciarlo y explicar a la sociedad por qué somos la mejor oferta formativa en Cantabria. Lo demás es mercado. Tendremos que ir adaptándonos a las necesidades y a las demandas de la sociedad.
¿Y ese nivel de competencia con las universidades privadas no puede llevar a priorizar el aspecto economicista de la universidad, que ha ido girando más hacia la rentabilidad de los grados y a la inserción en el mercado laboral de los estudiantes? ¿Se podría valorar cerrar algunos grados o másteres oficiales si no tienen demanda suficiente?
Eso, en una universidad privada, podría ocurrir. En una universidad pública, no. Lo cual no quiere decir que no haya que hacer algún ajuste o alguna reordenación, no tanto de grados como de másteres. No ha llegado ese momento, insisto. Una universidad pública tiene que mantener una formación mínima. Todavía recuerdo cuando se nos pedía que cerráramos Física y Matemáticas porque no tenían alumnos y hoy en día son algunas de las carreras más demandadas. En la universidad pública sí tenemos que afrontar los costes de mantener una formación transversal en todos los ámbitos, algunos incluso en los que quizás no haya ahora una demanda enorme, pero que son necesarios. Ocurre con algunas carreras del ámbito de las Letras o las Humanidades, que requieren que exista esa inversión. Tener financiación y esa autonomía financiera de la que hablaba antes nos puede permitir hacer ese tipo de inversiones y esfuerzos. Hay que compaginar ambas cosas.
¿Y cómo valora la alianza con las titulaciones que ofrece en Torrelavega la Escuela Gimbernat desde hace dos décadas? ¿Es partidaria de ese tipo de colaboración público-privada?
Yo la veo fantástica. Cuando Gimbernat vino a instalarse a Cantabria con la oferta de Fisioterapia, yo estaba en el Vicerrectorado y lo que se le puso como condición para sellar esa alianza es que se estableciera en Torrelavega, porque estábamos teniendo problemas para fijar titulaciones ahí. Ellos aceptaron ese reto y han conseguido hacerse un espacio que tanto para la ciudad como para la universidad y para los estudiantes es muy bueno. Tienen ya una segunda carrera, un título de Formación Profesional Superior, están analizando alguna otra titulación y eso lo que está haciendo es enriquecer la oferta educativa en el campus. Se puede colaborar desde el respeto y completar la oferta docente. Tenemos una relación leal y duradera, de muchos años, y va a seguir siendo así sin ninguna duda.
¿No cree que la investigación está desplazando en importancia a la docencia? ¿Que se valora más al investigador que al profesor que imparte clases en el día a día?
La universidad en el siglo XIV era otra cosa, pero hoy en día o la universidad es investigadora o es una academia. Estamos en una sociedad del conocimiento muy especializado, en un ámbito muy globalizado, y esto es así, debemos afrontarlo. Nosotros somos una universidad que tiene un fuerte componente investigador y con mucha calidad en su investigación, pero eso no quita que en los sistemas de promoción del profesorado, la investigación pesa más que la docencia. También por cómo se mide. Los sistemas de medición de la calidad investigadora están mucho más asentados internacionalmente y el análisis de la calidad docente cuesta más hacerlo. Pero las dos cosas son importantes y nuestro compromiso con la sociedad es tanto impartir una buena docencia como hacer una buena investigación, y cada vez más, hacer una buena transferencia del conocimiento. Hay que tener una visión global. Es complejo, porque tienen dinámicas, comportamientos y realidades diferentes, pero ese es el reto.
Un asunto pendiente en el sistema universitario español es la reforma del acceso a la carrera universitaria docente, acusada muchas veces de una fuerte endogamia. ¿Cree que debe abordarse o actualizarse este sistema de selección del profesorado? ¿Hacia dónde debería dirigirse en ese caso?
Eso de la endogamia… reconociendo que tenemos cosas que debemos mejorar, creo que es un discurso que no responde a la realidad. Todas las empresas forman a su personal y se lo quedan. Y eso le parece normal a todo el mundo. Por otro lado, nosotros tenemos un sistema de acreditación externo. Un profesor o un investigador no promociona si no hay una agencia externa que ha dicho que tiene los méritos para promocionar. Eso tampoco es frecuente en casi ningún ámbito. Y luego, las comisiones están diseñadas para que haya mayoría de personas de fuera. Lo cual no quiere decir que no tengamos que seguir trabajando para mejorar la movilidad. Ese es un problema de nuestro país. Eso ocurre, no solo en la universidad. Yo creo que tenemos que seguir trabajando en la captación de talento externo. Es un reto nada sencillo y que puede ayudar a romper esas dinámicas supuestamente endogámicas. Si tú te encierras, acabas por no crecer. Soy totalmente partidaria de la apertura, pero tampoco hay que dramatizar con lo de la endogamia en la universidad porque tenemos muchísimos mecanismos que están diseñados para limitar su efecto. Tenemos que seguir mejorando en la captación de los mejores, aunque también es cierto que en los próximos años, con el cambio de la dinámica poblacional, la captación de talento va a ser un problema para todos: en la universidad y en las empresas.
Si tú te encierras, acabas por no crecer. Soy totalmente partidaria de la apertura, pero tampoco hay que dramatizar con lo de la endogamia en la universidad porque tenemos muchísimos mecanismos que están diseñados para limitar su efecto
Repasando el discurso de su toma de posesión, decía que enfocará su mandato como rectora en resolver “retos estructurales que requieren soluciones audaces” y mencionaba aspectos como el envejecimiento de la plantilla o las condiciones en las que se desarrolla la carrera académica, que “están lejos de ser satisfactorias”, según sus propias palabras. ¿Cuál es su modelo para resolver estos problemas que tiene por delante?
Ahora mismo tendríamos que hacer un análisis profundo de lo que van a ser las necesidades docentes en los próximos años, porque no hay una planificación adecuada de lo que vamos a necesitar, y diseñar los perfiles de las personas. También hay que avanzar mucho en la introducción de las nuevas tecnologías y en la simplificación administrativa, que a mí me preocupa muchísimo, porque tenemos cada vez procesos más complejos. También me preocupa muchísimo la comunicación con los estudiantes y tenemos que adaptarnos a la forma de comunicarse que tienen ellos, que no es la nuestra. Esos son retos que van a exigirnos cambiar las maneras en las que hacemos las cosas y ahí deberemos ser valientes y no estar atados a las formas tradicionales.
Decía también en ese discurso inaugural que la universidad, más allá de su labor educativa e investigadora, debe actuar como un “motor de progreso social, económico y cultural”. Sin embargo, visto desde fuera, durante los últimos años da la sensación de que la UC participa poco en el debate público y vive en cierta forma de espaldas a la sociedad de Cantabria. Siempre que se requiere su opinión para un informe o un estudio está disponible, pero pocas veces vemos opinar, debatir y analizar cuestiones sociales fuera de ese ámbito de trabajo estrictamente profesional. ¿Debería haber una mayor implicación de los expertos universitarios en el debate social?
Creo que aunque tenemos mucha tradición de colaboración, nunca se hace lo suficiente en este terreno. Uno de mis retos, sin duda, sería abrir más la universidad y participar más en todos los foros. No solo a la hora de comunicar lo que se hace desde el equipo rectoral, sino abrir hacia fuera las cosas que se hacen desde todo el ámbito universitario. Yo sí que percibo también esa sensación y comparto que no hemos hecho suficientes esfuerzos para tener presencia en el debate público. Tenemos que ofrecer nuestra colaboración, tenemos que trabajar mucho más con todos los agentes sociales para estar presentes y ofrecer nuestra ayuda.
¿Eso no sería también una parte fundamental de esa transferencia del conocimiento de la que se habla tan a menudo desde la universidad?
¡Por supuesto! De hecho, en nuestro equipo hay dos vicerrectorados que llevan el nombre de 'transferencia'. Uno es de transferencia del conocimiento en investigación, que es la más tradicional, y luego hay otro de cultura y transferencia hacia la sociedad. La universidad tiene que ir mucho más de la mano de la sociedad y estar mucho más disponibles, más abiertos, participar más en el debate público. Ahí tenemos que seguir trabajando y es uno de nuestros objetivos fundamentales.
Hemos hablado poco hasta el momento de los estudiantes y no me gustaría acabar sin preguntarle por los jóvenes, que más allá de la formación académica que se imparte en la universidad para luego dirigirse al mercado laboral, reciben también una formación personal y humana como ciudadanos y ciudadanas que empieza a preocupar, por la proliferación de comportamientos machistas, homófobos o xenófobos, que si bien no estaban erradicados, sí parecían minoritarios en las generaciones más jóvenes hace no demasiado tiempo. ¿Cómo es la convivencia dentro del campus? ¿Han detectado ese giro hacia posiciones más extremistas que indican algunos estudios recientes?
Es una realidad que todos vemos en el día a día. Las redes sociales han alterado las formas de comunicación y la universidad y las personas que estamos aquí, desde profesores a estudiantes, formamos parte de la sociedad en la que vivimos. Esas consecuencias también están aflorando aquí. Uno de los retos que tenemos por delante es que esas actitudes no proliferen, en la medida de lo posible, y seguir manteniendo una convivencia pacífica. Es fundamental enseñar a los jóvenes a utilizar bien las nuevas herramientas. Es una realidad: hay redes sociales y las va a haber, hay inteligencia artificial generativa y la va a haber, y otras cosas que ni siquiera imaginamos que va a haber. Pero al mismo tiempo, debemos aceptarlo y ayudarles a integrarlo en su día a día para que sea útil mientras les acompañamos en esa formación de valores o respeto que es muy importante. Es uno de los grandes retos que tenemos por delante. Tampoco soy de las que se apuntan a esos discursos catastrofistas de que cualquier tiempo pasado fue mejor y la culpa de todo es de los jóvenes, ni mucho menos. Yo tengo alumnos y alumnas maravillosos, formados, educados, trabajadores, responsables… Pero es obvio que una de nuestras responsabilidades en la universidad, además de transferir conocimientos y educar, es formar en valores, comportamientos y convivencia. Tenemos que trabajar mucho en ese ámbito y hemos creado un vicerrectorado para tratar de construir soluciones a esas dinámicas y recuperar espacios de cooperación y encuentro.
Es obvio que una de nuestras responsabilidades en la universidad, además de transferir conocimientos y educar, es formar en valores, comportamientos y convivencia
Para finalizar, vamos a irnos hasta el futuro. ¿Dónde le gustaría que estuviera la Universidad de Cantabria dentro de seis años, cuando finalice su mandato como rectora?
Me gustaría que fuera una universidad que estuviera bien el todos los ránkings, mejor que ahora, si es posible, pero sobre todo me gustaría tener una universidad que haya sido capaz de adaptarse a los retos que van a venir en los próximos años, de haber sabido mantener el nivel investigador y de haberlo proyectado hacia afuera, y sobre todo, de haber generado más actividad y más transferencia a la sociedad. Ojalá seamos capaces de construir una nueva dinámica en el campus.
¿Y hacia dónde debería crecer la Universidad de Cantabria en cuanto a los espacios o los grados en un futuro?
Ahora mismo en Santander solo tenemos una parcela vacía al otro lado de Los Castros. Eso sería viable hacerlo en el curso de este mandato, construir ahí otro edificio. Una posible ampliación del campus hacia la ciudad, quizás se podría dejar preparado en el futuro Plan General de Ordenación Urbana de Santander, aunque en ningún caso lo veremos nosotros. Será un trabajo a largo plazo que quedará para futuros equipos. Y luego está el campus de Torrelavega, que ahí también hay opciones de crecer. Hay una propuesta de desarrollar una futura residencia universitaria, va a haber una ampliación del Parque Científico y Tecnológico de Cantabria y ahí también puede haber opciones de extender las actividades de la universidad. Todo ello es viable y está entre nuestros objetivos.
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