“La música es lo único que puede salvar a una sociedad cargada de dolor y llantos”
El cantautor gallego Andrés Suárez (Ferrol, 1983), con más de 20 años de bagaje musical a sus espaldas, asegura que la sociedad actual “está cargada de dolor y de llantos” y que lo único que puede salvarla es “la música, la poesía y la palabra”. Critica con dureza a los gobernantes y representantes públicos a los que responsabiliza de la situación en la que nos encontramos: “Me han demostrado que mienten, engañan y roban, nada más”, subraya.
Se trata de un artista forjado a sí mismo, desde abajo, y que tiene como objetivo “seguir emocionando a la gente”. Suárez resalta que está viviendo “una etapa gloriosa personal y profesionalmente” y, precisamente en este momento, llega a Santander donde presentará este viernes su nuevo disco titulado 'Desde una ventana'. Se muestra entusiasmado por volver a la capital cántabra y espera que el concierto sea “una fiesta y que estemos durante una hora y media olvidándonos de tanto dolor y tanta tensión que vemos cada día en los medios”.
¿Cuál es el secreto del éxito para un cantautor que, como usted, empieza de la nada, desde abajo y forjándose a sí mismo?
Si tuviera la clave del éxito estaría absolutamente perdido porque la utilizaríamos todos los que supiésemos esa fórmula y se iría al carallo la adrenalina de los conciertos y de si se venderá un libro o un disco. Tendríamos ya la solución y todo sería maravilloso. No me interesa saberlo, me interesa seguir tratando de emocionar a la gente y pelear porque se llenen los conciertos y se vendan los discos. No quiero saber la clave, lucho por dejar un legado muy importante de canciones y que los nietos que no tengo me escuchen con orgullo.
Venía escuchando en el coche a Antonio Vega y a Antonio Flores, que el legado de canciones que nos han dejado será eterno, y opino que dentro de cien años se seguirán escuchando. Si haces las canciones de verdad, si haces una buena obra y te preocupas por estudiar piano, guitarra y por mejorarla, la gente aparece en tus conciertos.
A su juicio, ¿qué valor añadido tiene el concepto de cantautor respecto al de cantante?
El valor de la verdad. No digo que un cantante no cargue de emociones sus canciones y no pueda contener un mensaje cierto, pero no es lo mismo haberlo vivido y describirlo. En mi caso canto vivencias personales: el alzheimer de mis abuelos, el muelle de Ferrol -mi ciudad-, el último beso en Cádiz o el baile de flamenco en Sevilla. La gente se siente identificada con esas historias. Esa verdad que transmito es la del dolor, el amor, el desamor... Es una historia cotidiana, por eso digo que soy artesano. A la gente incluso le viene bien recordar ese dolor. A mí me emociona cuando la gente viene a mis conciertos y llora recordando y entendiendo que yo no soy distinto a nadie, ni siento más que nadie.
¿Son más fáciles de tratar en la música los temas que apelan a los sentimientos?
Puede ser. La melancolía, el desamor o el dolor, sentimientos de los que nos culpa la gente que nos escucha, le sienta muy bien. A mí me interesa sufrir en la canción. Me interesa la canción de Antonio Vega, Antonio Flores, Serrat o Sabina, más dolorosa y desgarradora. Me encanta ese dolor, creo que es incluso placentero y demagógico. Esa melancolía es absolutamente genial.
Evidentemente, lo jodido es escribir a la luz y al humor. Para mí el héroe de este siglo es el padre o la madre que tiene tres hijos y no puede llegar a fin de mes y, aun así, se ríe de uno mismo. Lo fácil es decir: estoy mal, me han dejado, me han abandonado y me han engañado, y me bebo dos tequilas y escribo un verso. Sin embargo, a todos nos interesa y nos gusta, si no, los que hacemos canciones y contamos historias estaríamos perdidos.
En el adelanto de su nuevo álbum que presentará en Santander, 'El corazón me arde', experimenta un cambio respecto al resto de sus trabajos que son más introspectivos y melancólicos. ¿A qué se debe?
La grabación de un disco se ciñe al momento vital que habitas. En 'Mi pequeña historia' estaba pasando por un momento sumamente difícil, de separación y de ruptura, viviendo eso que llaman depresión, habitando bares y escribiendo hasta altas horas de la madrugada buscando musas. Un disco intimista, introspectivo, tímido y personal da paso a la luz y deja que entre el aire y la claridad. Pasé a escribir por la mañana, a perseguir amaneceres y a irme a lugares luminosos.
Ese es el cambio más radical de 'El corazón me arde' y lo demuestra. Me encanta que sea la canción que más grita la gente que se pone en pie y salta en los conciertos. Si estamos bien y estamos felices por qué no gritarlo. Estoy viviendo una etapa gloriosa personal y profesionalmente y este single reivindica un momento de felicidad.
¿Escasean esos momentos de felicidad en la sociedad actual?
La sociedad actual está cargada de dolor y de llantos. A día de hoy, leo a diario la prensa y veo lágrimas, sangre, rupturas, separaciones y llantos. Lo único que puede salvarla a la sociedad es la música, la poesía y la palabra. La vergüenza que tenemos de gobernantes y de representantes nos lleva al estado en el que estamos, es una opinión personal, por supuesto. Yo soy una persona patriótica que ama el norte, el verde de su tierra y su gastronomía, el sur, la cultura, la música, el cine y el teatro que tenemos. Detesto con toda mi alma a los gobernantes que hasta hoy, de ambos bandos, me han demostrado que mienten, engañan y roban, nada más.
Cuando habla de gobernantes y de ambos bandos, ¿hace referencia al conflicto catalán y a los recientes acontecimientos en torno a ese asunto?
No, estoy hablando sencillamente de que si alguien viene a uno de mis conciertos o compra uno de mis libros o discos deseando que haga un mitin político o que me posicione en algún lugar y trate de dejar a un lado mi obra musical, que no lo haga. Yo vengo a aportar música. Me ha pasado recientemente en Cuba y en Argentina que alguien viene a tratar de preguntarme por mi bando, mi color y el por qué de mi decisión. En realidad vengo a presentar un disco, vengo a reencontrarme en Santander, tengo más familia que amigos y son más de 16 años cantando allí. Quiero que eso sea una fiesta y que estemos durante una hora y media olvidándonos de tanto dolor y tanta tensión que vemos cada día en los medios de comunicación.
Yo no pido el DNI a nadie que viene a verme. Tengo un público de izquierdas y un público de derechas. Me sucedió una cosa genial en el Palacio de Deportes de Madrid el 4 de noviembre en el concierto de fin de gira, cuando se llenó y vino a cantar mi amigo Joan Manuel Serrat. Y es que me decía un buen amigo cuando paseaba por aquel lugar enorme que en mi concierto había gente de 12 años y de 89, y había gente de extrema izquierda y de extrema derecha. Para mí eso es la música.
Ha tocado en numerosas ocasiones en países latinamericanos. ¿Qué diferencias encuentra en los conciertos y en el tratamiento de la música respecto a España?
Allí la canción de autor española es venerada, idolatrada y mitificada y no te imaginas lo que me alegra. Seamos completamente sinceros y no seamos hipócritas y cínicos. En determinados lugares, factores y momentos uno dice que es cantautor y lo miran con cara rara. Te llaman el aburrido, el triste y el tipo que viene a contarnos sus miserias y sus penas.
Me da un poco de rabia que uno tenga que irse hasta México, Argentina, Chile o Uruguay y lo primero que te dicen cuando aterrizas es que Serrat es dios, Sabina es dios, Víctor Manuel es dios... No digo que en mi país no sean queridos, claro que lo son y mucho, pero allí tienen un amor a la canción de autor española que a veces hace que te duela que te etiqueten como algo ya añejo o rancio.
Un cantautor es Ed Sheeran, Roberto Iniesta, James Taylor... Es un tipo que hace música y letras. Que lo haga en techno, en jazz, en blues o en 4/4 qué importa. De hecho en mi concierto de Santander haré baladas, canciones de piano y voz y me quedaré casi a oscuras con el público y luego habrá espacio para el pop y para el rock y para acabar de pie bailando. Esa pasión me la demostró también Latinoamérica porque es un lugar muy pasional y entregado. La gente tiene ese calor y esa manera de querer, de cantar y de gritar contigo que te marca para siempre.
¿En qué consiste la iniciativa #LaGranFamiliaSuárez?
A mí no me gusta decir ni que tengo fans ni seguidores. Para empezar me suena altivo y para seguir, un fanático es una persona que no piensa y yo creo que mi público piensa y mucho. Entonces #LaGranFamiliaSuárez surge de una iniciativa de Ana Gómez, que trabaja en mi discográfica. Como soy un gallego cabezón, insistente y testarudo, le pedí que hiciésemos algo distinto en este disco, porque para mí es el mejor de mi carrera -si no pienso eso en mi último disco estoy perdido-, y se le ocurrió incluir un CD gratis. Dentro de cada disco había otro para compartir con el hashtag #LaGranFamiliaSuárez y así extender y amplificar la obra.
Me parece una iniciativa genial, que se piratee la industria discográfica, es decir, que ellos mismos compartan un CD gratuitamente me parece muy bien, estoy muy feliz con la iniciativa y la gente lo agradeció muchísimo. Las redes sociales se colapsaron un poco de eso, de que cada uno le da uno a su padre, a su tía o a su expareja y se va moviendo. Además de que hay gente que me escucha desde hace 16 y 17 años que se dice pronto, la gira la tuve que aplazar por una intervención quirúrgica de espalda. Todo salió bien, fue un susto pero ya pasó y, en lugar de que la gente pusiera el grito en el cielo y me maldijera, me daba ánimos y me mandaba flores al hospital. Me quedé impresionado del público que tengo. Llamo #LaGranFamiliaSuárez a la gente que solo me brinda cariño y que está ahí incondicionalmente. Es un hashtag bonito y, una vez más, hablamos de 'buenrollismo', de unidad, de felicidad y amor... y se lo agradezco con ese término.
En este momento tan dulce, ¿Qué espera para el futuro?
Quedarme como estoy [Ríe]. Sé que suena a una frase cantautoril, una frase hecha, pero venir de América y llenar los recintos, irme ahora a México en noviembre y que estén agotadas las entradas, que en España se estén agotando en casi todos los conciertos aunque falten meses para muchos y que mi primer libro que ha salido hace una semana vaya por la tercera edición... ¡qué más puedo pedir! Ni me atrevo. Firmaría un papel para quedarme así el resto de mi vida.