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ENTREVISTA
Raúl Hevia, creador y Premio de Artes Plásticas de Cantabria

“El estilo se convierte en un veneno y cualquier autor que tenga estilo tiene la carrera acabada”

El creador y Premio Artes Plásticas de Cantabria Raúl Hevia.

Javier Fernández Rubio

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Raúl Hevia (Oviedo, 1965) es un nómada que ha vivido y viajado por todas partes hasta que encalló en Cantabria hace 17 años. Premio de Artes Plásticas de Cantabria en 2017, Hevia es un creador conceptual que ha hecho de las enumeraciones y de las listas un ejercicio de reflexión sobre dos de las obsesiones de nuestra época: acaparar objetos y controlar el tiempo. De hecho, de su última muestra expositiva ha extraído como elemento constituyente y superviviente un libro que llevaba el título de 'Contar o contar', una disyuntiva que solo se entiende si por 'contar' entendemos cosas distintas: narrar y hacer cuentas.

El poeta británico Auden está en la portada y en la contraportada tendido sobre un río, haciéndose el dormido o el muerto, sostenido sobre dos rocas, repitiendo la muerte de Chatterton, otro poeta cuyo suicidio fue pintado por Wallis. “Es un gesto romántico maravilloso”, asegura Hevia, que abre 'Contar o contar' a otras repeticiones y homenajes, un conjunto de series del más variado tipo: objetos y acontecimientos recopilados durante años e incluso décadas que constituyen relatos sobre repeticiones.

Así, hay un relato sobre guantes perdidos -“Guantes solteros encontrados en las calles de París entre el 31 de diciembre de 2019 y el 1 de enero de 2020”-, otro en el que cuantifica todo el tiempo perdido con personas impuntuales -“Carlos M. me debe 12 minutos”-, y otro con tickets de espera en supermercados, acumulados durante el año 2018, otra parábola del tiempo perdido o del tiempo sometido.

¿En su DNI qué pone de profesión?

Pues no sé si pone estudiante, de hecho tengo carné de estudiante, pero soy profesor, investigador, artista. Intento hacer de todo y hacerlo todo bien.

¿Cómo se define?

Yo soy un creador que hago cosas, que es una frase maravillosa.

En 2017 le dieron el Premio de las Artes Plásticas cántabras por un obra que es todo un homenaje a Georges Perec y su 'Intento de agotamiento de un lugar de París'. El libro se titulaba 'La repetición. Tentativa' y ahora acaba de publicar una obra que es una recopilación de narraciones en donde el contar y las listas a lo Perec tienen un efecto acumulativo inquietante. Quisiera preguntarle en primer lugar, ¿qué importancia tienen para usted los galardones?

No me presento a premios, no los busco. Lo hice en Cantabria porque me pareció una buena oportunidad, pero no soy de los que se presentan a premios de arte porque suelen consistir en hacer exposiciones gratuitas para las instituciones en los que el artista tiene que pagar los gastos de ida y de vuelta.

No le tienta ser un acaparador de premios, entonces.

Tampoco de currículum, porque hay gente que manda piezas a toda España, da igual que sea una foto o una escultura, porque es una manera de hacer currículum en exposiciones colectivas.

Entonces, ¿qué es lo que le interesa?

A mí lo que me interesa es pasármelo bien y contar cosas. Contar también cómo se lo pueden pasar bien otros. Contar.

De hecho su último proyecto se titula así: 'Contar o contar'.

En el sentido más literal de las palabras. Para mí es contar literariamente la vida, jugar con la imaginación y generar cosas: proyectos, objetos, libros, documentos, fotografías...

El libro forma parte de una exposición que ya concluyó.

La exposición tuvo lugar en el mes de julio y el libro es una pieza más de esa exposición. No es un catálogo. El libro es una selección de relatos, como género narrativo.

Es un libro de relatos basado en enumeraciones. ¿Por qué el hecho de enumerar le seduce? En su anterior obra, en aquel homenaje o recreación de Perec, también enumeraba los acontecimientos que se producían en una serie de días en la Plaza San Sulpicio de París.

El libro de Perec surgió porque yo me planteé en un momento qué era la originalidad y cómo generar productos artísticos cuando lo que veía alrededor ya se hacían. No digo que se copie, sino que es una tendencia por la que mucha gente hace cosas que ya están hechas, lo sepan o no. Yo me planteé entonces hacer voluntariamente algo que ya estuviera hecho, es decir, voy a 'repetir' algo que ya esté hecho y me planteé el libro como una repetición de un libro que ya estaba hecho. 'La repetición' se titulaba, precisamente.

¿De dónde viene esta obsesión por las listas?

No lo sé. Si uno se fija en este libro, que es una colección de relatos que hablan de colecciones, la mayoría son absurdas. En cierto sentido intento ridiculizar las colecciones de cosas que no tienen sentido para nadie. Quiero ridiculizar esa obsesión que tenemos todos por coleccionar cosas, por poseer cosas. ¿Tenemos que poseerlas, sirve para algo, tiene interés? Es algo que hago desde niño, coleccionar cosas que no tienen interés para nadie. Trato de poner límites para que las colecciones no se conviertan en algo obsesivo. Es un poco luchar contra ese ego que está detrás de toda colección y darle la vuelta como diciendo 'si no tiene interés tener cosas porque todo esto se va a quedar aquí'. Es reírme de eso. Voy a coleccionar de aquí al año que viene todas las cosas que encuentro de tal color, de tal material... y luego olvidar. Solo sirve para contar que lo he hecho.

¿No hay en el fondo, como si se tratara de un entomólogo, un deseo de fijar el tiempo, de recoger cada momento, cada historia que pasa por sus manos?

Hay una intención de controlar el tiempo. El tiempo es lo único que no podemos controlar. Casi todo es un trabajo sobre el tiempo, porque tiene pautas temporales y yo creo que es una manera de intentar controlarlo. Me gusta pensar en dedicar mi vida a controlar el tiempo, que es una tarea imposible, absurda.

Luego hace arte sobre cosas absurdas.

Yo creo que no hago nada absurdo [ríe]. Es muy peligroso decir que hago algo absurdo porque puedes caer en la caricatura. Trabajo sobre lo absurdo pero con mucha seriedad. Yo abordo los trabajos con una seriedad y los planifico con un rigor casi científico.

Y genera un relato.

Hay una pieza entera hecha con recortes de cartones de Amazon que repiten su logo (una flecha como una sonrisa) y otra pieza en donde enumero el tiempo que me deben determinadas personas (por haber llegado tarde a una cita). Me llevó 40 años hacer esa lista de personas que me deben tiempo. Es una lista real, con nombres propios y enfrente estaba en la exposición la pieza de Amazon que habla de la inmediatez, del tiempo, del poco tiempo que dedicamos a las cosas. Cuando la gente veía ambas piezas, una le hacía reír y la otra también, pero por motivos diferentes.

¿En qué está trabajando ahora?

Estoy continuando con una serie de relatos que tienen una continuidad temporal que no te puedo explicar. Soy un poco hiperactivo y trabajo en varias cosas a la vez. Estoy haciendo trabajos de investigación y escribiendo libros. Lo que salga luego, no lo sé.

¿Tienen algún significado para usted las tendencias, artísticas, las corrientes en el arte?

Soy muy curioso y no intento desconectarme de la realidad. Ahora bien, también intento no seguir tendencias. En el arte contemporáneo hay modas que mucha gente sigue, quizá por una cuestión de mercado, porque es más fácil vender, o por una cuestión de inseguridad. Yo sigo el camino que a mí me interesa. Unas cosas se venden mejor, otras cosas se venden peor y no me preocupa. No estoy aquí para hacer el negocio con mi trabajo. Intento venderlo pero no me preocupa.

¿Qué papel juega la palabra en su obra? ¿La subordina a la imagen?

Yo soy un creador que escribe. Las palabras siempre son muy peligrosas porque a veces dicen cosas que uno no quiere decir. Pero las palabras para mí son necesarias para contar un relato en el tiempo. Necesito que haya un principio, un fin y una parte intermedia, porque una imagen es un rectángulo y con las palabras hay una sucesión de elementos que marcan una secuencia temporal. Eso me permite contar cosas. Yo no sabría expresarme solo con imágenes u objetos.

¿Cuáles son sus referentes artísticos actualmente?

Me interesa mucho Enrique Vila Matas, Marcel Broodthaers, Sophie Calle, Claudio Magris, Bruce Chatwin, Margarite Duras...

¿Por qué Chatwin?

Porque creó un tipo de literatura que no existía de esa manera hasta que la hizo. Mezcla erudición, viaje, descubrimiento personal y ficción. Crea relatos de investigación pero la mayor parte de las cosas que introduce son ficciones, creaciones de poeta, y recorre el mundo para contarlo. Y me gusta mucho que ninguno de sus libros se parezca. Como en el caso de Perec. Me gusta además que se preocupara de que no hubiese estilo. El estilo se convierte en un veneno.

¿Por?

Creo que cualquier autor que tenga estilo tiene la carrera acabada. Es que acaba haciendo siempre lo mismo.

¿No les ocurre a todos? ¿No se acaba siempre contando lo mismo de un modo parecido?

Hay que intentar escapar de eso. Que no tenga el mismo aspecto. Repetir se convierte en lo fácil, en el mercado. Creo que se convierte en un problema de contaminación por el mercado para vender.

¿Cómo ve el mercado del arte?

El mercado del arte es una situación extraña, de la que intento alejarme, aunque he vendido y vendo. No rechazo intentar ganar dinero con mi trabajo pero no es algo que me preocupe y no es algo en lo que quiera meter la cabeza mucho, porque si no (el mercado) va dirigiendo a fórmulas que se van convirtiendo en una prisión y lo he visto en mi generación. Acaban haciendo lo que se vende. El mercado genera una situación extraña porque a la vez es necesario y un... carcelero, un verdugo.

¿Se puede ser tan independiente del mercado como del poder?

Es horrible. No se puede trabajar con instituciones en serio. Es decir, te tienes que reír de ellas. Los políticos no entienden nada, no se enteran de las cosas. Son personas incultas y esta es una realidad que sabemos todos. No sé si en el terreno de la sanidad, en el terreno de la economía, en el terreno de la agricultura las personas tienen formación en esos campos y pueden discutir con agentes de tú a tú, pero en el mundo de la cultura, no. Tenemos gente que no es culta y no sabe de lo que está hablando. Carecen de discurso, de formación y yo creo que de interés.

¿Qué precio no está dispuesto a pagar por su carrera artística?

No voy a perder tiempo en relacionarme en política para tener una carrera.

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