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Antonio Mantecón: “De la Serna traslada su odio personal a las instituciones”

Antonio Mantecón, concejal de Santander Sí Puede. |

Laro García

Antonio Mantecón (Santander, 1977) es ingeniero técnico industrial y uno de los fundadores de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Santander, además de encabezar en las últimas elecciones municipales la candidatura con la que la iniciativa ciudadana Santander Sí Puede concurrió a las urnas, después de un turbulento proceso en el que Podemos renunció a amparar listas bajo sus siglas cuando el partido morado estaba todavía en construcción. El resultado en esos comicios sorprendió incluso a los propios impulsores del movimiento, con la entrada de dos ediles en la nueva Corporación de Santander.

Desde entonces, Mantecón ha actuado como un referente político antagónico a lo que representaba el exalcalde de la ciudad y ahora ministro de Fomento, Íñigo de la Serna (PP), con el que ha mantenido duros enfrentamientos verbales en su labor de oposición a lo largo de la legislatura, un cruce de declaraciones que ahora ha acabado en los tribunales después de que el edil no adscrito haya presentado una querella criminal por injurias y calumnias ante el Tribunal Supremo contra una de las caras más visibles del Gobierno de Mariano Rajoy, que insinuó que había intentado desviar fondos municipales para fines poco claros.

“En el fondo del trato que se nos dispensa lo que reside es un sentimiento de clasismo, de concepción de la política en la que a nosotros no se nos considera dignos de estar allí, como si la actividad política solo estuviera reservada a determinadas fuerzas, a determinados partidos o a determinadas clases. Ese es el rechazo que nosotros notamos. No es solamente un tema político, sino la sempiterna lucha de clases mostrada en su máxima expresión en el Ayuntamiento de Santander”, asegura.

¿Por qué ha tardado tanto en presentar la querella por injurias y calumnias que anunció hace meses contra el exalcalde de Santander?la querella por injurias y calumnias

En primer lugar, por el cambio de responsabilidades de Íñigo de la Serna. Al dejar el Ayuntamiento y convertirse en ministro de Fomento, pasó a estar aforado y eso nos obligó a tener que acudir ante el Tribunal Supremo. Estaban sus acusaciones, unas veces más claras, otras de forma más velada, de que yo había tenido intención o había intentado desviar dinero público a una cuenta que estaba a nombre de un compañero. Pero luego consideramos que también era constitutivo de un delito de injurias y calumnias su trato hacia mí como un tránsfuga. Aunque no hay un marco jurídico, sí hay un acuerdo entre partidos que define perfectamente el término. Creo que por su parte ha habido una intención difamatoria clara. Había que preparar muy bien la querella con las informaciones concretas, tirando de hemeroteca, con manifestaciones suyas que, desde nuestro punto de vista, reflejan la comisión de un delito por su parte. Ha habido que documentarlo todo y eso ha provocado un retraso.

¿Su aforamiento una vez que asumió responsabilidades en el Gobierno de España le hizo dudar sobre la posibilidad de presentar la querella?asumió responsabilidades en el Gobierno de España

No, en ningún momento. Ahí están las razones por las que presentamos la querella. Lo que está claro es que en el sustrato de todo esto, lo que hay es un posicionamiento político por parte del exalcalde y por parte del Partido Popular respecto a la formación a la que represento –Santander Sí Puede– basado primero en un sentimiento de superioridad. Esto es consecuencia de nuestra acción política. Se originan una serie de denuncias que nosotros empezamos a hacer dentro de nuestra labor de oposición en el Ayuntamiento que, en lugar de tener respuesta en este ámbito, como pueden ser las denuncias sobre la gestión de la Sociedad de Vivienda y Suelo de Santander, lo que tienen es esta otra respuesta. No se discuten las denuncias que nosotros hacemos, sino que se nos trata de perjudicar políticamente, atentando contra mi honor, vinculando mi nombre con conceptos como la corrupción o la mentira.

¿Qué influencia han tenido estos comportamientos?

Es un juego político muy sucio en el que lo que se pone en cuestión son nuestros valores, donde se nos intenta dejar a los pies de los caballos de cara a la opinión pública, aprovechando una mayor infraestructura, una mayor capacidad, como lógicamente tiene el Partido Popular y un equipo de Gobierno, con todos los recursos que eso supone. Tratan de debilitar nuestra acción política con este tipo de artimañas. Eso tiene un coste político, evidentemente, pero también tiene un coste personal, en nuestro trabajo, en nuestra vida privada. Hablo en plural porque también le ha pasado a otros compañeros que estaban trabajando conmigo en el Ayuntamiento. Al ser tan pequeños, al no tener tanta experiencia o tanta capacidad, al no ser profesionales de la política, todo esto tiene un impacto más significativo de lo que pueda tener para un señor que lleva 20 años viviendo de la política y tiene toda una infraestructura económica y de partido a su servicio. Y también, por qué no decirlo, con cierta mano en determinados medios de comunicación, que siempre están dispuestos a prestarle ayuda.

¿Se han sentido perseguidos por su papel dentro del Ayuntamiento de Santander?

Yo era una presa fácil, o eso pensaba el alcalde sobre mí. Por eso, la única respuesta que nosotros tenemos ante este atropello es denunciarlo. Esta querella es absolutamente necesaria para que los señores que actúan bajo estos patrones en el mundo de la política, que normalmente están vinculados a los grandes partidos y, sobre todo, al Partido Popular, no se crean que no van a tener una reacción. Ante estos ataques, te tienes que defender. De lo contrario, la mentira queda y tu vida personal se ve dañada. Independientemente de que Íñigo de la Serna siguiera siendo alcalde y fuera a un tribunal ordinario o, como pasa ahora, que tengo que recurrir al Supremo, yo tenía claro que la denuncia la iba a acabar poniendo. No queda otra opción para demostrar que sus acusaciones hacia mí son rotundamente falsas, y mi integridad y honradez quiero que queden fuera de toda duda. Luego, el recorrido que tenga en los tribunales ya lo veremos.

Decía que esos ataques por parte del equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Santander han afectado más allá de su papel institucional y político. ¿Han tenido efectos en su vida privada?

Como digo, venimos de ámbitos personales en los que no se está acostumbrado a la política institucional y a lo duro y sucio que puede a llegar a ser en un momento determinado. Vivimos en una ciudad que, para lo bueno y para lo malo, la ciudadanía no se suele expresar con especial agresividad o entusiasmo frente a sus cargos públicos. Es cierto que yo no he recibido ningún tipo de reproche por la calle ni nada por el estilo. Al revés, he recibido apoyo. Pero sí es verdad que en el plano familiar, ver todos los días en los periódicos que la persona a la que quieres se la está acusando de cometer una serie de cosas que son totalmente falsas, al final afecta. Las consecuencias que eso pueden tener en el ámbito profesional están por ver. Por suerte, para mí no han tenido consecuencias, pero la tentativa está ahí.

Lo que queremos hacer es advertir que por nuestra parte no se van a permitir este tipo de prácticas. Quizás en otro contexto, en otro ambiente, en otra ciudad con otro tipo de comportamientos o pautas, podría haber tenido más consecuencias. En cualquier caso, la mala intención de este tipo de declaraciones públicas sería igualmente reprochable, independientemente de los efectos que hayan tenido. También creo que, cuando se desató toda esta campaña difamatoria, tuvimos una capacidad de respuesta que el PP no se esperaba. Respondimos y aclaramos muchas cosas. De no haber hecho ese esfuerzo, tal vez las consecuencias hubieran sido más graves.

Dieron respuesta a esos ataques públicos, pero consiguieron en parte su objetivo, porque se produjo una desestabilización en la fuerza política que representa, con una ruptura en el grupo municipal y dejándolo a usted como concejal no adscrito y sin prácticamente recursos para realizar su labor de oposición. ¿Cómo está trabajando ahora?una ruptura en el grupo municipal

Bueno, no se salieron del todo con la suya. Sí que hemos visto mermados nuestros recursos y nuestras posibilidades en cuanto a nuestro trabajo institucional dentro del Ayuntamiento de Santander después de que pasara a ser concejal no adscrito. Es mucho más difícil tener información, conseguir documentación, seguir el día a día, tener colaboración con los diferentes grupos municipales, tener un trato ordinario con los funcionarios para cualquier consulta… Eso es mucho más complicado y a nosotros nos supone un sobreesfuerzo. El hecho de estar litigando en los tribunales, de tener que estar defendiéndonos, haciendo comunicados para desmentir auténticas falsedades… eso también conlleva un tiempo y un esfuerzo. Nos hemos visto obligados a hacer un sobreesfuerzo para seguir manteniendo la línea política de propuestas a nivel institucional, pero creo que lo hemos conseguido. Evidentemente, tiene un coste personal.

Son muchas más horas, más esfuerzo, mucho menos tiempo para estar con nuestras familias. Además, no tenemos la experiencia política o la infraestructura que tienen otros, pero esa voluntad y esa fortaleza ideológica que nos caracteriza nos ha permitido seguir adelante. Ahora entramos en una fase a nivel organizativo y político un poco más interesante. Vamos a empezar realizar actos relacionados con las mociones que presentamos en el Ayuntamiento, tratamos de fortalecer nuestra presencia en la calle y nuestra relación con los colectivos sociales y llegaremos hasta donde podamos. Lógicamente, si no tuviéramos que luchar contra los elementos, contra todas estas circunstancias, podríamos destinar el 100% de nuestros esfuerzos solamente a la acción política. Creo que nos hemos sobrepuesto de forma bastante positiva.

No tenía experiencia en la vida institucional e insiste en lo sucia que es la política profesional. ¿Le ha sorprendido o contaba con ello cuando dio el paso hace más de dos años de embarcarse en un proyecto como el que representa?

No puedo decir que me estoy encontrando cosas que no esperaba. Quizás me sorprende la intensidad y la intransigencia. No solamente es un problema de defender modelos políticos o proyectos para la ciudad absolutamente distintos. No es solamente una cuestión de confrontación de ideas políticas. Nosotros en Santander nos enfrentamos -y llegados a este punto la palabra enfrentarse creo que es la adecuada- a una concepción elitista de la política. Es un equipo de Gobierno, es un partido, son unas tendencias políticas y sociales que llevan demasiado tiempo dominando esta ciudad.

En el fondo del trato que se nos dispensa lo que reside en todo esto es un sentimiento de clasismo, de concepción de la política en la que a nosotros no se nos considera dignos de estar allí, como si la actividad política solo estuviera reservada a determinadas fuerzas, a determinados partidos o a determinadas clases. Ese es el rechazo que nosotros notamos. No es solamente un tema político, sino la sempiterna lucha de clases mostrada en su máxima expresión en el Ayuntamiento de Santander. Para ellos no somos dignos, pero nosotros creemos que los que han demostrado no ser dignos para gobernar este Ayuntamiento son ellos, y que el poder debe residir en el pueblo, y que la política municipal debe ser mucho más democrática y participativa, y que a los vecinos hay que respetarlos y escucharlos, mientras que lo que se hace es silenciarlos e insultarlos. Como abanderamos exactamente lo contrario que el PP, no nos dan ningún cuartel, no nos respetan, no dialogan con nosotros y se nos trata de echar del Ayuntamiento de malas maneras, pero no lo vamos a permitir de ningún modo.

Cualquiera que haya seguido los plenos en el Ayuntamiento de Santander durante esta legislatura ha podido comprobar que el enfrentamiento que ha mantenido con el ahora ministro de Fomento era algo más que político. ¿El componente personal ha sido determinante en esta pugna?

Sí, puede ser. Habrá que preguntárselo también a él… Yo creo que De la Serna traslada su odio personal a las instituciones. En mi caso, no he cambiado con respecto a la persona que era fuera del Ayuntamiento. Yo inicio mi actividad política en los movimientos sociales, doy un paso hacia la política institucional y se abre otro mundo. No solamente no tenemos tal capacidad de metamorfosis como para actuar de una manera un día y de otra al día siguiente, tomándonos la política de una manera más institucionalizada, sino que además considero personalmente que esa transformación es perjudicial. Con lo cual, lo que nadie podía esperar es que ni yo ni cualquier otro representante de Santander Sí Puede llegase al Ayuntamiento y dijese lo que pensamos de una manera distinta de lo que se hace en la calle, siempre dentro de unos márgenes de respeto. ¿Cuál es el problema? Que en este Ayuntamiento estaban acostumbrados a una forma de oposición demasiado tibia, demasiado suave, que no ponía en cuestión el statu quo, que era una mayoría absoluta aplastante.

El equipo de Gobierno nunca ha tenido voluntad de escuchar a los santanderinos, y mucho menos a aquellos que eran reivindicativos, que cuestionaban su política, que cuestionaban sus posturas. Cuando nosotros hemos accedido al Ayuntamiento hemos ejercicio la oposición con una crítica bastante descarnada, pero era la que representaba a esa parte de la sociedad santanderina que nos había votado. Los mensajes no tienen por qué cambiar, por qué suavizarse, ni por qué dulcificarse. No tienen por qué compartir esos mensajes, pero tienen que respetar que lo digamos con una manera y un tono que nosotros creemos que representa a ese sentir, que nosotros vemos en una parte de la ciudad que el PP ha decidido olvidar hace tiempo por esa concepción clasista de la política. Siempre hay ese Santander que parece que no existe, ese Santander de trabajadores, ese Santander del extrarradio, ese Santander que en urbanismo sufre las consecuencias de la gentrificación, ese Santander que vive dentro del umbral del 30% de población en riesgo de exclusión social. Nosotros le hemos puesto voz, y ese Santander vive una situación desesperada que a veces se entremezcla con la rabia.

Si estos señores deciden no escuchar a la calle y visitar solamente aquellos barrios que les conviene y hablar con aquellas personas que les conviene, nosotros hemos llegado al Ayuntamiento para que también oigan a esa parte de la ciudadanía. Pero como no lo soportan y el ego es muy malo en política, lo que han hecho es dar una respuesta personal en un vano intento de destruir personalmente a aquellos que estábamos introduciendo nuevas formas de hacer política en el Ayuntamiento. Quizás más duras, sí, pero también muy saludables. Eso ha sido lo que ha caracterizado nuestra relación con el Partido Popular desde el comienzo de la legislatura. A mí me hubiera gustado debatir con ellos sobre todo esto, pero al PP le falta humildad y le sobra prepotencia. Ese debate, por desgracia, no se ha producido. Ahí están nuestras cerca de 40 propuestas presentadas a título individual, en todo tipo de materias, y nuestras 30 propuestas conjuntas con otros grupos. Ninguna de esas 40 propuestas –salvo la del protocolo antidesahucios, y para no ponerla en práctica– ha sido apoyada por el Partido Popular. Hombre, algo haremos bien de vez en cuando, digo yo… Nosotros sí hemos apoyado propuestas suyas. Nosotros tenemos una actitud bastante más constructiva, y ellos una actitud mucho más sectaria.

¿Ve positiva la salida de Íñigo de la Serna del Ayuntamiento de Santander?

No puedo verla positiva si las mismas artes siguen imperando en este equipo de Gobierno. No necesariamente es una actitud de la alcaldesa, Gema Igual, aunque quiero recordar que cuando hizo una ronda de contactos con los miembros de la oposición, a mí personalmente, y por tanto a Santander Sí Puede, nos dejó fuera con la excusa de que no teníamos grupo municipal. Si tú hablas con la oposición, hablas con la oposición, independientemente de que yo sea un concejal no adscrito, que es lo que me consideran. Mal empezó su andadura si lo que pretende es establecer un diálogo. A esta alcaldesa le digo lo mismo que le dije a De la Serna en su momento: nosotros no vamos a cambiar nuestra forma de hacer oposición y de hacer política. Si tienen la capacidad y el encaje necesario para aguantar las críticas y para analizar las propuestas, aunque no estén de acuerdo, se podrá construir algo. Hasta el momento, lo único que ha habido es un cambio de protagonistas, pero continúan insistiendo en el descrédito personal. El espíritu sigue siendo el mismo, por desgracia.

¿Qué objetivos se marca para estos dos años que quedan por delante?

La línea que vamos a seguir es la misma que venimos manteniendo. Creo que vamos en el rumbo adecuado en cuanto al número de propuestas, el nivel o las características de las mismas. Lo que necesitamos es sacar a la calle y explicar esas propuestas a los vecinos que tratamos de poner en marcha desde el Ayuntamiento. Por desgracia, el PP tiene la mayoría junto a Ciudadanos, y creen que no es positivo para la ciudadanía aumentar el gasto social, redactar un plan de empleo para los 2.000 parados de larga duración, o que se destine una parte del presupuesto para la rehabilitación de edificios en ruina.

Lo que tenemos que intentar es que este tipo de propuestas que estamos formulando sean conocidas por la gente para que vean que hay otra forma distinta de entender la ciudad y otro concepto diferente sobre cómo se debe gobernar Santander. Nosotros no solamente somos un partido reivindicativo que intenta insuflar nuevos aires a la política municipal, sino que además estamos perfectamente cualificados para formar parte de un hipotético Gobierno municipal, o para liderarlo, aunque partamos de una situación minoritaria en estos momentos. Es cierto que no teníamos experiencia en la política municipal, pero estamos aprendiendo muy rápido y estamos en disposición de alcanzar mayores cotas.

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