Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Bárcenas más allá de la roca de If
Si Alejandro Dumas hubiera podido ver esas canas distinguidas, esos trajes cortados a medida o ese porte majestuoso a lo Depardieu, quizá no le hubiera costado imaginar al protagonista de El conde de Montecristo en su lujosa y opulenta madurez.
Tanto Dantés como Bárcenas gozaron de la confianza de sus mentores desde muy jóvenes. Con apenas veinte años, el francés navega a bordo del Faraón, el barco del comerciante Morrel quien está ya convencido de entregarle el mando del mismo. El exsenador por Cantabria tiene poco más de 26 cuando llega al Partido Popular y no tarda mucho en alcanzar el cargo de tesorero gracias a la influencia de Ángel Sanchís, amigo y persona de confianza de Manuel Fraga.
A partir de aquí las historias se bifurcan, siguiendo cada una sus propias ramificaciones pero convergen también en puntos muy interesantes. Dantés detecta las irregularidades cometidas por Danglars, el contador de Morrel, lo que muy pronto se convertirá en su perdición. Bárcenas desarrolla, por su parte, un complejo sistema de contabilidad al hilo del cual el juez Ruz ha encontrado ya numerosas cuentas en Suiza, Estados Unidos, Bahamas o Uruguay.
Por culpa de una denuncia anónima urdida por Danglars en complicidad con Fernando de Mondego y encubierta por el procurador Villefort, Dantés es condenado a la peor de las prisiones francesas, con el objetivo de ser olvidado.
Mientras tanto, el juez Ruz ordena el ingreso en prisión de Luis Bárcenas para evitar la ocultación de pruebas, aunque previamente éste denuncia al PP por la desaparición de sendos ordenadores de “su” despacho, extremo que los populares niegan alegando que Bárcenas había sido despedido (en diferido) y carecía de despacho en su sede.
Dantés alivia las penurias de If gracias a su amistad con otro prisionero, el Abate Faría, que le instruye en las artes de la economía, la política, la filosofía y la esgrima. Pero sobre todo le proporciona tres cosas de gran valor: le abre los ojos sobre los verdaderos responsables de su desgracia, le indica la situación exacta del mítico tesoro de Cesare Spada y finalmente posibilita su huida cuando, al morir, Dantés ocupa su lugar y es arrojado al mar.
Bárcenas no dio la impresión de pasarlo tan mal en Soto del Real, o eso dicen algunas fotografías publicadas por los medios. Es cierto que carecía de la amistad y las lecciones del Abate Faría, pero sí contaba con un SMS firmado por el presidente del Gobierno que le animaba a “ser fuerte”. Su salida provisional tampoco parece tan sufrida, pues apenas se ha visto obligado a depositar una fianza de 200.000 euros.
Pero... ¿cómo se resolverá la historia? Dantés regresó a París y ayudado por la inmensa fortuna que halló en la isla de Montecristo pudo llevar a cabo su venganza ante Danglars, Montego y Villefort, pero aquella revancha tuvo tintes trágicos y no terminó de satisfacer nunca a su protagonista.
Bárcenas reunió también un ingente tesoro y a preguntas del juez afirmó haberlo obtenido a través de “inteligentes inversiones”. Quizá hubiera resultado más creible responder que había encontrado el tesoro de Cesare Spada. ¿Y qué hay de su venganza? Bueno, sus primeras declaraciones al salir de prisión fueron que “el Partido Popular no tiene nada de qué preocuparse”. ¿Habrá reflexionado sobre la desilusión y el dolor que su propia venganza provocaron a Dantés?
Lo mejor es acudir a las palabras que Dumas pone en boca del Conde de Montecristo al final de la obra:
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.