Cuando la experiencia se vuelve un hándicap: encontrar empleo con más de 45 años
Los 4.824 desempleados -según la EPA- de más de 55 años que hay en Cantabria no piensan que estamos saliendo de la crisis como tanto se airea desde algunos ámbitos. Este colectivo es el que mayores problemas tiene a la hora de lograr reincorporarse al mercado laboral y la tasa de parados sigue en aumento pese a la mejoría de la economía como así lo demuestran los datos oficiales.
Y es que según esta misma encuesta, el 2018 ha supuesto un año de récord después de registrar que un 15,7% de los hombres y un 13,4% de las mujeres en paro provienen de esta franja de edad. Hasta ahora, las cifras más altas eran del año 2015 cuando se alcanzó un porcentaje total del 12,43%. Para que se aprecie la diferencia, en el primer trimestre de 2002 había poco más de 700 desempleados en Cantabria, una cifra muy alejada de los casi 5.000 parados registrados en los primeros meses de este año.
Aunque el problema se agudiza para las personas con 55 o más años, las dificultades para encontrar un empleo comienzan a ser palpables a partir de los 45, según señala Laura Lombilla, secretaria de empleo de Comiones Obreras. “Es verdad que aquellos de 55 años o más tienen un problema todavía más acuciante, pero lo que es el problema estadístico como tal surge a partir de los 45”, apunta. Respecto a los parados de larga duración -un año o más en el paro- Lombilla lo tiene claro: “Si eres parado de larga duración y de más de 55 años tienes pocas posibilidades de dejar de serlo”, indica.
En esta misma línea, un informe de UGT indica que en Cantabria la edad media de los desempleados ha pasado de los 33,5 años a los 41,14 desde 2012 a 2018. A este envejecimiento también se une la edad media de los que tienen empleo, que pasan de los 39,5 años en 2012 a los 44,57, como consecuencia de la dificultad de los jóvenes de entrar en el mercado laboral.
De esta forma, a mayor número de parados, más personas tienen que recibir subsidios, por lo que el Gobierno de los populares en el año 2013 decidió que las ayudas se iban a empezar a cobrar a los 55 años en lugar de a los 52 como método para rebajar el número de ayudas prestadas. Además, se añadió la condición de tener en cuenta los ingresos familiares para poder acceder a dicho subsidio, por lo que muchas familias dejaron de recibir esas ayudas por contar con otras. Sin embargo, en julio de este año, el Tribunal Constitucional anuló parte de esta normativa y aunque se siguen manteniendo los 55 años como requisito, desde ahora solo se tendrán en cuenta los ingresos del solicitante para poder percibir la ayuda.
Julio Ibáñez, secretario de Empleo en UGT, ha recibido esta medida del nuevo Gobierno de forma “muy positiva”, aunque no por eso deja de reclamar que “no es suficiente”. “Desde la agrupación llevamos años diciendo que es necesario volver a la situación anterior, que este subsidio se pague a mayores de 52 y que, además, dure hasta la edad de jubilación si no se ha podido encontrar trabajo”, comenta.
Otro de los problemas son las cotizaciones, que actualmente alcanzan el 100% pero que para UGT deberían situarse en el 125%. “Lo suyo sería establecer un puente hacia la jubilación sin que nadie se quede sin cobrar ningún tipo de prestación”, reclama Ibáñez.
Casos reales
Aunque si hay algo en lo que se ponen todos de acuerdo es en la “insuficiencia generalizada del Estado para recolocar” a estos parados. Esperanza tiene más de 55 años, está en el paro desde hace un año y vive en una zona rural de Cantabria, lo que le dificulta poder asistir a los cursos impartidos por el SEPE. “No me ha merecido la pena hacerlos porque con los 430 euros que dan de ayuda familiar no puedo ir a Santander todos los días. O haces el cursillo o comes”, cuestiona.
Su caso no es diferente al de otros parados. Trabajó como autónoma de jardinería hasta que la situación empezó a ir mal y tuvo que dejarlo, y después lo hizo para el Ayuntamiento de su pueblo “a través de los contratos subvencionados por la Comunidad Europea”, indica. “Aquí lo único que hay en jardinería son esos contratos en los que trabajas seis meses sí y seis meses no”, lamenta. Además, no puede evitar comentar una de las situaciones que más afecta a estos parados que dependen de las instituciones, “el enchufismo”. “El alcalde siempre escoge a sus amigos y es muy difícil acceder porque no se mira qué familia necesita más el trabajo, sino con quién tiene más relación. El año que trabajé allí fue porque me escogió el paro directamente”, sentencia.
Esperanza tiene la ayuda familiar hasta dentro de diez meses, por lo que aunque su carácter sea tranquilo, admite que si sigue sin encontrar “nada”, el tema se va a poner “complicado”. Con una pérdida total de confianza en el sistema, señala a Mújica en Uruguay como referente de “una política real y para el pueblo”, aunque dice que aquí “duraría dos telediarios”.
César Bezanilla representa un caso muy diferente al de Esperanza. Este hombre de 60 años trabajó de diseñador gráfico durante 12 años hasta que el propio mercado cántabro lo expulsó de su empleo. Además de dedicarse al mundo del diseño, César es auxiliar de enfemería y ha trabajado como empleado de seguridad hasta que le echaron después de un cambio en la dirección de la empresa. Con una discapacidad del 34% -producida por una diabetes tipo I y por epilepsia-, este hombre ameno y dicharachero a partes iguales, no culpa a sus enfermedades de la falta de empleo, al menos no tanto como a la edad. “No siento tanto la doble discriminación porque la discapacidad no se nota. Se nota más por la edad, a los empresarios les cuesta aceptar que la experiencia es un valor”, incide.
En estos más de tres años en el paro, Bezanilla confiesa haber realizado muchos cursos. “Los dos últimos que he realizado han sido el de atención sociosanitaria en domicilio y el de atención sociosanitaria en instituciones. Ahora mismo estoy con las prácticas en un centro de día con personas con alzheimer y me gusta mucho”, relata. En su caso, el peor problema es no tener nada que hacer, por lo que siempre está buscando cursos a realizar para seguir formándose. “Es que si no te estás comiendo el coco todo el rato, hay que mantener el cerebro activo”, señala.
No esconde que el tema de los subsidios no le preocupa tanto como volver a recolocarse porque su objetivo es “trabajar”. Admite tener una amplia preparación y haber pasado por diferentes empresas, lo que no se corresponde de todo con el perfil típico del parado de más de 55 años.
Según Lombilla,“suelen ser trabajadores que llevaban mucho en una empresa, normalmente del sector de la construcción o servicios”. Esta sindicalista añade que estos desempleados “normalmente dominaban su trabajo muy bien”. “Eran buenos profesionales, pero puede que ese empleo ahora mismo ni siquiera exista”, explica.
César sabe que su situación es complicada. “Veo la jubilación a los 67 y fatal, yo quiero trabajar pero creo que esto es una cosa entre la clase empresaria y la clase obrera. Y si no se llega a un acuerdo lo tenemos muy crudo. No se puede penalizar al trabajador desde los 45 años, el empresario parece que solo busca sacar dinero a corto plazo. Cada día somos más tercermundistas en este país”, denuncia.
José Luis Ramos sí tiene un perfil más 'típico'. Empleado de la construcción desde muy joven, este hombre de 58 años perdió su trabajo en el año 2009 y con tres hijos. “El Gobierno permitió que fuesen echando a la gente por cuatro duros y ahora permite que haya empleo sumergido. A mí me han ofrecido trabajos sin Seguridad Social y con sueldos mínimos, pero yo por ahí no paso”, relata.
Para él, la situación que se está viviendo es totalmente injusta para la clase trabajadora. “Tengo la discriminación de ser mayor de 45 años en busca de trabajo desde el 2009. El prejuicio por parte de las empresas es total. Con 58 años para 59 no me contrata nadie”, señala. José Luis también se muestra muy crítico respecto a las ayudas: “Son insuficientes. Nos suben el IRPF, la luz, el agua, luego está el problema del gasoil con el que nos quieren quitar los coches… Así que tengo que buscarme la vida para poder cubrir todo. Estoy obligado a irme de casa para buscarme honradamente la forma de conseguir más dinero”, indica apenado.
Consciente de lo que ha cambiado la construcción en España, José Luis considera que los empresarios están abusando de los inmigrantes mientras el Gobierno no hace nada. “Se merecen trabajos de calidad como los españoles, no trabajar muchísimas horas por dos duros. Si vas a cualquier obra vas a ver a muy pocos españoles y a muchísimos extranjeros”, afirma. “Si la cosa sigue así tendré que jubilarme”, finaliza.
Encontrar empleo a través de Twitter
Uno de los principales motores para encontrar trabajo son las nuevas tecnologías, por lo que algunos hijos se implican en la búsqueda de empleo de sus padres. Este es el caso de Manuel e Iván Sánchez (progenitor e hijo respectivamente). El primero de 47 años y cansado de llevar cinco en el paro, no conseguía trabajo siguiendo los métodos tradicionales, por lo que su hijo decidió reclamar empleo para su padre a través de su Twitter y empezar -sin querer- una hazaña que se hizo viral a las pocas horas.
Con 30 años de experiencia como fontanero, Manuel -dedicado principalmente a la construcción- llevaba un tiempo realizando trabajos esporádicos y sin asegurar. Tampoco cobraba el paro desde hacía tiempo y, además, tal y como cuenta su hijo, “solo mi madre trabajaba y somos seis en casa. Así que se me ocurrió como última alternativa recurrir a las redes sociales, o quizá por desesperación, pero jamás pensé que pudiese llegar a tanto”, indica.
Lo que no esperaba ninguno de los dos era encontrar trabajo para ambos, pero así fue. Después de que les contactasen varias empresas, tanto Iván como su padre consiguieron levantar la situación familiar de un plumazo. “Ahora mismo la situación está bastante mejor y trabajamos los dos porque nos contrató la misma empresa”, celebra.
Al progenitor le costó más entender lo que había hecho su hijo, sobre todo, por “no entender esto” -referido a las redes sociales-. “No nos lo creíamos, mi padre al principio era un poco reacio, pero luego se lo expliqué y estaba alucinando, jamás esperábamos que la gente se volcase así y las muestras de cariño recibidas, está contento con su trabajo”, comenta.
Este padre y este hijo de Dos Hermanas, trabajan actualmente de controladores de piscina, aunque en cuanto pase el verano continuarán empleados en vigilancia de noche. El joven recomienda hacerlo a todo el mundo: “Ojalá todo el que lo necesite de verdad lo haga y le salga igual de bien que a nosotros”.
Manuel Sánchez representa a ese bajo porcentaje de parados de más de 45 años que consigue empleo después de años sin trabajar. Y que ese porcentaje sea tan bajo, es lo que alimenta que UGT y de CCOO exijan al Estado que encauce los planes de empleo y que personalice los cursos del paro para que estas personas comiencen a tener posibilidades “reales” de encontrar trabajo. El cambio de Gobierno ha dado “cierta esperanza” a estos parados que, aunque han perdido un poco la fe en el sistema, y continúan reclamando cambios y luchando por algo que, para ellos, “todos nos merecemos: un empleo digno”.