Socios con derecho a roces: las discrepancias entre PP y Cs en Santander no llegan a los plenos
El físico austríaco Erwin Schrödinger propuso la paradoja cuántica de que un gato, encerrado en una caja fuera del alcance de un observador, pueda estar vivo y muerto a la vez. Encerrado con un dispositivo venenoso que tuviera un 50% de posibilidades de activarse, Schrödinger venía a decir que mientras no se abriera la caja y se comprobara si estaba vivo o muerto efectivamente, el gato estaba en dos estados superpuestos y compatibles: vivo y muerto.
Ante la duda de si el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander, de puertas adentro, está unido o no, solo cabe abrir la caja de Schrödinger y observar su estado. El grado de cohesión es observable en el repaso a las votaciones del primero año y medio de legislatura en el pleno de la Corporación, lo que arroja una conclusión clara: de 207 votaciones, solo en tres casos el voto ha sido opuesto y en otros doce, uno de los dos socios se ha abstenido.
El equipo de gobierno de Santander, compuesto por Partido Popular y Ciudadanos, no goza de buenas relaciones personales, pero no son tan malas políticamente. Hay incomunicación entre algunos departamentos, como entre Urbanismo (Cs) y Fomento (PP), y las protestas de la formación naranja por su ausencia de organismos, como el Puerto, o de visitas a otras instituciones son notorias, tanto como las discrepancias públicas entre la Alcaldía que ostenta Gema Igual (PP) y la portavocía de Ciudadanos, que ostenta Javier Ceruti, a la hora de valorar la actualidad política.
La transparencia en la gestión pública de los servicios privatizados o el grado de participación en los grandes planeamientos, algo en lo que incide Ciudadanos, o el cumplimiento de acuerdos de gobernabilidad como la retirada de los diques de La Magdalena, han producido los roces más graves, pero la coalición no se ha visto amenazada seriamente. Todo lo contrario, no hay diferencias sustanciales en campos como el urbanismo, la política fiscal o la primacía del monocultivo económico del sector servicios.
Desde junio de 2019, salvo excepciones, las discrepancias entre ambos no traspasan el plano de las declaraciones formales y los piques entre socios por el protagonismo mediático. Ni siquiera los incumplimientos de los acuerdos políticos del pleno ni de los que centraron el pacto de gobernabilidad (retirada de la escollera de La Magdalena y eliminación del carril-bus) han puesto en riesgo la coalición, cuya ruptura es una posibilidad con la que sigue jugando parte de la oposición, como la socialista, pero en la que nadie cree en serio que se vaya a consumar.
A la hora de la verdad, a la hora de votar, ambos votan al unísono, salvo excepciones puntales, y comparten similares planteamientos en materia económica, en donde se apuesta claramente por el modelo de gestión público-privado, o de sociedad. De las 207 ocasiones en que se ha votado en el pleno desde el inicio de legislatura hasta el 23 de octubre pasado, en 192 casos el voto de PP y Ciudadanos ha sido coincidente, bien en un sentido positivo, bien negativo. De las 15 ocasiones restantes en que han votado diferente, en 12 casos uno de los dos se ha abstenido, lo que implica una discrepancia más formal que real, y solo en tres han votado por separado abiertamente.
De los tres casos en que PP y Cs han votado distinto, uno era por una cuestión del pacto de gobierno que aún está por cumplir y cuyo cumplimiento real está en manos de otra Administración (Demarcación de Costas). Se trata de la retirada de los diques de La Magdalena, un caballo de batalla que, junto con la retirada del carril-bus del Paseo de Pereda, Ciudadanos metió a iniciativa propia en los acuerdos para formar la coalición de gobierno. En ninguno de los dos casos se ha llevado a efecto el compromiso. En el caso de los diques, el PP votó en contra a una moción de regionalistas y socialistas que pedían en julio de 2019 la paralización de los trabajos. Fue aprobada con el apoyo afirmativo de Cs, la obra está parada, pero la escollera sigue en su lugar.
Las otras dos votaciones discrepantes conciernen a sendas mociones: en una de ellas se proponía revisar la adjudicación del contrato de Parques y Jardines. La moción fue de Ciudadanos y lógicamente la votó a favor, mientras el Partido Popular lo hizo en contra. La iniciativa quedó desestimada. La segunda moción, cuya paternidad es del PRC, proponía crear la figura del Defensor del Vecino. Fue aprobada en enero de este año (su cumplimiento está pendiente aún de ejecutar) y contó con el voto favorable de Cs y el voto en contra del PP.
Son los tres elementos realmente discrepantes. En los demás casos, las coincidencias entre ambos socios de gobierno han sido plenas o se han quedado en el limbo del 'sí, pero no' o 'no, pero sí' de la abstención. No ha habido discrepancias de fondo en asuntos como memoria histórica, retribuciones de altos cargos y reparto de áreas, política cultural, fiscalidad, prioridades de gasto, fundaciones y empresas públicas, privatización de servicios, movilidad, política de género y relaciones con otras administraciones.
En lo demás, y más allá de las votaciones, la principal diferencia de Ciudadanos con el Partido Popular se sitúa en un mayor control y transparencia de la contratación sin que esto se haya traducido hasta ahora, un año y medio después de tomar posesión, en el refuerzo de los mecanismos de fiscalización política, como las comisiones, o de la normativa de transparencia, es decir, de la información que se hace pública al ciudadano.
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