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Entrevista
Silvia Abascal, directora general de Cooperación al Desarrollo de Cantabria

“Ha habido saturación con la llegada de ucranianos pero el sistema de acogida ha funcionado”

Silvia Abascal, directora general de Cooperación al Desarrollo de Cantabria

Blanca Sáinz

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Con más de un millar de solicitudes para convertirse en ciudadano desplazado sobre la mesa y haciendo malabares para conseguir dar cabida a todo el mundo, Silvia Abascal (Puente Viesgo, 1974) trabaja al frente de la Dirección General de Cooperación al Desarrollo de Cantabria, un departamento que echa humo desde que empezó la guerra en Ucrania y que está siendo clave para albergar la llegada de personas procedentes de este país. Y es que el sistema cántabro, tal y como cuenta, solo estaba preparado para 95 personas: “No ha habido caos en ningún momento, pero sí saturación”, reconoce. Ahora, y entre reunión y reunión, habla sobre esta crisis que ha vuelto a poner sobre la mesa política asuntos como la solidaridad o la necesidad de trámites administrativos más ágiles: “La Unión Europea ha demostrado estar a la altura, y eso nos está reforzando”, subraya.

Ha pasado un mes y medio desde que empezó la invasión en Ucrania. ¿Ha bajado el nivel de caos que se tuvo al principio en el sistema de acogida?

Caos no ha habido en ningún momento. Lo que sí que ha pasado es que el sistema de acogida y refugio está pensado en Cantabria para 95 personas y en este momento tiene casi 380. Ha habido saturación y momentos en los que hubo una llegada más fluida de desplazados ucranianos, que tuvimos que ubicarlos en diferentes hoteles, pero caos no ha habido porque siempre ha funcionado bien el sistema. El sistema de acogida y refugio lleva funcionando en España muchos años, y está totalmente engranado y preparado, pero no para esta tensión de llegadas que ha tenido en los últimos tiempos.

¿Cuál es exactamente la labor de un Gobierno autonómico durante un conflicto así?

Los gobiernos autonómicos no tenemos competencia en la acogida y refugio porque es competencia estatal, ya que la llegada de migrantes es importante y tenemos un sistema que funciona muy bien. Pero ante esta gran llegada de desplazados, el Gobierno de Cantabria ha colaborado con el Gobierno de España y con las ONG que llevan y gestionan la acogida y refugio. Estamos colaborando en primera instancia con Cruz Roja porque es la organización que lleva todo el peso, y hemos puesto herramientas a su disposición para facilitarle esa llegada de desplazados ucranianos. Además, está el albergue de Solórzano a su disposición, que es una instalación del Gobierno, y más concretamente de la Dirección General de Juventud, y hemos puesto también servicios de traducción, porque la mayor barrera que hay con los desplazados ucranianos es el idioma, y un servicio de psicología a través del Colegio de Psicólogos de Cantabria. Además, para los niños hemos incluido servicios de ocio y tiempo libre. El perfil del desplazado ucraniano es una mujer joven con dos niños mínimo, y una edad media de 29 años. A fecha del viernes había 188 niños ya escolarizados en 69 municipios de Cantabria, y aún faltan niños por escolarizar porque todavía no están dentro del sistema de acogida y refugio de Cruz Roja, por lo que tenemos que seguir escolarizando y trabajando. En la Comisión de Acogida, Refugio y Ayuda Humanitaria que se constituyó el 9 de marzo hemos establecido reuniones semanales entre las áreas de gobierno que están implicadas, como son Sanidad, Educación, Servicios Sociales, y con la coordinadora de ONG, Cruz Roja y los ayuntamientos para coordinar esas acciones de una manera ágil y para tener personas de contacto y referencia rápidas por si pasa cualquier cosa. Y también hemos hecho un manual para dar documentación a los ucranianos, que está traducido, y ahí hemos ido perfilando esas pequeñas cosas que nos dificultaban el feedback con los desplazados como es el idioma.

¿Cuántos desplazados hay en este momento?

Peticiones de solicitud de asilo hay 1.097 de las que 600 ya están tramitadas, el 54,69%. De esas, parte son por el sistema de Cruz Roja y parte no. La peculiaridad que tiene esta crisis humanitaria es que las que ha habido siempre han estado mas alejadas de nuestras fronteras, con lo cual los refugiados han llegado a Madrid y en función de la capacidad de las comunidades autónomas nos los han ido derivando. El caso más cercano es Afganistán, que fue en agosto del año pasado, y a Cantabria llegaron afganos que vinieron desde Madrid con las plazas que Cantabria tenía para esa acogida de refugiados. Esta crisis humanitaria está en nuestro continente, está a pocas horas de coche de España, con lo cual la llegada está siendo más aleatoria, no está centralizada por el Gobierno de España, sino que cada refugiado está llegando un poco al destino de su familiar, de su red de amigos… así que esas 500 personas que han solicitado refugio en la Delegación del Gobierno son los que están dentro de su red familiar.

La Unión Europea ha demostrado estar a la altura en la crisis de Ucrania, y eso está reforzando a Europa y la está haciendo más fuerte y más unida

¿Y más a largo plazo? ¿Cómo se gestionará?

La guerra espero que termine mejor hoy que mañana, pero para ser realistas no tiene visos de que eso vaya a pasar ni de que esta barbarie vaya a terminar, y aunque termine mañana hay que seguir ayudando al pueblo ucraniano para esa reconstrucción, porque la ayuda humanitaria no es solo la ayuda de primera instancia, la de emergencia o la de lo inmediato. Este mes hemos estado en la primera fase, en la acogida, tramitación de documentación, tarjetas sanitarias, escolarización de niños… y ahora llegará esa segunda fase en la que los niños ya están en el colegio y tienen el apoyo de idioma, y hay que enseñar español a las madres para que también luego puedan encontrar trabajo. Esa será la siguiente fase donde intentaremos derivar a esas personas fuera de los albergues y hoteles para que puedan tener independencia.

Hubo un momento en el que el Gobierno llegó a dar la orden de que no se realizasen acciones individuales de búsqueda de personas ucranianas. ¿Por qué?

Hubo un punto de inflexión en el que un día nos encontramos con 50 personas ahí, y había que darles alojamiento, comida, arreglarles los papeles, escolarizar a los niños… La llegada por goteo es más fácil de gestionar y sí que siguen llegando desplazados, pero entre cuatro y diez al día, no 50 de una tacada. Ante esto hay que coordinarse entre todas las administraciones y todos los actores para que también la llegada de los desplazados esté dentro de las condiciones que se tienen que tener y que se les pueda dar unos servicios dignos y atender como se merecen. Hay que tener en cuenta que vienen de donde vienen y con la situación que tienen, y que cada uno trae una mochila emocional, aparte de la de la ropa, porque no dejan de huir de un país en guerra y de recibir malas noticias. Ese trato humano, esa necesidad de saber tratar la situación es imprescindible, y eso solo pueden hacerlo profesionales como psicólogos y servicios sociales que están preparados para hacerlo. Hay que ayudarles, pero hay que ayudarles bien. Cantabria es una tierra solidaria y una tierra de acogida, pero hay que hacerlo bien.

También se pidió que cesase la donación de materiales y alimentos...

Hubo una necesidad por parte de la población de ayudar al pueblo ucraniano. Todos estábamos viendo lo que estaba pasando allí y todos queríamos ayudar. Estoy orgullosa del pueblo de Cantabria por esas demostraciones que han hecho de aportar cada uno lo que ha podido. Pero sí que es cierto que ha habido un momento de saturación de envíos en la frontera en Ucrania. La Coordinadora Cántabra de ONGD puso el acento en ello. El Gobierno de Cantabria ha enviado ayuda humanitaria a Ucrania, pero a través de las ONG que trabajan en el terreno, que son profesionales, que saben lo que se necesita en cada momento porque conocen la situación de la guerra y la disponibilidad, dónde tienen que llevar las cosas y qué cosas tienen que llevar. Entonces, el Gobierno de Cantabria ha trabajado también en coordinación con la Agencia Española de Cooperación, y Cantabria y otras nueve comunidades han mandado 400.000 euros en ayuda humanitaria a través de Cruz Roja a Ucrania. También por parte del Fondo Cantabria Coopera hemos aportado 20.000 euros con ACNUR para ayuda a refugiados en la frontera. Trabajamos con ONG: son profesionales, saben lo que se necesita y dónde y cómo hacer llegar los recursos y lo que se necesita en cada momento. Pero insisto en que la valoración de la solidaridad del pueblo cántabro es de diez y sigue colaborando y mandando ayuda. Lo valoro, pero nosotros como administración tenemos que trabajar a través de las ONG porque es nuestra función.

¿Cómo cree que se recordará esta etapa cuando miremos atrás dentro de unos años? 

No me considero una pieza imprescindible, soy una pieza más en el engranaje de un sistema de acogida y refugio que funciona, y estoy aquí para ayudar y colaborar. Soy una pieza más dentro del Gobierno de Cantabria que ayuda a que esto funcione. Dentro de 20 años recordaré la barbarie de la guerra, que en Europa hemos vuelto a tener la mayor barbarie después de la II Guerra Mundial, y espero recordarlo con un buen final, que va a ser difícil después de las imágenes que estamos viendo. Pero creo que igual que hablamos de la II Guerra Mundial y ya sabemos lo que pasó, dentro de 20 años sabremos lo que ha pasado realmente en esta guerra, los muertos que ha habido, y todo lo que ha ocurrido, así como analizarlo desde el punto político y sociológico. Pero será un recuerdo feo, eso seguro.

Ha habido mucha polémica a raíz de esta guerra sobre cómo se ayuda a otros conflictos y por qué se ha priorizado este. ¿Qué le parece esa consideración?

Sí que es cierto que conflictos humanitarios hay muchos, y hay conflictos olvidados de los que hablamos en cooperación desde hace muchísimo tiempo como puede ser el palestino o el yemení… Este es un caso especial porque hay una guerra en nuestro continente. Desde el primer momento ACNUR dijo que iba a haber unos cinco millones de desplazados, y Europa dio una respuesta conjunta hacia las políticas migratorias para dar acogida a esos desplazados ucranianos. Asumir cinco millones de desplazados en un mes requiere también agilidad administrativa, y eso es lo que se ha hecho, dándoles el estatus de desplazado en 24 horas para que puedan comenzar su vida. Con un año de tarjeta de desplazado y un año más prorrogable se les da la facilidad de que se puedan ir donde quieran en el momento que quieran dentro de Europa o si quieren volver a Ucrania. Y Europa va a responder también económicamente para hacer frente a esos gastos de gestión que se asumen con la acogida de desplazados. Creo que se está dando un ejemplo de coordinación y cogobernanza a nivel europeo. Esa política migratoria que España siempre ha reclamado en la UE donde todos los países sean solidarios en el reparto de esa acogida de refugiados, esta vez se está haciendo bien y creo que sienta unas bases muy buenas en la UE. Ha demostrado estar a la altura, y eso está reforzando a Europa y la está haciendo más fuerte y más unida. A partir de ahí seguiremos avanzando en esa política migratoria. Pero sí que es cierto que no se nos puede olvidar a nadie que hay más crisis humanitarias, hay más refugiados que no son ucranianos que siguen huyendo de sus países por guerras, persecuciones políticas, persecuciones por cuestiones como el género o la sexualidad… Y eso va a seguir pasando, pero Europa ha creado un precedente con esta coordinación y yo me quiero quedar con eso.

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