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Hacer del “infierno” un lugar más agradable: la humanización llega a las UCI para frenar el impacto de la estancia

Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Gregorio Marañón, Madrid.

Blanca Sáinz

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“Me quería morir, ya no podía más. De hecho, se lo dije a los médicos, que me pegasen un tiro de una puta vez (...) El problema fundamental de la Sanidad no son los trabajadores. Los que te atienden y se dejan ahí la vida te tratan como si estuvieras en un palacio”. Estas fueron las primeras declaraciones que realizó el actor cántabro Antonio Resines tras su salida de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) después de estar más de un mes ingresado por COVID en el hospital madrileño Gregorio Marañón.

Él, como tantas otras personas, ha vivido lo que supone esta “antesala del infierno” de la que, no está de más recordar, sobrevive cerca del 90% de los pacientes. Así lo recuerda Marisol Holanda, médica intensivista y presidenta de la Comisión de Humanización del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Cantabria, quien ha hecho de este proyecto de abordar a los pacientes de manera integral y no solo desde el punto de vista científico-técnico su misión. “Humanizar no es tratar con cosas etéreas. Estamos aquí para cuidar y tratar enfermos pero esto va mucho más allá”, puntualiza.

Y es que a pesar de comprender por qué algunos de sus compañeros prefieren no involucrarse demasiado con los pacientes, ella sigue siendo de las que llora al salir del box cuando las cosas no salen bien y de las que cuenta orgullosa cómo sigue teniendo contacto con muchas de las personas que ha atendido años después. Precisamente, para poder lidiar con los traumas que supone a los profesionales estar constantemente lidiando con enfermos que se encuentran entre la vida y la muerte, la médica considera que una solución podría ser que estos contasen con herramientas y trucos para enfrentarse a ello, que es algo “que no se cuenta en la carrera ni en la residencia”.

Tampoco descarta la posibilidad de que los psicólogos estén ahí de manera rutinaria, pero lo que no la convence en ninguno de los casos es una Sanidad en la que el contacto con los ingresados sea frío: “Tenemos que saber dar malas noticias, saber comunicarnos con las personas y que nos entiendan, poder ofrecerles opciones y ayudarles a tomarlas sin tomar partido y, por supuesto, ofrecer apoyo”, señala.

Asimismo, la humanización de las UCI no solo abarca al paciente, sino que también alcanza a las familias y al propio personal sanitario. Pero comenzando por el significado concreto, Holanda se queda con una definición: “Tratar las necesidades básicas de los pacientes”. ¿Y cuáles son esas necesidades básicas? Algunas de las que recalca la intensivista son la intimidad y la tranquilidad: “Son cosas tan simples como no entrar cuando le están aseando, apagar las luces cuando duermen, poner las pantallas de las habitaciones en modo noche, quitar las alarmas que suenan constantemente, intentar no hacer demasiado ruido, espaciar la toma de constantes, y procurar tener a los pacientes con el mínimo dolor posible”, asevera.

Sin embargo, una de las 'medidas' más revolucionarias de la humanización se corresponde con las visitas de los familiares. Sobre ello, Holanda recuerda que cuando ella era residente los familiares solo podían entrar a las UCI durante diez minutos. Ahora son tres horas por la mañana y otras tres por la tarde y en el caso de los padres pueden estar 24 horas con sus hijos.

“Esto lo ha ido trayendo el paso de los años y la evolución de la propia medicina. Antes, la medicina era absolutamente paternalista y los médicos éramos quienes tomábamos las decisiones de los pacientes, pero alrededor del año 2000 comenzamos a eso de la medicina centrada en la persona, no solo desde su enfermedad”, concreta. Además, para esta profesional es importante resaltar la parte empírica de este cuidado ya que, según cuenta, la propia ciencia ha demostrado a través de “muchos estudios” que un buen apoyo emocional mejora la situación clínica de los pacientes.

No obstante, el Hospital Gregorio Marañón en el que estuvo hospitalizado Resines y del que valoró el trato de los sanitarios, y el Hospital Valdecilla no son los únicos que cuentan con esta humanización que cada vez está llegando a más centros gracias al proyecto internacional Humanizando los Cuidados Intensivos (HUCI). Ellos arrancaron en 2014 y, además de concienciar y ofrecer un máster para los profesionales, presentan varias líneas de investigación para dar respaldo científico a la eficacia de este abordaje holístico “porque si hay una base científica rigurosa es más complicado que te traten de loco”.

La COVID como oportunidad

Mientras los medios de comunicación mostraban cómo había enfermos por COVID que seguían muriendo solos meses después del confinamiento, el Hospital Valdecilla era uno de los que permitía las visitas y eso les ha llevado a quedar finalistas en los Premios Best In Class en la candidatura a humanización. Marisol Holanda reconoce que el haber visibilizado casos de personas que han fallecido en soledad ha favorecido que la población se conciencie sobre que hay pacientes que mueren “mal”.

“Hay familias que solo quieren estar dando la mano a la persona en el momento del final de su vida, y si hemos podido ofrecerlo con pacientes COVID, qué no podremos hacer con pacientes no COVID en las UCI normales...”, reflexiona sobre hasta dónde puede llegar la humanización.

Esta conversación de la médica con elDiario.es se ha desarrollado en el Hospital Valdecilla, en un despacho de la UCI materno-infantil. Posteriormente, se ha visitado la UCI COVID, que sigue estando ahí, aunque con muchos menos pacientes que un año atrás, y a pesar de lo formal de un ambiente en el que se está cerca de personas que se encuentran en un estado “muy crítico”, Marisol Holanda consigue que no se pierda la parte “bonita” de una profesión en la que la gente muere “pero también vive”. Así, mientras pasea por su segunda casa, va saludando a cada uno de sus pacientes y familiares con una sonrisa que se deja entrever a pesar de la mascarilla.

De nuevo, y antes de despedirse, recalca la necesidad que tienen los hospitales de volver a la normalidad tras la pandemia porque, confiesa, los compañeros aún están “muy cansados”. Sin embargo, advierte que seguirá peleando con gerencias, jefaturas de servicio y direcciones de salud para alcanzar esa humanización que ya se ha convertido en su gran objetivo dentro del hospital: “Hay que seguir luchándolo”, sentencia.

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