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‘Invisibles’, la muestra que cuenta la historia de personas sin hogar a través de fotografías tomadas por ellos mismos

Una de las comidas que le daban a Ginés desde un restaurante de Astillero y que tomaba en la parada de autobús en la que vivía.

Blanca Sáinz

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Que la fotografía sea una de sus herramientas como psicóloga propició que Andrea García tuviese la idea de utilizar una subvención del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS) destinada a sensibilizar sobre el sinhogarismo para algo diferente. Ya no se emplearía el dinero en contratar un fotógrafo para hacer retratos y contar historias. Ahora serían esas personas sin hogar las que contarían sus propias vidas con cámara -o en este caso, teléfono- en mano.

Esta profesional forma parte del equipo de la Asociación Nueva Vida, que cuenta con un programa de sinhogarismo. Ella trabaja en la casa de acogida que la organización tiene en la localidad de Renedo de Piélagos y, precisamente, por conocer cada una de las historias de estas personas que vivieron en la calle “y teniendo en cuenta si estaban en un momento vital adecuado como para contar su vida”, contó con Ginés, Carlos y Adama para un proyecto que está viajando con Cantabria en busca de una sensibilización necesaria.

“No miramos a los 'sintecho' porque implica asumir que como sociedad no hacemos algo bien. Yo misma pregunté a Carlos que cómo podía hablar a las personas con las que me encontraba por la calle, y desde la más absoluta franqueza, Carlos me dijo algo lógico: que cada persona era un mundo”, cuenta García a este periódico.

Sin embargo, y a pesar de que la sensibilización era el requisito indispensable de la ayuda pública, la psicóloga admite que para ella la otra pata de este trabajo ha sido la utilización de la fotografía terapéutica para el desarrollo personal de Ginés, Carlos y Adama. “Aquí hemos abierto heridas porque estas imágenes representan lo más hondo de estas personas. La fotografía por sí sola no cura nada pero junto a la terapia es muy, muy potente”, asevera. Y sin artificios, Andrea comienza a relatar las tres historias que han hecho posible 'Invisibles', la exposición que pretende visibilizar “aquello que cuesta ver”.

Ginés y el recuerdo de lo que ya no es

El caso de Ginés despierta un orgullo especial en la psicóloga. El motivo no es otro que, su caso, demuestra cómo estos programas son capaces de reconstruir la vida de estas personas. “Tuvimos que llamarle para que viniese a hacer el proyecto porque él ya no está con nosotros desde hace tiempo. Estuvo en el recurso, cumplió sus objetivos, consiguió un trabajo y se fue a vivir por su cuenta”, relata Andrea. No obstante, cuando hablaron sobre cómo enfocarían su historia, ambos lo tuvieron claro desde el principio: harían un diccionario propio.

“Todos sabemos lo que es una parada de autobús, pero nos dimos cuenta de que para él una parada de autobús fue el lugar donde estuvo viviendo meses. Donde los vecinos le daban mantas y un restaurante le llevaba comida todos los días y donde el Ayuntamiento de Astillero (el lugar donde estuvo) le dejaba ir todos los días a asearse al polideportivo municipal ofreciéndole toallas, cuchillas de afeitar, geles...”, explica.

En cambio, la sanitaria reconoce que aunque Ginés ha logrado reconducir su vida, lo que no deja de ser un éxito, esto no siempre ocurre. “Parece que a los que estamos en estos proyectos nos tiene que avergonzar cuando no conseguimos esta reinserción, pero no es así. Todas las personas que pasan por aquí se ven beneficiadas en algo y su calidad de vida mejora. Otra cosa es que no sea el momento de esa persona, pero no nos cabe duda de que todos los que pasan por aquí, aunque vuelvan a la calle, vuelven mejor de lo que llegaron”, revela. Y así esta psicóloga pasa a la siguiente historia.

Carlos y la franqueza de aceptar que no era su momento

Carlos decidió marcharse al poco tiempo de terminar con 'Invisibles' y a pesar de que fue una situación que se vivió con una pena especial desde Nueva Vida por el trabajo personal que estaba realizando, visibilizó la otra realidad a la que se enfrentan estas personas: la vergüenza y el dolor de regresar después de haberse marchado. “Nos tiene que servir para darnos cuenta de lo complicado que es este proceso y lo mucho que hay que preparar a estas personas”, argumenta la psicóloga.

Su historia comienza en Madrid, el lugar en el que nació. Después se trasladó a Canarias y trabajó en la construcción pero su vida dio un vuelco y se vio sin nada. Entonces, al darse cuenta de que es una persona sin hogar, decidió trasladarse a Santander por un motivo tan sencillo como que era su lugar de veraneo.

“El formato que elegimos para él, que es un apasionado de la fotografía, fue ir recorriendo la ciudad e ir contando cómo era Santander desde sus ojos. Yo, que soy de aquí, aluciné con que me enseñase una parte de la ciudad que no conocía”, revela Andrea con sinceridad. Así, sus fotografías cuentan cuál fue el sitio en el que durmió su primera noche o dónde pasó la mayor parte de su estancia por la calle. También habla de los cartones en los que dormía y dónde los guardaba para que no se mojasen o no se los robasen y de los amigos que se encontró por el camino.

Adama y su propio hogar

Adama, a diferencia de sus compañeros, es senegalés y continúa viviendo en el centro de acogida de Renedo. Él, tal y como cuenta su psicóloga, “tiene una seguridad y una solidez”, lo que le hizo que, al planteársele el proyecto no se viese identificado. “Me dijo que él no se sentía una persona sin hogar porque, quitando las dos noches que durmió en la calle en Marruecos, nunca le había faltado algún sitio en el que estar”, asevera.

Por este motivo, su serie fotográfica se basa en el hogar y en cómo cada persona tiene su propia visión del mismo. “Justo su casa de Senegal sufrió unas inundaciones y le pregunté que si para él su hogar era su casa por todo el tiempo que llevaba sin estar allí. A eso me respondió que no, que su casa era su lugar y su origen, pero no su hogar”, indica. De esta forma, la primera foto de Adama es una captura de Google Maps en la que se ve ese lugar de Senegal en el que nació y creció.

Reflexionando junto a él, la psicóloga llegó a una conclusión que después fue ese hilo que les llevó a terminar la serie. “Para él su hogar es esa mochila que llevamos encima. Esos momentos vitales que nos convierten en lo que somos y que son nuestro hogar. Él puede sentir que tiene un hogar con nosotros, pero también estando con él mismo en otro lugar y en otro momento podrá sentir lo mismo”, señala. Por este motivo, y debido a que su hogar era él mismo, decidieron dividir las fotografías entre el físico, la mente, el alma y lo espiritual, ya que Adama es muy creyente.

Esta última historia sirvió, para la profesional, para cerrar el proyecto rompiendo con la idea de que la persona sin hogar solo es la que duerme en los portales. “Queremos que cambien las cosas, que la gente piense más en estas personas y en la realidad que les toca vivir porque estamos muy lejos de ellos”, asegura.

Por tanto, y hasta el próximo 16 de noviembre el Centro Cívico de Cazoña, en Santander, contará con esta muestra para después viajar hasta Comillas. Anteriormente, 'Invisibles' estuvo en Castro Urdiales, y sobre ese recorrido Andrea reflexiona y ríe pensando en lo que cambió todo desde esa primera idea de contratar a un fotógrafo: “Adama, que es el que ha podido venir a la exposición, tiene la sensación de que con esta muestra se le ha entendido, lo que le ha hecho entenderse un poco más. Solo por eso, más allá de que la gente conozca esta realidad, ha merecido la pena”, concluye.

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