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Las lagunas del 'Erasmus rural' creado para combatir la despoblación: “Haces las prácticas y después te vas porque no hay oportunidad de quedarse”

El municipio cántabro de Potes.

Blanca Sáinz

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El programa 'Campus rural', también conocido como 'Erasmus rural', del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, tiene como objetivo favorecer, a través de los estudiantes universitarios, la lucha contra la despoblación en localidades con menos de 5.000 habitantes. El “cómo” es relativamente sencillo: empresas de municipios pequeños presentan sus proyectos, exponen lo que necesitan a las universidades adscritas, que tienen que ser de la misma comunidad, y estas buscan estudiantes del lugar que encajen con esos perfiles para que realicen allí sus prácticas y quién sabe si para quedarse en esos pueblos.

Sin embargo, en el caso de Cantabria, el sentido del programa se ha perdido en cierta parte ya que el 100% de las empresas que han participado en el proyecto son ayuntamientos, es decir, Administraciones Públicas: “Si la idea de estas prácticas es tener la posibilidad de quedarse en el puesto no le veo sentido a que dejen participar a ayuntamientos... Al final creo que todos haremos las prácticas y después nos iremos porque no hay oportunidad de quedarse, a no ser que oposites, que ya era algo que podías contemplar antes de venir aquí”, explica Coral, estudiante de 4º de Economía en la Universidad de Cantabria (UC) haciendo prácticas en el Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera.

Al hilo de su compañera, Andrea, que estudia 4º de Geografía y Ordenación del Territorio en la UC y también se encuentra haciendo prácticas en esta villa cántabra, añade que tanto en ese consistorio como en el resto no importa “ser bueno”: “No te van a decir que te quedes porque para eso tienes que opositar. Está bien por la parte de que te haces a la idea de cómo es trabajar en un ayuntamiento, pero para eso ya existen las prácticas normales... Creo que para que el programa tuviese más sentido tendrían que limitarlo a la empresa privada porque está bien para coger experiencia, pero no para la finalidad que tiene”, asevera.

Y de forma muy similar a ellas también piensa Carmen que, al igual que Coral, estudia 4º de Economía en la universidad pública de Cantabria y está realizando las prácticas en San Vicente, aunque esta santanderina pone el foco en un problema “de fondo”: “El salario es más alto en las ciudades porque hay empresas más grandes. Es lo que ocurre con Madrid respecto a Cantabria, por ejemplo. Y a no ser que montes tu propio negocio o que coincida que vivas en un pueblo con una empresa grande, la gente se va a trabajar a Santander o Torrelavega porque es donde puedes ganar más dinero”, explica.

Así, a pesar de que el programa pretende que los estudiantes vayan a vivir al lugar en el que van a desarrollar sus prácticas, permite habitar en un radio de 20 kilómetros durante la realización de las mismas, algo que en Cantabria, por su dimensión, es más fácil que en otros lugares. De esta forma, mientras Carmen se ha trasladado de Santander a una segunda residencia que tiene en Prellezo para cumplir con los kilómetros, Andrea ha tenido que trasladarse de Cieza a casa de una amiga en Cabezón de la Sal. Por su parte, Coral continúa viviendo en su casa de Cabezón y solo se desplaza a San Vicente de la Barquera para trabajar.

Desde el ayuntamiento barquereño, Pilar Gutiérrez, que es concejala de Personal y Régimen Interno, considera que esta iniciativa sí que puede ayudar a frenar la despoblación, aunque sea a medio plazo: “El hecho de que alguien venga de fuera y trabaje aquí ya le hace contemplar San Vicente como una opción, y cuando esa persona decida asentarse en algún sitio quizá decida venir. Todo contribuye”, señala.

De hecho, en su caso destacan lo “claro” que tuvieron formar parte del programa desde el momento en el que recibieron el email informativo: “Nos pareció muy interesante porque aunque sí que se pueden firmar convenios con la universidad para tener a estudiantes en prácticas es más complicado que esto. Nos lo han puesto todo facilísimo, tanto a nivel de papeleo como con el tema de la contraprestación, que la ponen desde el Ministerio directamente”, argumenta.

Las prácticas

“Hemos tenido 15 propuestas de distintos ayuntamientos y una empresa privada que quedó descartada porque pedían a una persona que cursase Veterinaria, una titulación que en la UC no tenemos. Las otras 14 las sacamos a convocatoria pero dos de ellas se quedaron desiertas porque los alumnos no conseguían encontrar alojamiento a un precio razonable, así que quedaron 12”, cuenta Vicente Fernández, coordinador del programa del Ministerio en la Universidad de Cantabria.

Él mismo cuenta que las prácticas tienen una duración de entre tres y cinco meses, que se pagan con 1.000 euros al mes y que la única condición que hay, aparte de vivir en un radio de 20 km, es haber cursado al menos la mitad del grado. Precisamente, las condiciones de esas prácticas son la parte favorita de las primeras estudiantes en Cantabria del programa: “Quería trabajar en verano y sacarme algo de dinero, vi que con este programa podía hacer currículum, que estaba genial de horas y que, además, me pagaban bien, así que no me lo pensé”, cuenta Coral.

Carmen, además, añade que “normalmente las prácticas suelen estar vinculadas a sueldos muy bajos”: “Y eso si te pagan, que en algunos sitios tampoco... Así que si en una empresa te explotan y te pagan mal, y tienes esta oportunidad pues es genial”, señala. Al otro lado de la sala en la que se desarrolla la entrevista, Andrea asiente y recalca lo cómodas que se están sintiendo en el ayuntamiento y aunque la idea de opositar de momento no termina de convencerla, revela que quizá podría hacerlo: “No descarto nada, voy un poco sobre la marcha y a ver qué pasa. Pero no me importa vivir en un pueblo porque yo ya vivo en uno”, enfatiza.

Próximamente –en cada lugar es una fecha distinta– arrancará el programa en el resto de ayuntamientos cántabros que se inscribieron, y lugares como Arnuero, Noja o Liérganes contarán con estudiantes como Carmen, Andrea y Coral para, al menos durante unos meses, dar algo de aire fresco al municipio.

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