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ENTREVISTA María Galindo, psicóloga, escritora y militante feminista

María Galindo, psicóloga y feminista: “Demandar justicia en las puertas de la justicia patriarcal es llorar de rodillas”

María Galindo

Blanca Sáinz

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María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964) es psicóloga, comunicadora, escritora, militante feminista y fundó hace casi 30 años el movimiento 'Mujeres creando' en su país, y desde entonces no ha dejado que ningún Gobierno ni ningún meme (por muchos que sean) pueda con su voluntad de crear un mundo despatriarcalizado. No obstante, su curiosidad incesante le ha llevado a continuar teorizando y desarrollando más y más pensamiento sobre lo que ya se ha convertido en uno de los epicentros de su vida: el activismo feminista. Así, este miércoles ha visitado la Librería La Vorágine de Santander presentando su último libro, llamado 'Feminismo bastardo', motivo por el que ha hablado con elDiario.es en una entrevista en la que la contundencia es el ingrediente principal a unas horas de la conmemoración del 25N.

¿Qué es el movimiento 'Mujeres creando' y qué supone para la sociedad boliviana?

'Mujeres creando' es un movimiento al que me gusta definir con una metáfora: indias, putas y lesbianas, juntas, revueltas y hermanadas. Esto quiere decir que es un movimiento donde nosotras reivindicamos la construcción de espacios heterogéneos, constituidos por alianzas insólitas, que son las que están prohibidas. Es una especie de contestación de la idea de que el colectivo tiene que ser de campesinas entre campesinas o de lesbianas entre lesbianas. Estos movimientos identitarios son espacios previsibles con poco alcance político que más que nada responden a guiones preestablecidos y oficiales.

También podríamos decir que es un espacio de experimentación social y de construcción de una cosa que hemos llamado 'política concreta' y abandonamos la idea de una revolución finalista al estilo de la que se cultivaba con la idea de la revolución cubana o nicaraguense. Por eso, atendemos a 2.000 mujeres al año en la región andina del país y a 2.000 en la región tropical en relación a sus demandas de justicia. Somos un movimiento de largo aliento sin grandes triunfos, sin grandes épicas detrás, pero tenemos mucha constancia, somos lo que no se muere.

Cuando se dio el derrocamiento de Evo Morales, uno de los pocos movimientos que tuvo capacidad de responder porque no nos desmovilizamos, porque no huimos y porque nos sentamos a pensar fue 'Mujeres creando', y ahí lanzamos no solamente el Parlamento de las Mujeres, sino la reconstrucción radial de todos los hechos, y casi la derrota del gobierno fascista que se instauró. En un miligramo eso fue responsabilidad de 'Mujeres creando'.

La lucha social es un lugar donde se construye pensamiento, aunque no sea valorado, y eso no se puede dejar en manos de las academias

¿Su visión del feminismo ha evolucionado con los años hasta 'Feminismo bastardo'?

Muchísimo. Nosotras, hablando desde 'Mujeres creando', somos un espacio de producción de pensamiento. Es más, nuestra organización básica son grupos de pensamiento, de estudio, de discusión, y yo soy muy activa en eso porque nunca he parado de estudiar y discutir… Vamos a cumplir 30 años de 'Mujeres creando' y yo he ido desarrollando una cantidad muy importante de bases teóricas, de conceptos, de paradigmas… Hace diez años planteé las despatriarcalización como horizonte principal, y ahora continúo con ello, pero además a esto le sumo lo bastardo como lugar de enunciación. Ese lugar de la no pertenencia, de lo no legítimo, de lo no autorizado. Constantemente estamos produciendo propuestas teóricas porque sin teoría no se puede enfrentar la lucha social, y esta es un lugar donde se construye pensamiento, aunque no sea valorado, y eso no se puede dejar en manos de las academias.

¿Cree que el feminismo sigue incomodando en países como España? ¿O estamos llegando a una normalización que está provocando que deje de ser irreverente?

No hay un feminismo, sino muchos feminismos. En Bolivia pasa lo mismo. Hay una tecnocracia de género que ha estandarizado ciertos términos como empoderamiento o igualdad de derechos, y esa estandarización ha sido capturada por el Estado o incluso por las iglesias más conservadoras, por el sistema educativo u otro tipo de instituciones. Pero eso tampoco quiere decir que los idearios de otros feminismos no sean profundamente incómodos... Yo creo que la tecnocracia de géneros tiene el deseo de captar una parte del discurso feminista, que además es la parte menos vital, como ocurre con la igualdad de derechos entre hombres y mujeres es un presupuesto que ya está agotado en su potencial y no va a dar absolutamente nada más. Es una visión vacía y normalizada, e incluso anacrónica y reaccionaria de las relaciones sociales. Esa visión está estandarizada a nivel planetario, y precisamente, para invisibilizar y sofocar otras luchas feministas se ha generado todo esto de los máster especializados, la lógica de pensar el feminismo como olas y como una única genealogía feminista… Probablemente ahora España está en un momento un poco apagado en lo que respecta al feminismo por seguir tirando de las mismas ideas, y tal vez también haya una crisis de pensamiento. Pero hasta ahí hay cierta vitalidad y mucha sed… Pero a mí me está yendo bien en términos de convocatoria, y un movimiento que no quiere pensar no se abriría a un libro como 'Feminismo bastardo'.

El empoderamiento es el tratamiento neoliberal de la cuestión del poder porque ante el poder no te empoderas, ante el poder te rebelas

Me habla de que cada feminismo es diferente, y precisamente esa falta de unanimidad suele ser cuestión de debate. ¿Considera que es positivo que haya tantos movimientos tan diferentes? ¿Resta fuerza?

La pluralidad es fundamental para cualquier movimiento, y lo que ha acabado con la izquierda es la falta de pluralidad y eso no nos puede pasar. La pluralidad de los feminismos es una gran riqueza y representa una especie de cuerpo complejo cuyos confines no son posibles de dibujar. No hay confines. Ahora, el fundamento biologicista no es feminismo porque los feminismos nacen y se comprenden desde la problematización de lo que se comprende por mujer, y eso es la capacidad histórica de sacar la condición de mujer del hecho biológico al hecho político. Y eso trasciende cualquier cantidad de límites y fronteras históricas. Discutamos eso. Lo mismo que yo te diría que la tecnocracia de género no es feminismo sino tecnocracia de género que está fusionando el género al proyecto neoliberal. Yo lucho contra ese proyecto neoliberal y el lugar que se le quiere asignar a toda la cuestión de género dentro del neoliberalismo para fortalecer a este último.

Por ejemplo, el empoderamiento es el tratamiento neoliberal de la cuestión del poder porque ante el poder no te empoderas, ante el poder te rebelas. Creo muchísimo en el pluralismo y considero que necesitamos para cierta fortaleza ni el acuerdo ni la unificación, pero sí un punto de confluencia y este es la despatriarcalización. El punto de confluencia que nos está confundiendo es el de la igualdad de derechos porque está completamente agotado. El punto de confluencia de la igualdad no nos sirve porque además está anclado al proyecto del estado moderno burgués eurocentrado. El punto de confluencia de la despatriarcalización relocaliza y ubica a los feminismos en otro lugar. Estamos en el siglo XXI en un proceso pospandémico, entre comillas lo de pos, y es un momento de sacudir, para nuevos imaginarios y paradigmas, pero sobre todo para lanzarnos a configurar escenarios de otra manera.

Una causa del trabajo sexual es la pobreza y la base colonial; las prostitutas son la rumana o la colombiana, no son las hijas de la clase media española

Hablando de temas que son cuestión de debate entre feministas, la prostitución es otro de los que más discrepancias genera. ¿Usted considera que la prostitución sin trata es una opción a valorar?

Las personas que quieren luchar contra la trata y el tráfico deben luchar contra la Ley de Extranjería. Esta ley xenófoba, racista y colonial es lo que debe ser anulado. Hay trata y tráfico de personas en trabajo sexual como en trabajo agrícola, así que no me jodan y que no vengan a usar la trata y el tráfico como argumento para disfrazar un moralismo. El problema de la trata y el tráfico sin cuestionar la raíz misma, que es la Ley de Extranjería, es potenciar un aparato jurídico policiaco contra mujeres que están en prostitución. En Bolivia hay una persecución política contra los cuerpos de las mujeres en trabajo sexual disfrazada de lucha contra la trata y el tráfico, nunca cae en los proxenetas, siempre están siendo humilladas las putas. Y ahí, entre un policía que arresta y humilla a compañeras, y una compañera arrestada y humillada, tengo clarísimo con quien estoy: con ella. Y lo digo porque me toca ir a las comisarías lo antes posible antes de que las violen, antes de que las saquen sexo gratis.

Y quiero denunciar que la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) en Bolivia está financiando programas contra la trata y tráfico a organizaciones de carácter religioso, que instrumentalizan eso a su beneficio. Supuestamente están rescatando jóvenes y eso es una bazofia y una mentira. Porque también, una causa del trabajo sexual es la pobreza. A mí no me vengan con que es un problema de quiero o no puedo. Veamos a ver quiénes son las compañeras que se dedican a la prostitución. No son las hijas de la clase media española, son las rumanas, las colombianas o las nigerianas. También hay una base de pobreza y una base colonial. Y eso lo trasladas a Bolivia y la historia de pobreza es un detonante fundamental, si yo voy a ganar 100 bolivianos como reponedora en un supermercado donde además voy a sufrir acoso sexual y voy a ganar 1.000 bolivianos en trabajo sexual, tengo todo el derecho de decir: “Me voy al trabajo sexual”. Y yo lo haría... Pero no lo soy porque no tengo el entrenamiento, siempre se lo digo así a mis compañeras. No creo que los feminismos puedan prescindir de los saberes de la puta porque son tan importantes como los de la ama de casa, la campesina o la migrante. Y me gusta mucho una frase que dice que “todas tenemos cara de puta”. Yo no soy trabajadora sexual, pero he sido tratada como puta muchas veces, y eso creo que nos ha pasado a todas.

Ha hablado en diferentes espacios sobre el feminismo europeo como hegemónico... Explíquemelo.

Vivimos en un orden colonial mundial y aceptamos que vivimos en un orden capitalista mundial, pero nunca aceptamos que ese orden capitalista tiene un carácter colonial. Y en un orden colonial mundial, los sures del mundo no están autorizados a pensarse a sí mismos, sino que tienen que ser pensados por el hegemónico. Y peor que eso, en un orden colonial mundial, los sures no pueden producir pensamiento para el mundo y a lo máximo a lo que pueden aspirar es a producir testimonio. Hay una relación de arrogancia inconsciente y escondida que responde a ese orden. Y España está dispuesta a leer feminismo anglotraducido porque le importa lo que se hace en Inglaterra o en los centros académicos del norte, y de alguna manera queda subyugada a esa traducción teórica porque eso es lo que está guay, lo que viene en los centros de poder. Entonces, en la producción de pensamiento todo esto tiene mucho que ver con todo, y desde el sur no se ha aceptado que venga teoría.

Y por otro lado, y eso me incomoda especialmente, es que muchas veces soy invitada a eventos feministas o de las instituciones culturales más criticas de esta sociedad, y lo que menos veo es que asistan esos otros y otras. Por ejemplo, las mujeres migrantes que son hoy una fuerza, una mano de obra fundamental, para las estructuras patriarcales de la sociedad española, no se ven apenas y no tienen margen para tomar la palabra. Todavía en los ámbitos culturales y políticos están discutiendo entre cuatro, no se están abriendo a ningún otro ni otra. Y son fundamentales para repensar hacia dónde vamos a ir.

La pluralidad de los feminismos es una gran riqueza y representa una especie de cuerpo complejo cuyos confines no son posibles de dibujar

Comparando el movimiento en Bolivia y España, ¿ qué considera que tiene el feminismo boliviano que le falta al español? ¿Y al revés?

Me da mucha envidia de la buena la infraestructura de España: la comodidad de los auditorios, las aulas universitarias, el poder moverme… En Bolivia prendemos la luz y se cae la lámpara. Estamos trabajando en condiciones muy duras. Y también me dan envidia las librerías, el neoliberalismo ha asesinado a las librerías, quedan poquísimas y los libros son carísimos en Bolivia. Yo soy adicta a los libros, y aprovecho a comprar muchos libros aquí y después fotocopiarlos en nuestra 'zona pirata'. Tenemos problemas para pagar la luz, el papel, la tinta… Nuestras economías están completamente reventadas. Ustedes hablan de crisis y no saben lo que es eso. No tienen la menor idea. Nosotras vivimos en una crisis permanente, y tengo mucha envidia de las librerías de aquí porque son hermosas y acogedoras. 

Y del feminismo boliviano, bueno… Yo soy autora de otro concepto, que es el feminismo intuitivo, que es un feminismo masivo, popular y que no se llama a sí mismo feminismo. Y ese feminismo en Bolivia está boyante. Me gusta mucho cuando Lola Flores hablaba de 'poderío', y ese feminismo intuitivo es una especie de poderío desatado. Pues esa irreverencia que yo siento en las miradas de las mujeres en Bolivia aquí no la veo tan fuerte, veo cierta compresión en las mujeres aún, no sé si es esta sociedad que es bastante disciplinada aunque no lo creamos… Bolivia, sin embargo, es caótica, es un culto al caos.

El presidente del PP llamó hace unos días 'aquelarre radical' a un acto que compartieron cinco políticas de la izquierda española. ¿Cree que este tipo de insultos ya se hacen a conciencia? ¿O desde la ignorancia?

En 'Feminismo bastardo' tengo un artículo dedicado al insulto porque me considero, a mucha honra, una de las personas más insultadas de mi sociedad, y lo llevo bastante bien. Sé que el presidente del PP lo ha hecho desde el odio, pero él se equivocó porque que te digan que estás en un 'aquelarre radical' es un gran honor, ¡y ya quisieran esas mujeres representar realmente un aquelarre subversivo! Y ojalá tomen conciencia del espacio que tienen que ocupar y ojalá se constituyan de verdad en un aquelarre subversivo porque eso no es un insulto, es un lugar de gran honor.

Mi lucha contra la violencia el 25N va hacia construir justicia feminista porque demandar justicia en las puertas de la justicia patriarcal es llorar de rodillas

Respecto al 25 de noviembre, Día para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, ¿ha pensado cómo le gustaría que el movimiento estuviese dentro de un año?

Yo el 25 de noviembre no voy a ningún lado. Estoy harta de los feminismos que son para el 8 de marzo y para el 25N. La agenda que tenemos alrededor de la justicia es construir los parámetros y las estructuras de una justicia feminista. Yo estoy yendo hacia eso. Mi lucha contra la violencia el 25N va hacia construir justicia feminista porque demandar justicia en las puertas de la justicia patriarcal es llorar de rodillas.

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