“El Palacio de Festivales marcó un antes y un después y rompió con la estacionalidad en la oferta artística de Cantabria”
Gema Agudo (Santander, 1963) tomó las riendas de la Dirección General de Acción Cultural del Gobierno de Cantabria hace poco más de un año. Sin embargo, esta periodista ha estado ligada desde hace más de 30 años a este departamento en la labor comunicativa, de manera que conoce al detalle y desde sus inicios el Palacio de Festivales, que celebra ahora su 30 aniversario. “Marcó un antes y un después, y rompió con la estacionalidad en la oferta artística de Cantabria”, asegura sobre este teatro que data de 1991. Tras relatar alguna anécdota que ha vivido en él durante estas tres décadas, Agudo aboga por que la oferta de este espacio cultural cántabro siga evolucionando para que cada vez abarque a más público, y confía en que el avance de la vacunación traiga consigo en el futuro más cercano posible la recuperación de aforos y el retorno de la normalidad para un sector duramente golpeado por la crisis económica derivada de la COVID-19.
¿Qué supone para Cantabria contar con una instalación como el Palacio de Festivales?
Tener una instalación de las posibilidades que ofrece el Palacio de Festivales supuso un antes y un después. No se puede entender la fuerza artística y cultural de Cantabria sin el Palacio de Festivales en este momento. Rompió con la inercia de la estacionalidad de la oferta artística que se circunscribía a lo que eran los festivales de verano y a partir del 91, Santander, al igual que muchas capitales españolas y europeas, contó con un espacio para tener una programación variada a lo largo de todo el año. Eso es fundamental.
Ha estado ligada al mismo desde sus inicios, ¿qué recuerda de su inauguración y de sus primeras funciones?
La inauguración del Palacio fue un poco complicada. Fue el 29 de abril de 1991 y, en esos momentos estaba en Cantabria el llamado Gobierno de gestión. El entonces consejero de Cultura, Rafael de la Sierra, decidió que había que abrirlo porque estaba terminado. Si no se da el primer paso, luego cuesta mucho más. Entonces se creó un pequeño grupo de profesionales relacionados con las artes escénicas de Cantabria encabezados por Juan Calzada y empezamos a trabajar en un piso de la calle Juan de la Cosa, que pertenecía al Gobierno. Lo recuerdo con momentos de mucho entusiasmo, mucha ilusión y, a veces, con miedo, porque el edificio aún era desconocido y no teníamos uno de las características escénicas y de los aforos del Palacio. En aquel momento se optó por inaugurar el Palacio con el 'Joshua' de Händel. Fue un inicio expectante, de muchos nervios, porque traía una orquesta barroca muy conocida en Inglaterra y suponía el primer traslado de grandes músicos que hacía el Palacio. A partir de ahí empezamos una programación que fue la temporada inaugural donde hubo una serie de actividades bastante importantes y que definieron lo que iba a ser el Palacio a posteriori: una oferta abierta, diferente, en la que entraba no solo la música, sino también el teatro, la danza, las actividades para niños. Recuerdo personalmente ese día con un terrible dolor de pies de estar corriendo por todos los pasillos [ríe], pero cuando terminó nos bajó a todos la tensión y fue muy emocionante.
¿Podría destacar alguna anécdota en estos 30 años?
Da para mucho, sobre todo porque una tiene ya sus años… [ríe], pero me gustaría destacar que he tenido la suerte de ver a personajes bastante conocidos del mundo artístico, tanto nacional como internacional, y la verdad es que por lo general es gente muy cercana, muy abierta y muy trabajadora. Recuerdo, por ejemplo, que en el Festival Internacional de Santander (FIS), que desde 91 pasó su sede al Palacio, que en una edición vino Vanessa Redgrave, que para mí aquello era como si bajara dios a la Tierra porque es una actriz a la que yo he admirado muchísimo. Y cuando la conoces de frente es una señora muy normal, es más, llevaba unas gafas de culo de vaso que hasta el guarda jurado de la entrada la paró y no se lo podía creer [ríe]. Estuvimos hablando con ella y llegaba al Palacio como si fuera la mina, a las ocho de la mañana, se metía en el camerino, comía ahí, actuaba y se iba. Es una de las personas más trabajadoras que he visto, con discreción y humildad, y la recuerdo con muchísimo cariño. Sin embargo no recuerdo así a Bob Dylan cuando vino porque me pareció un borde, la verdad [ríe]. Entraba un señor encapuchado, no podías pasar por los pasillos porque estaba todo muy vigilado, cantó y se fue. Le daba igual estar en Santander que en Minnesota. Hizo un concierto estupendo, pero en calidez humana, un cero. Pero bueno, hay muchas anécdotas porque han sido años muy intensos y ha pasado mucha gente por las salas del Palacio y, como todo, prefieres quedarte con lo bueno, que es en general mucho mejor que lo malo.
Cada artista, un mundo...
Cada artista, un mundo, pero ya te digo que es mucho más sencillo tratar con ellos de lo que en teoría puede parecer. Es como en la historia del poli bueno y el poli malo. Ellos tienen sus representantes que hacen de poli malo, pero cuando pasas ese primer círculo, la mayoría son muy profesionales, vienen a trabajar y a dar lo mejor de sí, y además bastante cercanos. Recuerdo un concierto de Operación Triunfo, de las primeras ediciones, y aquello fue un desastre, había chavales alrededor del Palacio desde el minuto uno y gritando. Fue aquella época en la que Operación Triunfo fue un tsunami y fue horrible. Entonces entiendo que si no tienen a alguien que los proteja un poco, en este caso sus representantes, aquello se va de las manos.
El Palacio, con 30 años, tiene que evolucionar y uno de sus éxitos es que se reinterpreta cada cierto tiempo
¿Y personalidades importantes de fuera de la comunidad que lo hayan visitado para ver una función?
Pues han venido todos por decirte de alguna manera. Desde los reyes eméritos, cuando se entregaron en el Palacio las Medallas de Oro de las Bellas Artes que organiza el Ministerio de Cultura, pasando por muchos ministros o presidentes de otras comunidades autónomas. En verano estaban en la UIMP y en invierno en el Palacio. Ha venido mucha gente.
Se conmemora este 30 aniversario en plena pandemia. ¿Cómo se ha conjugado una programación a la altura de esta cita con las limitaciones propias del contexto actual?
La idea es presentarlo del 29 de abril de este año al mismo día del año que viene. Por eso se han presentado solo las 30 primeras propuestas. Confiamos en que la crisis sanitaria vaya mejorando según vayan pasando los meses, de manera que queremos aprovechar la posible ampliación de aforos que haya después de verano. Ha sido complicado preparar una programación respetando, como no podía ser de otra forma, las medidas sanitarias y aprovechando las posibilidades de futuro que nos dará el avance de la vacunación. En líneas generales, va a ser un guiño a toda la historia del Palacio, va a pasar por los escenarios durante estos meses gente que ha tenido importancia a lo largo de todas las programaciones y vamos a contar con la colaboración del Ministerio de Cultura. Cuando se comenzó a hablar de esta programación, el vicepresidente, Pablo Zuloaga, ya dijo que queríamos recuperar la lírica, tanto la ópera como la zarzuela, y estamos trabajando en ello, pero la idea es esperar a que los aforos sean más amplios. Hacer el esfuerzo de traer una ópera o una zarzuela para 300 personas da un poco de pena. Y además habrá otro tipo de iniciativas. El Palacio, con 30 años, tiene que evolucionar y uno de sus éxitos es que se reinterpreta cada cierto tiempo, porque quedarse estancado sería como tener un mausoleo. Queremos ir incorporando nuevos públicos, y este año tenemos una batalla de gallos, el rap urbano, que ha tenido una respuesta muy favorable de gente que probablemente ni se imaginaba ir al Palacio a ver un espectáculo que le interesase. Estás iniciativas con buena acogida nos animan a seguir abriéndolo a más gente.
La crisis económica derivada de la COVID está afectando a muchos sectores, entre ellos especialmente el cultural. ¿Las ayudas que se están dando son suficientes?
Nunca es suficiente. A todos nos encantaría tener muchos más recursos, pero yo creo que el Gobierno de Cantabria, y en especial la Vicepresidencia, está demostrando un compromiso claro de apoyo y refuerzo a la cultura. Simplemente recordar que fuimos los primeros en hacer actividad cultural con la famosa 'Cultura Contraataca'. A partir de ahí hemos desplegado una serie de iniciativas que han intentado llegar a todo el ámbito cultural, no solo escénico musical, sino de artes plásticas, exposiciones, patrimonio… Ha sido un esfuerzo conjunto y con un diálogo constante casi desde el inicio de la pandemia. A ello hay que sumar las grandes inversiones como el Centro de Arte Rupestre de Cantabria en Puente Viesgo, para el que ya se han iniciado las obras, o la finalización del proyecto definitivo de la nueva sede del MUPAC, que será un punto de inflexión en la cultura y en el patrimonio de Cantabria porque es una de las inversiones públicas más importantes después del Palacio de Festivales. Estamos hablando de casi 40 millones de euros lo que está previsto invertir en este museo. Y también hay ayudas directas al sector, que se han sacado tres órdenes en tiempo récord que suponen casi cuatro millones y medio de euros en menos de cuatro meses, además de las que ha sacado el Gobierno de España. Estamos haciendo todo lo posible. Queremos mantener un tejido resiliente a esta pandemia para que cuando podamos avanzar hacia una normalidad siga manteniendo su actividad.
¿Y desde el sector les transmiten buen feedback?
Sí, estamos recibiendo un feedback bueno y están reconociendo el esfuerzo de la Vicepresidencia desde el inicio de la pandemia y nuestra capacidad de diálogo. Los recursos no son los que quisiéramos, nos gustaría tener más, pero lo que buscamos es que los que tenemos estén bien utilizados. Ellos están en su obligación de pedir todo lo que puedan y nosotros estamos intentando realizar una inversión eficiente que les ayude.
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