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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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La guerra cultural contra el feminismo

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Hay una guerra cultural conservadora contra el feminismo. La prohibición de las manifestaciones madrileñas del 8M y la vandalización del mural feminista de Alcalá de Henares y Ciudad Lineal son un buen ejemplo. Las concentraciones convocadas en Madrid eran muy reducidas y estaban pensadas para garantizar escrupulosamente la seguridad. En el resto de España, se han autorizado, pero no en la capital, donde la manifestación del 8M del año pasado es el caballo de batalla desde el que la derecha y ultraderecha atacan al feminismo y de paso al Gobierno, culpándoles de la pandemia en España y hasta de la muerte de Manolete. El PSOE ha preferido el fuego amigo al fuego enemigo y ha sacrificado la protesta de las mujeres para evitarse las protestas de los señoros.   

Entiendo aunque no comparto el cálculo político porque no salen las cuentas. Tienen la coartada de que mejor prevenir que lamentar más muertes, pero es una cesión al chantaje y una aceptación implícita de la culpa del 8M pasado. No sirve de nada ceder al ruido de la Brunete política y mediática porque te van a bombardear igual, hagas lo que hagas. A los hechos me remito. Hoy la derecha en sus discursos no ha hecho otra cosa que volver a culpabilizar a la manifestación feminista y repetir machaconamente que el PSOE hoy lo ha hecho bien porque antes lo hizo mal y ahora lo hace bien porque la derecha le ha enderezado el camino a la izquierda torcida, retorcida por el feminazismo. No, si todavía habrá que darles las gracias. Sánchez cree haber ganado una noche de sueño, pero ha perdido muchas en el futuro. La victoria en la batallita mediática es una derrota política.

Cada paso que se retrocede en esta guerra cultural, no es solo territorio que abandonas tú sino terreno que ocupa el adversario. Al machismo, como al fascismo, se lo combate, se lo discute, se lo rebate. Con información y convicción. Hay arsenal para defender al feminismo: a) a la manifestación del 8M pasada fueron también los partidos de la derecha que ahora la critican; b) los informes sanitarios también los tenía Ayuso, que no dijo nada; c) los datos posteriores demuestran que no fue un foco de contagio; d) el transporte público en interior reúne a muchas más personas cada día; e) ese fin de semana hubo muchos actos mucho más peligrosos como el mitin de Vox con Ortega Smith escupiendo miasmas. Eso no contagió sólo coronavirus, contagió machismo que mata.  

Habría que recordarle a la derecha que hoy se viste de morado cómo han cedido ante la ultraderecha en su ataque contra lo que llaman “ideología de género”. Habría que recordar cómo se han permitido concentraciones de los negacionistas sin mascarilla, de los cayetanos en pleno estado de alarma, de los nazis hace unas semanas, de los hinchas del fútbol este domingo mismo. A la derechas les molesta el feminismo porque les pone frente al espejo de la contradicción. Lo del feminismo (neo)liberal del que presumen Ayuso o Casado es una falacia porque el neoliberalismo se sustentan en la explotación y precarización del trabajo femenino. Feminismo capitalista es como decir militarismo pacifista, ya se ha demostrado históricamente que el capitalismo no procura que seamos iguales. No se puede defender al mismo tiempo la igualdad de las mujeres y el sistema que se alimenta de su desigualdad. 

La mejor noticia es que el feminismo se defiende solo. No habrá clamor en las calles madrileñas pero lo ha habido todo el día en todas partes, en los medios, las conversaciones, el debate político. La manifestación del 8M en Madrid este año ha sido en nuestras cabezas. Eso demuestra la enorme fortaleza del movimiento, a pesar de las fracturas y discusiones internas. Es exactamente lo mismo que ha pasado con la vandalización de los murales de mujeres. Efecto Streisand. Querían borrarlos y los han hecho más visible. Son ellos los que se están borrando aunque griten muy fuerte para que no dejemos de mirarlos. Ni caso. Violentar los símbolos feministas no es una muestra del poder del patriarcado sino de su impotencia.

Ladran porque saben que la guerra cultural la van perdiendo. Es importante ganar la hegemonía del discurso porque la palabra construye realidad. Pero donde hay que ganar la guerra es en los hechos y en ese campo de batalla aún queda mucho por conquistar. Casi todo. Por eso el 8M es cada día y la manifestación debemos ser cada una y cada uno. 

Produce Carne Cruda

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