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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Nador fue otro Tarajal

Archivo - Inmigrantes subsaharianos amontonados tras los enfrentamientos con la Policía de Marruecos durante un intento de salto de la valla de Melilla

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La semana pasada un documental de la BBC señalaba la responsabilidad de España en algunas de las muertes en la masacre en la frontera entre Nador y Melilla el pasado 24 de junio. Este lunes, una delegación de parlamentarios españoles visitaba la zona y la Guardia Civil reconocía que disparó 86 botes lacrimógenos, 28 botes de gas y 65 pelotas de goma. Antes, un informe del Defensor del Pueblo, la oficina que dirige Ángel Gabilondo, denunciaba que se habían producido el rechazo de 470 personas en la frontera española sin respetar la legalidad nacional e internacional. La BBC calcula que hubo 300 devoluciones ilegales de España a Marruecos. 

Por supuesto, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lo niega todo, desmiente al medio británico y respalda la actuación policial. “Bien resuelto”, como dijo Sánchez en agradecimiento no solo a nuestros cuerpos de seguridad, también a los marroquíes. Aunque el presidente no había visto las imágenes de lo ocurrido cuando pronunció esa frase infame, su precipitación le perseguirá siempre. “Bien resuelto” llamó a un operativo que provocó, por lo menos, 23 muertos, según datos de la propia presidencia. Sabemos que fueron más. La ONU reconoce 37. Las ONG calculan 70. La BBC reporta la desaparición de 77 personas. 

Recordemos que en la tragedia de Tarajal, de 2014, fallecieron 15 hombres en el mar mientras la Guardia Civil les disparaba desde tierra. Entonces fueron más pelotas de goma (145) pero muchos menos botes de gas (solo 5). Entonces murieron ahogados; ahora, aplastados y asfixiados entre nubes de humo. Entonces Pedro Sánchez criticaba a Rajoy por eludir responsabilidades y su partido pedía explicaciones a un PP y un ministro de Interior que ocultaban la intervención policial en las muertes, ahora el PSOE se niega a una comisión de investigación en el Congreso y Marlaska presume de transparencia aunque ha evitado enviar todos los vídeos que el Defensor del Pueblo le ha pedido. 

Marlaska miente. Hay vídeos que muestran claramente cadáveres por aplastamiento en la zona que la Guardia Civil señaló a los periodistas de la BBC como parte de suelo español. Hay vídeos que confirman las devoluciones en caliente que el ministro niega. Hay testimonios de los agentes españoles que reconocen el uso de la fuerza en el área en la que se produjo el embotellamiento que provocó algunas muertes. Hay supervivientes que aseguran haberse visto atrapados entre la violencia de ambos cuerpos policiales. El jefe del dispositivo español cuenta que no abrió la puerta donde se amontonaban los cuerpos porque temió por la vida de sus hombres. La que se perdió es la vida de los otros. Los otros hombres. Los que no son los suyos. Los nuestros. 

Tampoco actuaron los servicios médicos. Activistas marroquíes denunciaron que las ambulancias españolas estaban paradas al otro lado de la valla, a pocos metros, mientras algunas personas agonizaban. Ángel Gabilondo también ha pedido explicaciones al respecto. Faltan muchas explicaciones. Del ministro del Interior y del presidente que lo respalda. Han muerto entre 40 y 80 personas atrapadas en un fuego cruzado entre las fuerzas de España y Marruecos. Hemos visto terribles palizas de los policías marroquíes a los migrantes y a la Guardia Civil devolviéndolos y dejándolos en manos de esos cafres. Hemos visto cuerpos amontonados en el suelo como carne, cabezas y bocas partidas sangrando, personas derruidas por los golpes y el agotamiento. 

Nador fue otro Tarajal. Peor aún. Han muerto muchos más. Como en la playa de Ceuta, en la valla de Melilla, la Guardia Civil empleó una violencia que pudo provocar muertes o evitó que se salvaran vidas. La parte socialista del Gobierno tiene una responsabilidad que debe aclarar. Sus socios de Unidas Podemos se lo han exigido, pero el ministro de Interior sigue mintiendo y escondiéndose y el presidente sigue encubriéndole y encubriendo al Reino de Marruecos cuando reprime y mata a refugiados, ya sea en Nador o en los campos saharauis. Marlaska debería dimitir por mentirnos o Sánchez destituirlo para dejar de ser cómplice.

Lo más desgarrador, simbólico e indigno del asunto es que el ministro dice que esos cadáveres que se le adjudican a España murieron, en todo caso, en lo que llaman “tierra de nadie”. Tierra de los Nadie. De los desechos que nadie quiere. Así es como llaman a la fosa común en la que no hay ley ni derechos humanos. Curiosamente, cuando se trata de la muerte de los otros, las naciones soberanas están dispuestas a renunciar a su territorio. Pero cuando alguien intenta avanzar un paso más allá para salvar su vida, le disparan, le gasean y lo matan a palos. Como si fuera un perro. Menos que un perro.

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