La nueva normalidad es como la vieja

Vuelven los atascos, la contaminación y el ruido, los empresarios piden bajar salarios y abaratar despidos para salir de la crisis y la derecha propone más ladrillo y turismo, Bruselas acuerda blindar aún más las fronteras y agilizar la expulsión de irregulares, continúan los escándalos de la monarquía española y continúa ignorándolos la prensa mayoritaria y reaparece hasta el tema de los GAL y la falta de ganas del Estado de investigar. Hay que ver lo que se parece la nueva normalidad a la de toda la vida.

Se parece tanto que yo diría que es la misma. La patronal exige no sólo respetar sino agudizar la reforma laboral que ha consagrado la temporalidad y la precariedad en nuestro país. Los patronos del campo se quejan de que la ministra de Trabajo manda inspectores para detectar la explotación esclavista, no porque estén en contra del esclavismo sino porque les molesta que se le llame “esclavitud”. Las residencias privadas piden dinero público para poder pagar a sus trabajadores dignamente. Con un par. En el empresariado, como diría Julio, la vida sigue igual.

También en la política. El PP pide a los suyos que utilicen los muertos del coronavirus en las campañas de Galicia y Euskadi. Antes era ETA, ahora la COVID. Pero es que al Delegado del Gobierno en Madrid le pillan pidiendo a los socialistas que hagan lo mismo contra Ayuso. No había necesidad, ya se ataca sola. Mientras sigue privatizando la Sanidad propone homenajear a los sanitarios con una corrida de toros. Vamos a matar animales en honor a los que salvan vidas. Algunos no han salido de las cavernas.

De la Transición tampoco salimos. Felipe y Letizia se dieron una luna de miel secreta de cuatro meses por tres continentes que costó medio millón de euros pagados a medias por Juan Carlos I y un empresario amigo. Pero el rey no sabe nada de las cuentas opacas de papá y sus testaferros. Lo ha tenido que publicar la prensa británica. Aquí a la prensa cortesana no le ha merecido una portada. Nada cambia.

La hermosa idea de mejorar nuestras vidas está desescalando a la misma velocidad que la muerte se aleja. El sistema nunca ha querido cambiar porque el sistema está a gusto consigo mismo. Le van bien las cosas como están. Quienes ya eran insolidarios y mezquinos, lo serán aún más porque ven sus privilegios en peligro. Quienes no creen en la justicia social, van a seguir defendiendo la explotación y la desigualdad.

Pero como en la anterior crisis, ya hay muchos movilizándose por la igualdad, por la protección de los desprotegidos y de los servicios públicos, por un consumo responsable, un turismo sostenible y ciudades habitables, por el cuidado de las personas y el planeta. Algo vamos aprendiendo. Incluso Europa aboga ahora por el rescate sin recortes y hasta el FMI apoya el Ingreso Mínimo Vital. Por eso nuestros neoliberales patrios (que no patriotas) han intentado oponerse a la ayuda incondicional a nuestro país. Que se hunda España que ya la salvamos nosotros.

El modelo de los Trump, Bolsonaro, Abascal, Casado y demás cayetanos está fracasando en esta pandemia. Dan miedo porque hacen mucho ruido pero también provocan la reacción de millones por una sociedad más justa. Estamos en una encrucijada histórica, entre volver a las sombras del pasado y seguir caminando hacia el abismo, o echar el freno y abrir caminos transitables. Esa batalla es aún más importante y difícil de ganar que la del coronavirus.

MARTES A LAS 10H: NO SABEMOS PARAR, LA SOCIEDAD ANSIOSA

Carne Cruda es independiente sólo gracias a los oyentes que nos financian. No podemos hacer periodismo libre si tú no nos ayudas.