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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Ese partido del que usted me habla

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Dice Casado que él sólo era un diputado por Ávila cuando el PP de Rajoy, Cospedal y Fernández Díaz utilizaba presuntamente las cloacas del Estado para atacar a sus rivales políticos, destruir pruebas judiciales y obstruir a la Justicia en la investigación de Bárcenas y la Gürtel. Dice “diputado por Ávila” como cuando Mihura decía “y un señor de Murcia”, como podría haber dicho “un señor de Cuenca”, como quitándose tanta importancia que acaba insultando a Ávila. Dice “diputado por Ávila” como quien dice don Nadie o mindundi. Si yo fuera abulense, le pedía que devolviera lo cobrado por falta de respeto al cargo y a la provincia. 

Además, miente. Era vicesecretario de comunicación del partido, nombrado por Rajoy, o sea, que estaba en el centro de la paella, y no olvidemos que fue Cospedal la que lo aupó a la dirección del partido. Vamos, que no es que se los cruzase por el pasillo y les dijese “hola, soy el diputado por Ávila”, es que era el portavoz de Génova. No les llevaba los cafés, les llevaba la palabra. Es curioso este muchacho. Presume de lo que no es, como cuando confunde Harvard con Aravaca, pero esconde lo que es realmente. Le da la vuelta al refrán. Dime de qué te avergüenzas y te diré quién eres. 

“Unos miserables” dice que son Fernández Díaz, Cospedal y Rajoy, el que era el número 2 de Interior en la época, Francisco Martínez, que ha entregado pruebas a la Justicia de la implicación de los tres en las cloacas, después de que el ministro le hiciera un “Paco, sé fuerte” y le abandonara a los pies de los caballos. Pero les ha devuelto la coz y ha golpeado no sólo a la cúpula de entonces, también a la de ahora, que ni ha ventilado ni ha condenado la putridez de aquélla. La corrupción es un vómito, vuelve como las arcadas cuando queda resto en el estómago. 

Digamos qué son y de qué se avergüenza el ex diputado por Ávila ya que él no lo dice. El PP organizó presuntamente un entramado mafioso con dinero público en el que implicó a policías, jueces, periodistas y hasta un matón disfrazado de cura, para vigilar, extorsionar e intentar robar pruebas a Bárcenas sobre la financiación ilegal del partido, mientras espiaba, perseguía e inventaba informes policiales falsos sobre independentistas y podemitas. Todo, según el delator, con el conocimiento del presidente del Gobierno, la presidenta del partido y el ministro de Interior. A Fernández Díaz le ha abandonado Marcelo, su ángel de la guarda. Yo no sé ahora cómo va a encontrar aparcamiento. Al menos tiene un sitio esperándole en el parking de los juzgados. 

Pero nos quedamos siempre en los tiros y olvidamos los muertos. Gracias a sus prácticas, el PP ganó elecciones, perjudicó a otros partidos, agitó al independentismo, la crispación y el enfrentamiento y degeneró las instituciones provocando el descrédito hacia la política. Pervirtió la democracia y rompió el país. Los daños para la convivencia aún los estamos pagando. La corrupción no es sólo lo que beneficia a quien la hace sino lo que perjudica al resto. 

El PP se ha pasado el verano dando la matraca con la presunta financiación ilegal de Podemos a quien intentaban meter en su saco. El mismo día, una fiscalía ha levantado la tapa de la cloaca de Génova y otra fiscalía ha desestimado la duodécima investigación fallida contra el partido de Iglesias. Casado se ha quedado sin munición para desviar el tiro. En los próximos días acabará refiriéndose a sí mismo y al PP como “ese señor y ese partido de los que usted me habla”. Al tiempo.

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