Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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El gobierno de Pedro Sánchez es la mejor campaña electoral que han hecho los socialistas desde el felipismo. El PSOE ha pasado de la depresión a la resurrección en su Semana Fantástica. A Sánchez le llamaban el Desaparecido, que decía Manu Chao, y ahora es el Renacido, El Cid Campeador y hasta parece más alto, más guapo y más listo. Ya es primavera en la sede de Ferraz.
Como estrategia, ha sido un jugada maestra. De la noche a la mañana, los socialistas han revivido, se han quitado polvo y canas, incluso han camuflado con el nuevo perfume su olor a viejo régimen. Sánchez le ha hecho un lifting a su partido aunque uno no puede dejar de recordar cómo se arruga cuando tiene que hacerle la cirugía al sistema (modelo de estado y territorial, proceso constituyente, juicio al franquismo, fiscalidad, aconfesionalidad...). Suerte que están en minoría y tienen a la oposición para ponerle un espejo delante de su cara bonita.
Habrá que ver si es más que eso, pero es justo reconocer la inteligencia del movimiento de Sánchez. No sólo es el gabinete más femenino del planeta, con mujeres de mucho mérito, además proyecta una imagen de modernidad, capacidad y diversidad que le quita a este país mucha caspa de encima. De hecho, el consejo de ministras hace parecer muy rancios tanto al españolismo histriónico de Ciudadanos y su Marta Sánchez, como al conservadurismo nacionalista del Govern de Cataluña. Por eso están que trinan Rivera y Puigdemont: ya no tienen a Rajoy enfrente para hacerles más jóvenes y atractivos. Ahora hay uno que les encanece y les afea.
Tampoco nos equivoquemos, es progresista pero no es un gobierno de izquierdas, ni siquiera de centro izquierda, es un gobierno de mayorías: está pensado para gustar al ciudadano medio, para llegar a esa centralidad que abarca las izquierdas y derechas moderadas, pasando por el centro. Y por eso está muy bien pensado. Sánchez ha hecho un Errejón con el que le ha pasado por encima a Rivera y le achica espacios a Iglesias.
A Ciudadanos le manda a la derecha, incluso a la extrema derecha, donde Aznar les espera marcando abdominales. Unidos Podemos debería recuperar la transversalidad que le hizo crecer, si no quiere acabar arrinconado en una izquierda sin posibilidades. Pablo Iglesias se ha dado cuenta y ha empezado a marcarle el territorio al gobierno, pero corre el peligro de parecer un palo en las ruedas o tan desesperado como Rivera.
Tal y como se ha puesto la cosa, podríamos volver fácilmente al tablero de juego de la Transición. El PSOE sale milagrosamente del coma y vuelve a gobernar hasta fortalecerse, dándole tiempo al PP a recuperarse en la UVI, mientras el centro y la izquierda se convierten en minorías. Esto es lo que puede estar pasando y ya sabemos cómo termina dentro de otros 40 años. Sería lo peor para España, un país que necesita la pluralidad de partidos y una reforma integral para madurar.
Cuidado con las rosas que pinchan. A mí me van a permitir que tenga todas las alarmas encendidas con un presidente y un partido que sólo tienen de marxista a Groucho. Ya saben: estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros.
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