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Un viticultor manchego: “No quiero ayudas, págame bien el kilo de uvas y no te preocupes de más”

Kiko arando sus tierras en Quintanar de la Orden

Pilar Virtudes

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No es sólo un agricultor, o eso es lo de menos. Francisco Javier, ‘Kiko’ para todos, es un gestor, administrador, ingeniero, negociador y, cuando le queda tiempo, agricultor.

Tiene 40 años y se dedica desde hace diez a trabajar la tierra, principalmente viñas en Quintanar de la Orden, en la provincia de Toledo, aunque también tiene olivos. Si embargo, en la entrevista que ha concedido a AgroalimentariaCLM mientras el sector está protestando en las autovías y en las calles de pueblos y ciudades, dice que no trabaja hoy con la misma ilusión que cuando empezó hace una década, con las tierras de su padre y con otras que ha ido comprando.

Encuentra múltiples problemas en el día a día: desde los bajos precios, los altos costes de producción, la excesiva burocracia, la falta de agua, e incluso la incomprensión por parte de la sociedad que a veces ve a estos profesionales como personas que viven de la subvención. Unos escollos que tienen mucho que ver con las demandas que ha llevado a miles de agricultores y ganaderos en las últimas semanas a manifestarse por toda España, también en Castilla-La Mancha.

Comparte al cien por cien todas estas reclamaciones porque son el equivalente de los problemas en su día a día. “Esto ha ido poco a poco y al final la situación ha explotado”.

Combatir el alto coste de producir y los bajos precios a la hora de vender es una de las reivindicaciones principales. “El producto sigue valiendo lo mismo o menos que hace 10 años, pero los fitosanitarios, los abonos, incluso los aperos, todo ha ido subiendo de precio. Sin embargo, el precio de la uva se va manteniendo en el tiempo. La gente mayor de esta zona, que aún habla en pesetas, dice que ellos cobraban más caras las uvas que nosotros”, asegura.

Como muchos otros agricultores, asegura que prefiere precios justos por su producto a ayudas. “Yo no quiero ayudas, lo que quiero es que me paguen un producto y que se le dé un valor al producto, págame bien el kilo de uva y tú no te preocupes, porque para la ayuda tiene unos requisitos tan exhaustivos... Tienes que sentarte a estudiarlo bien, luego te llega Hacienda y tienes que pagar. No todo es tan bonito. Ayudas hay, pero muchas veces te planteas antes el hacer una plantación nueva que pedir ayudas, y así no tengo que depender de nadie”, asegura.

La gente mayor de Quintanar de la Orden, que aún habla en pesetas, dice que ellos cobraban más caras las uvas que nosotros

La Ley de Cadena Alimentaria no ha ayudado con los precios: “Los controlan tres o cuatro”

A su juicio, la Ley de la Cadena Alimentaria no ha mejorado la situación de los precios. “La situación está igual con la ley: si a mí me subes el precio de la uva, pero todo lo demás sube también, al final estamos igual año tras año. Trabajamos a pérdidas. En realidad, trabajamos más que a pérdidas porque no se está contando el trabajo que hace uno mismo en sus tierras. Parece que como es nuestra no vale nada ir a podar, ni a arar. No vale nada ir a trabajar a tu finca. Porque si le pusieras a tu trabajo un sueldo estaríamos poniendo más dinero”.

Y los precios siguen como siempre: “Aquí el problema es que controlan tres o cuatro personas que son los que ponen el precio. A ellos les da igual. En mi zona se trabaja más en cooperativas porque van a mirar más por sacar un precio digno que una bodega privada, la cooperativa mira más por el agricultor”, asegura.

Se puede decir que Kiko es un agricultor 'tipo' de la Mancha, ya que tiene toda su explotación en secano, lo que le hace depender mucho más de la climatología y sufrir las altas temperaturas y la sequía. “Yo tengo todo de secano, no tengo pozo aunque creo que es necesario, pero no es lo mismo la calidad del viñedo de secano que el de un viñedo que esté regado. Pero esta zona es muy seca y viene bien cuando tiene más estrés hídrico aplicarle un riego”.

El cambio climático pasa factura. “Yo noto más la merma cada año, hay unos veranos muy secos, y si no llueve a lo largo del año es muy duro como lo fue el pasado. Las viñas brotaron mal, tardías, fue un año penoso. Hubo viñedos que nos los vendimie porque no me merecía la pena, que me costaba más la máquina que lo que iba a sacar por el producto”, señala.

¿Agricultor o gestor?

A todos los problemas del día a día de la viña se suma la gestión que supone la aplicación de la Política Agraria Común, la conocida como PAC.  “Cada año se va cambiando. Desde que empecé cada año es un mundo”, apunta, y la nueva política comunitaria que ha entrado en vigor en 2023 no ha mejorado las cosas en su opinión. “Yo tengo que llamar al ingeniero continuamente: ¿Qué puedo plantar? ¿Cuánto puede costar esto que tengo que plantar y qué necesito? Es tan rebuscado que al agricultor le agota para poder cobrar una ayuda que te la han recortado un 50%” y añade que “es tanta la burocracia que ya nos sabes lo que hacer, al final eres más un gestor que un agricultor”.

De hecho, ha decidido no optar a pedir ayuda derivadas de los ecoesquemas (por prácticas medioambientales) porque tiene que hacer nuevas inversiones para poder cumplir con los requisitos. “Te encuentras con que al final tienes que comprar un sembrador, por ejemplo. Eso son más gastos y es como círculo vicioso. Al final para poder cobrar una ayuda lo que estás haciendo es poner más dinero para poder cumplir los objetivos que se piden”, se lamenta.

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