El cuidado del suelo, un “componente clave” para la conservación del agua
Con motivo del Día Mundial del Agua, es importante detenerse en un elemento sin el cual sería imposible hablar de los recursos hídricos tal y como los conocemos. El suelo es el centro regulador crítico de todos los agrosistemas, es decir, un componente clave en la optimización del agua y aún más en territorios eminentemente agrícolas como es el caso de Castilla-La Mancha. Así, la parte superficial de la corteza terrestre, con su lenta formación y renovación, es en muchas ocasiones el recurso más olvidado en cuanto al servicio que presta al ser humano. Según la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo del CSIC, no solo contiene una proporción grande de la biodiversidad de la tierra, sino que también proporciona el substrato físico para la mayoría de las actividades humanas.
De esta forma, el suelo, además de productor de biomasa, es el reactor que filtra, regula y transforma la materia para proteger de la contaminación el ambiente, las aguas subterráneas y la cadena alimentaria. Asimismo, es el hábitat biológico de muchas plantas, animales y organismos, el medio físico que sirve de soporte para estructuras industriales y técnicas, y fuente de materias primas que proporciona agua, arcilla y minerales.
El catedrático de Edafología de la Universidad Autónoma de Madrid, Raimundo Jiménez Ballesta, nos explica a este respecto que los suelos, a escala mundial, son muy diversos y dinámicos, pero que una de sus funciones fundamentales respecto al agua es que sirve para filtrarla, no solamente para el suministro de agua potable sino también para almacenarla de cara al uso de las plantas, al tiempo que actúa como un “amortiguador para evitar la fuga rápida de la misma”.
De hecho, la relación agua-suelo es tan importante que su reacción ante periodos de sequía y posteriores lluvias como el vivido recientemente en España, es determinante. El profesor subraya que las abundantes precipitaciones han sido beneficiosas ya que han permitido que la mayoría de los poros del suelo se hayan ocupado, hasta el punto de alcanzar muchos de ellos su capacidad máxima.
De este modo, la reserva hídrica del suelo se ha visto favorecida, “lo que redundará en un mejor desarrollo de las plantas”. Pero, al mismo tiempo, recalca que un nuevo periodo de sequía intenso “puede dar al traste con los beneficios de las lluvias recientes”. “Algunas lluvias torrenciales propias del verano y características del medio mediterráneo, son generalmente perjudiciales, al provocar intensos procesos de erosión del suelo”, señala. Por este motivo, resalta la importancia de su cuidado como medida de prevención, especialmente desde aquellos que lo gestionan. “Un buen uso del suelo y la toma de medidas adecuadas de conservación es fundamental para preservar un recurso tan importante, especialmente en Castilla La Mancha, región en la que más del 50% de sus suelos se dedican a producir fibras y alimentos”. La conclusión es evidente: un suelo bien conservado -y en esta comunidad autónoma hay “muchos y muy buenos”- y con una capa vegetal adecuada, “conservará el agua más fácilmente”.
Jiménez Ballesta alerta asimismo sobre las graves consecuencias de disponer de un suelo con “mala salud”, erosionado o contaminado. Esto conlleva su degradación física, química y biológica lo que termina por desertificarlo. Resalta por ello la importancia de la edadosfera (capa de suelo) como un “componente más del medio natural”, es decir, igualmente afectado por el cambio climático. De hecho, afirma que en Castilla-La Mancha debería considerarse un “componente clave” para ayudar a mitigar este fenómeno: “Debe incluirse la gestión sostenible del suelo como una solución para la implementación de acciones de mitigación bajo el renovado marco internacional sobre cambio climático”.
También lo apunta así la Sociedad Española de Ciencia del Suelo. En su Libro Blanco sobre el tratamiento del suelo en los manuales de texto, plantea algunos temas relacionados con funciones y servicios del suelo en agricultura sostenible y en medio ambiente, y con los efectos de los procesos de degradación. Estos aspectos permiten visualizar el papel relevante que desempeña en el entorno de toda la sociedad.
La iniciativa europea que no fructificó
Debido a esta relevancia, hace dos años un millón de firmas pidieron en Europa detener la ocupación, contaminación y degradación de los suelos españoles. Fue a través de la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) ‘People4Soil’ y bajo el lema “Sin suelos, no hay vida”, respaldada por más de 350 instituciones y organizaciones, entre ellas Ecologistas en Acción. Partía del hecho de que según la FAO, el 33% de los suelos del planeta está de moderada a altamente degradado debido a la erosión, la salinización, la compactación o la contaminación química. Fue una alternativa a la propuesta legislativa defendida en el Parlamento europeo durante ocho años y que fue retirada en mayo de 2014.
Desde la organización ecologista siguen defendiendo que el suelo es esencial para la biodiversidad y el agua. Además de aportar un hábitat para la vida subterránea, es fundamental para la supervivencia de la mayoría de las especies terrestres. “Unos suelos saludables juegan un papel esencial en la mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, como las inundaciones, las olas de calor y las sequías”.