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Carmen Bachiller

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La amenaza de Rusia de cerrar el grifo del gas a Europa ha provocado la reapertura del debate sobre la recuperación de combustibles fósiles, como el carbón, y el mantenimiento e incluso la recuperación de las centrales nucleares.

A España, la situación geopolítica y económica provocada por la guerra de Ucrania le ha pillado en plena transición energética. Y además con la hoja de ruta ya iniciada en el desmantelamiento de las centrales nucleares denominadas de ‘primera generación’: la planta ‘José Cabrera’ en Almonacid de Zorita (Guadalajara), Garoña, en Burgos y Vandellós I en L'Hospitalet de l'Infant (Tarragona).

En la central nuclear de Guadalajara, la más antigua de España, se han completado ya más del 97% de los trabajos de desmantelamiento bajo la dirección de Manuel Ondaro, ingeniero en la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), la empresa pública encargada de la gestión de los residuos y el desmantelamiento de las centrales.

El incipiente debate que ya se ha traducido en el aval del Parlamento Europeo –con el impulso de las derechas– para que las inversiones en gas y en energía nuclear sean consideradas ‘verdes’. El Gobierno de España cree que la decisión fue “desafortunada”.

La decisión tomada en el ámbito europeo no está condicionando, de momento, la hoja de ruta de Enresa en el proceso de desmantelamiento nuclear. O al menos no es algo público. La empresa pública declina comentarlo más allá de las declaraciones del responsable técnico de los procesos de desmantelamiento.

“ENRESA da un servicio a la sociedad y ejecuta lo que otros nos marcan cuando una central nuclear tiene el cese de definitivo de operaciones. Que se prolongue o no la vida de las nucleares no depende de Enresa. Son políticas establecidas por los gobiernos. Si Almaraz está ahí para 2027, ejecutaremos y si no, cuando nos digan”. 

Manuel Ondaro cuenta con más de 20 años de experiencia en trabajos de desmantelamiento. Ya participó en las mismas labores de la primera fase para desmontar Vandellós I - la segunda está prevista para 2030- y explica que “cada uno es diferente, aunque hay aspectos comunes. En Zorita ha sido necesaria la segmentación de la vasija y sus componentes. Eso con Valdellós no fue necesario. Su tecnología es diferente”.

Después de la ‘José Cabrera’ vendrá el desmantelamiento de Garoña, en Burgos, y de Almaraz, en Cáceres. De los pasos ya dados en Zorita y en Vandellós I dice que ya hay “lecciones aprendidas” que tienen que ver con la gestión de residuos o la protección radiológica, entre otras cosas. “Desde fuera puede pensarse en que es complejo y que es un riesgo, pero para nosotros es un proceso integrado en nuestro ADN. No es sencillo, pero se hace de forma adecuada y segura para los trabajadores, la población y el medio ambiente”. 

Las siguientes son Garoña y Almaraz y con Vandellós I en periodo de latencia

Los plazos para desmantelar una central nuclear desde su parón operativa son largos y complejos. “Respecto a Garoña, estamos a la espera de que el CSN nos transfiera la titularidad. No hay plazos, pero prevemos que será en el primer trimestre de 2023. Sería lo deseable”, explica el ingeniero. De momento, el trabajo de organización con Nuclenor, la propietaria, ya está avanzado para comenzar a desmantelar el año que viene. 

Para desmontar Almaraz I y II Ondaro recuerda que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 habla de un horizonte temporal entre 2027 y 2028. “Enresa empezará a trabajar con la ingeniería básica y luego la de detalle para acometerlo. En este caso será un reto porque será la primera vez en España que se actúe sobre dos reactores nucleares”, señala, aunque ya existen precedentes en Estados Unidos. “Tenemos el doble de material a gestionar y secuenciar para minimizar el impacto sobre el programa”. 

Además, recuerda que la central Vandellós I “se encuentra en periodo de latencia”. Esta planta cesó su actividad en 1989 después de 17 años de funcionamiento y fue desmantelada parcialmente. El cajón del reactor, ya sin combustible nuclear, fue sellado durante 25 años (periodo de latencia) para permitir decaer “de forma natural la radiactividad de sus estructuras internas facilitando su desmantelamiento total en condiciones óptimas de seguridad y con los menores costes económicos posibles”, según explica la compañía.

Zorita, la primera experiencia 

La central nuclear ‘José Cabrera’ está situada en el municipio de Almonacid de Zorita (Guadalajara) en plena comarca de La Alcarria, junto al río Tajo. El titular de su explotación fue Unión Fenosa Generación (hoy Gas Natural Fenosa). Fue la primera en operar en España tras conectarse a la red eléctrica en 1969. 

Su diseño Westinghouse, del tipo de agua a presión (PWR) permitía una potencia instalada de 150 megavatios eléctricos. Durante casi 40 años produjo 36.515 millones de kilovatios.

Fue el 13 de septiembre de 2002 cuando el Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) acordaba conceder una última prórroga de funcionamiento a la central nuclear de ‘José Cabrera’. Su fecha de cierre definitivo se fijó para el 30 de abril de 2006 y la exigencia de que la compañía propietaria, Unión Fenosa, presentase el plan de clausura y desmantelamiento de la instalación antes del 30 de octubre de 2004.

La decisión del CSN se tomó por motivos “técnicos y de seguridad”, aunque no hubo unanimidad porque una de las consejeras, Mª Teresa Estevan Bolea, apoyaba las tesis de Unión Fenosa que reclamaba una ampliación del permiso de explotación de la planta durante al menos seis años más. 

El emplazamiento de Zorita está limpio, sin ningún riesgo radiológico, pero es cierto que en esta instalación hubo terrenos contaminados por fugas de tanques

Con varios incidentes nucleares en su haber, la nuclear más antigua del país había sido objeto de numerosas protestas. Una de ellas, la más sonada, ocurrió en 2002 y tuvo como protagonista a su característica cúpula roja cuando activistas de Greenpeace, capitaneada por el hoy diputado Juan López de Uralde, ocuparon la cúpula del edificio del reactor de la central nuclear. Entonces ya se calificaba de “cafetera vieja” a la instalación. El mismo apelativo que recibía la de Garoña, en Burgos. 

Manuel Ondaro sostiene que Zorita “operó de manera segura” hasta su último día y que “los estándares de seguridad se han mantenido desde el cese de la explotación hasta que Enresa entró a ejecutar los trabajos”. Cuando preguntamos por el estado radiológico del lugar en el que se asentó la central, asegura que “está limpio, sin ningún riesgo radiológico” aunque matiza que “es cierto que en esta instalación hubo terrenos contaminados por fugas de tanques”.

“Básicamente lo que queda en Zorita es un solar”

Los trabajos para ‘borrar’ Zorita todavía no han terminado. “Hemos finalizado con las demoliciones de los principales edificios que sirvieron durante los años en los que operó la central nuclear e incluso con otros que usamos para procedimientos internos durante el proceso, como el antiguo edificio de turbinas que usamos como edificio auxiliar para acondicionar residuos”, explica el director de los trabajos

“Básicamente lo que ahora queda es un solar” porque los edificios relacionados con la etapa operativa de la central ya no están aunque 139 trabajadores permanecen en la zona. Ahora, dice, “lo pendiente” es la ejecución del Plan de Restauración del Emplazamiento (PRE). Servirá para verificar que el terreno que Enresa devolverá a su propietaria, Naturgy, está libre de carga radiológica. Aunque para eso todavía no hay fecha. 

“Aplicaremos el plan, con las vigilancias radiológicas correspondientes, sobre todo en 2023”, explica el director del desmantelamiento. La posterior evaluación del CSN indicará si se puede proceder a la clausura definitiva del emplazamiento. 

Parte de los restos se están trasladando a El Cabril, en Córdoba, donde se encuentra el único almacén español capaz de almacenar residuos radiactivos de baja y media actividad. Y los de alta actividad, los más contaminantes, se almacenan en contenedores. “De momento”, aclara Ondaro, se quedarán en el Almacén Temporal Individual (ATI) de la planta. “Hasta que no haya una instalación centralizada estarán seguros en nuestras instalaciones. Tenemos 12 contenedores de combustible gastado y otros cuatro adicionales con material irradiado procedente de la vasija del reactor que fue desmantelada en 2015”.

No está previsto que el ATI de la central ‘José Cabrera’ aumente en tamaño o capacidad. Tampoco acogerá residuos de otras plantas. “Eso no está planteado y en Zorita menos”, aclara. Enresa lo mantendrá bajo su control regulador a la espera de un destino más definitivo para los residuos. 

El incierto destino de los residuos, ahora en almacenes temporales individuales

En la ‘José Cabrera’ continúan con la caracterización de terrenos y materiales. En el proceso de desmantelamiento Enresa gestionará un volumen global de residuos en torno a las 140.000 toneladas. “Entre un 10 y un 15% son residuos radiactivos. Ya hemos gestionado 15.000 toneladas. No prevemos que salgan más residuos radiactivos. Podemos decir que hemos llegado al techo de los que gestionaremos”.

Durante 2022 y 2023 se seguirán enviando residuos y tierra a El Cabril. Pero allí no hay sitio, ni es el lugar adecuado para los residuos más peligrosos. Así que, los combustibles nucleares gastados de esta nuclear, se están almacenando temporalmente en su Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la instalación, en el que también se han depositado ciertos residuos procedentes del desmantelamiento. 

Los ATI han sido la respuesta temporal a otra solución temporal: el fallido ATC que iba a instalarse en Villar de Cañas (Cuenca). De momento ese Almacén Temporal Centralizado parece descartado, pero lo cierto es que aparece en el que será el 7º Plan General de Residuos Radiactivos que acaba de ser sometido a Evaluación Ambiental Estratégica.

Este plan contempla su puesta en marcha para el combustible gastado y los residuos de alta actividad o, “alternativamente”, de siete Almacenes Temporales Descentralizados (ATD) en los emplazamientos de las centrales nucleares. A diferencia de los ATI, los ATD deberán contar con una instalación complementaria para operaciones de mantenimiento de los contenedores en los que se almacena el combustible gastado.

“Si los planes cambian los acomodaremos en la política de gestión de residuos. De momento y si no hay instalación centralizada, se usarán las individualizadas. Son seguras. Si se decide otra cosa lo ejecutaremos”. El 7º Plan de Residuos también contempla la creación del Almacén Geológico Profundo (AGP), el definitivo para los residuos. “Cuando llegue estudiaremos los posibles emplazamientos así como la gestión y la estrategia. Personalmente, lo veo largo”.

En las inmediaciones, la empresa Naturgy tiene previsto construir un parque solar fotovoltaico de 0,99 Megavatios en el término municipal de Almonacid de Zorita, a 350 metros de la nuclear y a 100 metros del vallado del área protegida de planta. Ya tiene el visto bueno del Consejo de Seguridad Nuclear. “Si se produce la construcción Enresa deberá vigilar el tránsito de personas o camiones” pero, matiza que la planta fotovoltaica, si se construye, no supondrá afección al ATI.

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