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Creando Oportunidades

Mujeres emprendedoras en la década de los 70: “Llevan la palabra luchadoras marcada en el alma”

Las homenajeadas posando juntas tras el evento. FOTO: Loli Monseco

Teresa Sánchez Garzón

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La Asociación de Mujeres Virgen del Puerto de Salmerón, en la provincia de Guadalajara ha rendido homenaje este fin de semana a emprendedoras de la localidad. En concreto a cuatro mujeres que “con su empeño y sacrificio se hicieron hueco en una sociedad de por sí más dura de lo habitual, como es el medio rural”.

Las homenajeadas fueron Marisol Monseco, Pepa Albalate, Encarna Palacios y María Martínez. Reconocimientos que hasta ese momento fueron el mayor secreto guardado por la organización y por sus familias. “Estas cuatro mujeres tienen mucho en común. Como madres trabajadoras y encargándose de todos los aspectos domésticos e intentado llegar a todo”, explica la Asociación.

Marisol es la cuarta hija de cinco hermanos. Cuando tenía 10 años se fue a vivir a Salmerón por el trabajo de sus padres y allí fue al colegio hasta los 12 años teniendo que ayudar a sus padres en el campo. Tuvo la oportunidad de estudiar más tarde en una academia de peluquería en Madrid y en el año 1964 abrió las puertas de un salón de Belleza en Salmerón, con ayuda de su familia. 

A pesar de que, tras un parón de varios años en el negocio vivió en Madrid con su marido, la pareja volvió a Salmerón y reabrió el negocio hasta finales de los 90 cuando cerró sus puertas de forma definitiva. Continúo contribuyendo en el negocio de su marido que regentaba una carnicería en el pueblo hasta la jubilación de este.

Su nieta Marina Calvo con apenas 11 años siente admiración por su abuela y ha asegurado que “es una mujer muy feliz y valora todo lo que tiene porque todo le ha costado mucho esfuerzo conseguirlo.”

Pepa fue la tercera de seis hijos y la mayor de las hermanas. Desde muy pequeña siempre trabajó en casa y en el campo. Su primer negocio fue un bar en la Plaza María Cristina, regentado junto a su marido que compatibilizaba con la casa y el campo y la llegada de sus dos primeros hijos.

Tras esto, en 1972 decidieron tomar las riendas de la carnicería de Francisco Vera en la misma casa que vivían, negocio que regentaría Pepa durante 25 años. Ya al frente de la carnicería la familia creció en dos hijos más. Pepa cerró su negocio en 1996. La hija de Pepa, Charo Ramón, describía a su madre así: “Pertenece a esa generación de mujeres que llevan la palabra luchadora marcada en el alma.”

Encarna es la mayor de seis hermanos. Aprendió el oficio de panadera cuando su padre, a la edad de 11 años, la necesitó en el negocio familiar, trabajo que compartía con labores del campo. Tras su boda, trabajo en la panadería familiar de su marido en Escamilla, hasta que heredó la panadería de su padre, donde llegaron a trabajar de lunes a domingo dando servicio de pan hasta en siete localidades de la zona.

Con 54 años de profesión decidió cerrar el negocio en el año 2009. Su hija, María Jesús Rey, ha explicado que “ahora disfrutan de su tiempo libre y lo comparten con sus hijos y sus cinco nietos. También hacen algún viaje que otro que bien merecido lo tienen.”

María fue la segunda hija de cuatro hermanos de una familia de labradores. Desde muy joven trabajó en el campo pelando mimbres. Con 18 años se fue a trabajar a Salmerón y comenzó en la farmacia de Chilina llevando el traslado de la propia farmacia a su casa. Se casó y tuvo dos hijos mientras regentaba el negocio, además de compaginar esa labor con el campo debido a que su marido era ganadero.

Su nieta María Albalate tuvo unas preciosas palabras para ella durante el acto, dónde destacó el papel de la mujer de la época: “No quisiera dejar pasar la oportunidad para destacar tu labor frente a la farmacia, dado que en aquella época este tipo de ocupaciones, tales como médico, veterinario o farmacéutico eran desarrolladas por hombres, siendo el papel de la mujer un papel muy secundario”.

Por último, terminó su alegato diciendo: “Nunca retrocediste ni te almendraste, siempre hacia delante. Con una enorme fuerza, entereza y sacrificio. Por todo ello te mereces este homenaje. Además quisiera darte las gracias por transmitirnos todos estos valores y sobre todo, por hacerlo siempre con una sonrisa.”

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