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Buen momento para recrearnos en las “buenas prácticas” que sobre nuestro patrimonio cultural se realizan en la región. La recorreremos en toda su geografía, poniendo como ejemplo políticas de la Junta de Comunidades, de la Diputación de Ciudad Real o de ayuntamientos como los de Hellín o Puebla de Montalbán, por último, daremos ejemplos de iniciativas, tanto de mecenazgo cultural empresarial como de personas anónimas que hacen que nuestro patrimonio se salve del olvido o de lo que es peor, de su destrucción y desaparición.
Citaremos en primer lugar la labor que se ha realizado desde el Ayuntamiento de Hellín, que conocemos gracias al magnífico reportaje de José Iván Suárez publicado en estas páginas el 26 de mayo último. Y no surge nada por casualidad, ya que en esa localidad albacetense han coincidido en el tiempo una serie de personas que hacen que se den las mejores condiciones para realizar proyectos de éxito. Desde el Ayuntamiento ilunense trabaja el arqueólogo -ha trabajado en el Tolmo de Minateda- y técnico de Patrimonio, Pablo Cánovas en el equipo del concejal de Patrimonio, Juan Antonio Andújar, contando además con la colaboración del investigador Francisco Javier López Precioso,
Hellín cuenta con el Museo de Semana Santa. A ello se ha sumado la recuperación del Convento de Franciscano, la intervención investigadora, conservadora y divulgadora sobre las pinturas rupestres del municipio, especialmente del Abrigo Grande. Se han dinamizado las actividades en la Casa de Cultura y en el centro histórico de la localidad. Además, se ha intervenido activamente, junto con la concejalía de urbanismo, en la adecuación del patrimonio inmueble del municipio. Lástima que el Tolmo de Minateda no tenga la proyección mediática que merece un yacimiento de esas características para así complementar la labor que se realiza desde el municipio.
En la provincia de Ciudad Real podemos destacar la actuación del empresario mejicano Mauricio Fernández Garza sobre el palacio de los marqueses de Torremejía, construido en el siglo XV, donde ha restaurado con gran esfuerzo inversor y de medios, el inmueble dando a conocer los valores patrimoniales que atesora y que, de no haber sido así, hubiera conocido un deterioro evidente. El magnate se había interesado por la localidad al haber adquirido en Estados Unidos el artesonado expoliado de la iglesia y universidad de Nuestra Señora del Rosario de la ciudad manchega.
También una labor meritoria -y única a nivel regional desde este tipo de administraciones-, como es el de la Diputación Provincial de Ciudad Real mediante su política de desarrollo de la Ley de la Memoria Democrática, realizando los Mapas de la Memoria y colaborando con iniciativas municipales, de asociaciones memorialistas o de la Universidad regional sobre el tema. Política que, pese al cambio en el gobierno de la provincia, esperemos que se siga desarrollando.
En la provincia de Cuenca destacar la labor del matrimonio formado por López Riquelme y José Alberto Izquierdo Fuente, que da vida y conserva el Molino el Blanco, sobre el río Záncara, en la antigua encomienda santiaguista de Villaescusa de Haro, término de Carrascosa de Haro, acción que nos hace pensar en otros edificios emblemáticos de la región que, con mayor nivel de declaración y protección, se encuentran en un estado de precariedad evidente. Es el caso de las Ventas, muchas de ellas en ruinas: Venta del Tizón, Casa del Capitán, Venta del Alcalde, Venta Nueva de Villamanrique…. La Venta de Borondo ha conocido, gracias a un movimiento social y asociativo, salvarla del mismo y trágico destino.
Hemos de felicitarnos que, en la provincia de Guadalajara, asolada por la despoblación y la falta de recursos para conservar su inmenso patrimonio inmueble, se han recuperado y han pasado a la lista “verde” de Hispania Nostra varios monumentos. Es el caso de los monasterios de Bonaval –en Retiendas– o el de Monsalud en Córcoles, o la iglesia de San Simón en Brihuega, monumentos donde ha sido decisiva la inversión de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, al igual que para la culminación, tras treinta años de obras, de la rehabilitación del castillo de Galve de Sorbe, o de la atalaya musulmana existente sobre la Cueva de Los Casares, en Riba de Saelices.
Y en la provincia de Toledo destacar la labor ilusionante que durante 25 años ha desarrollado el ayuntamiento pueblano bajo el nombre de “Festival Celestina” llenando plazas, calles, museo, cuevas y patios de la localidad de actividad escénica. No sólo ha recuperado con ello el patrimonio inmaterial que supone el relato literario sino que ha identificado en él a una época y a una localidad cuyos habitantes colaboran activamente con el acontecimiento. Descubrimiento del valor de las cuevas y bodegas subterráneas que se ha extendido a otras localidades de la provincia como Méntrida o El Toboso y que, esperemos pueda imitarse en el resto de la región, como en Tomelloso, donde la Asociación de Amigos de las Cuevas intenta salvar y poner en valor un patrimonio tan valioso como desconocido, contando con la complicidad del naciente turismo enológico y las empresas de la localidad.
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