Las 'sorpresas' que esconden las ruinas del monasterio de Bonaval, una joya del siglo XII
Una conferencia en Guadalajara ofrecida por el arquitecto Juan de Dios de la Hoz y el arqueólogo Luis Fernando Abril ha revelado la magnitud de los trabajos que en la actualidad se realizan en el Monasterio de Santa María de Bonaval, en el municipio de Retiendas. Se trata de un monasterio cisterciense, un monumento declarado Bien de Interés Cultural.
El estudio Lavila Arquitectos elaboró un estudio previo, a petición de la Junta castellano-manchega, que definiese las actuaciones a largo plazo en el edificio. “Hicimos un análisis, incluyendo documentación histórica, materiales, hicimos pruebas...Y decidimos proponer cuatro fases. Ahora estamos en la primera”, detalla el director técnico de la obra, Juan de Dios de la Hoz.
Las obras, financiadas por el Gobierno regional, las ejecuta la empresa Tragsa. Las bóvedas deberán ser reparadas “de forma exhaustiva” porque están muy deterioradas y corren serio riesgo de derrumbarse. Hay fisuras que requieren la instalación de andamios para su restauración y lo mismo ocurre con los muros que están “en muy mal estado”con una inestabilidad que hay que solventar, a lo que se suma el efecto de las lluvias por la falta de tejado. “Las piedras se caen y tenemos que intervenir en la parte superior”.
La Junta de Castilla-La Mancha dio luz verde a la intervención en diciembre de 2017 aunque se empezó meses después. “Es una obra delicada por los materiales a emplear. Han de ser piedra y cal, los mismos que tiene el monasterio. Y la cal, con temperaturas bajo cero no fragua bien. Por eso pedimos a la Junta empezar un poco más tarde”, señala el arquitecto.
Llevan poco más de tres meses de intervención de la primera fase que se prolongará hasta noviembre. En ella se van a invertir 400.000 euros y se centra en tareas de consolidación de los restos del edificio, mientras se llevan a cabo diversas catas arqueológicas para obtener más información sobre el monasterio, cuyos trabajos dirige Luis Fernando Abril.
“Los objetivos son documentar todo cuando nos sea posible el edificio, mediante excavación arqueológica y ensayo de materiales, además detener todas las causas de ruina y evitar que se caigan más trozos”, explica De la Hoz, para recordar que hace unos años se cayó “un muro entero” del monasterio.
Dice que están “realmente preocupados” porque el estado del inmueble obliga a tomar precauciones extraordinarias no solo con los operarios sino de cara a las visitas que se han organizado para el público.
Se trata, dice, de un edificio “muy dañado” y su trabajo consistirá en evitar nuevos desperfectos. El Monasterio de Santa María de Bonaval es un templo cisterciense fundado en 1.164. Hoy solo se conserva parte de la iglesia, principalmente la cabecera, crucero, nave meridional, la sacristía adosada al ábside del Evangelio y algunos paredones.
“Es un edificio que merece la pena. Hay que mantener lo que ha llegado hasta hoy, como sea”, comenta este especialista en restauración de patrimonio histórico-artístico, para resaltar el “esfuerzo” de la Junta de Castilla-La Mancha. “Es un edificio realmente importante. Ya me gustaría que los edificios que construimos hoy durasen 100 años. Este tiene 1.000 años y la calidad es extraordinaria”.
Las 'sorpresas' arqueológicas
Pero estos restos no son lo único que queda del viejo monasterio del siglo XII. Las primeras catas arqueológicas ya han desvelado algunas sorpresas. “Ha aparecido un empedrado en la parte central, donde está la nave de la iglesia y una especie de patio cuadrado que parece un lugar que, en algún momento dejó de usarse como iglesia para ser un claustro”.
Y no sólo eso, en la zona norte del inmueble, “pegado a lo que denominamos sacristía que no es tal sino una iglesia, han salido a la luz pilastras que conformaban un espacio, hoy perdido, y las marcas de la bóveda que cubría el espacio”. Poco se sabe de momento, pero el arquitecto cree que “es probable que se trate de la Sala Capitular, el Claustro o la Sacristía del monasterio” y se remontaría a los orígenes del monasterio en el siglo XII. “Es posible también, porque era habitual, que empezaran a construirlo y no siguieran por falta de dinero o por otras circunstancias. Eso todavía no lo sabemos”.
Lo que tampoco se sabe es cuánto se tardará en terminar todo el proceso de restauración. “Las excavaciones que ahora hacemos determinarán la siguiente fase”, explica, en función de resultados. No hay fecha para la fase dos de la que dice, “es importante” porque, además de consolidar muros y suelos para evitar humedades, propone crear cubiertas provisionales.
En una tercera fase, la propuesta pasa por recuperar bóvedas y forjados. Lo harán, dice el arquitecto, “si tenemos datos suficientes para documentar exactamente dónde estaban”. Entonces se podría llevar a cabo una “interpretación” de las zonas que ahora no existen.
La parte final del proyecto, en la cuarta fase, se centrará en el entorno. “Hay edificaciones al este del edificio también en ruinas: un molino, una fuente...Hay que hacer más accesible el camino e incluso habilitar una instalación de luz”.
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