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Personal, intransferible y fruto de una convicción profunda. Así es mi compromiso de dedicarme única y exclusivamente a la Alcaldía de Guadalajara si así lo deciden los vecinos y vecinas de esta ciudad el próximo 26 de mayo. No la compatibilizaré con ningún otro cargo, ni en el Congreso, ni en el Senado ni en el Parlamento regional. Tampoco con ninguna actividad privada.
Durante los últimos meses me he hecho muchas veces estas dos preguntas: ¿Qué es lo mejor para nosotros? ¿Nos conformamos con Guadalajara como es o trabajamos para que sea como debería ser?
Una vez tras otra, la respuesta ha sido siempre la misma: trabajar, trabajar y trabajar. Todos y todas. De manera conjunta. Vecinos y vecinas, pero también grupos políticos, implicando a toda la sociedad civil. Tan claro lo tengo, estoy tan convencido de que deber ser así que por eso firmé mi compromiso ante notario, para darle respuesta también de una forma pública, rotunda y solemne. Sí, yo voy a trabajar para que Guadalajara sea como debería ser, sin distracciones ni medias jornadas, dedicándole el 100 por cien de mi tiempo y mi trabajo, concentrando aquí todos mis esfuerzos.
Lo hago, como dije, por una convicción personal y profunda, pero honestamente creo que debería ser una obligación para cualquiera que quiera ser alcalde de esta ciudad, capital de provincia y segunda ciudad de la región. Guadalajara no es menos que cualquiera de las otras seis grandes ciudades de la región, a cuyos alcaldes no se les pasa por la cabeza irse a ningún otro sitio que no sea la Alcaldía. Solo Antonio Román necesita más. Sólo él no tiene bastante con ser alcalde.
¿Pero acaso hay otra forma de resolver la larga lista de problemas que tiene Guadalajara que no sea la dedicación plena? Yo creo que no y creo además que quien diga que sí, que puede dedicarse al Senado, a sus negocios y a la Alcaldía, nos está engañando. Yo no voy a engañar a nadie.
No deja de sorprenderme la respuesta que ha dado el candidato del PP, Antonio Román, a mi compromiso, llegando incluso a hablar de juego sucio. Creo sinceramente que es justo lo contrario. Es juego limpio y, sobre todo, transparencia y honestidad con quienes nos van a votar. Decirles lo que vamos a hacer y cómo. Mis cartas siempre han estado boca arriba y así seguirá siendo, máxime cuando afrontamos la descomunal tarea de gestionar y transformar esta ciudad.
La prueba más evidente de que el suyo es un modelo fallido está en lo que empezamos a ver durante estos primeros días de la campaña para las elecciones generales y seguiremos viendo hasta el 26 de mayo. Quien fue alcalde a tiempo parcial de esta ciudad promete hacer lo que ya había prometido hace 4 u 8 años, como si él no hubiese sido el alcalde durante los últimos 12, como si no fuera el único responsable de sus propios incumplimientos.
Yo quiero hacerme responsable de todo desde el primer momento. Y para ello considero imprescindible un compromiso de dedicación plena, sin distracciones que me impidan desarrollar adecuadamente mis funciones y servir a los guadalajareños y guadalajareñas con todas las garantías. Yo me conformo con ser alcalde (¿cabe acaso mayor responsabilidad? ¿mayor honor?), pero no me conformaré con Guadalajara como es hoy en día. Veo que a Antonio Román le pasa justo lo contrario, pero eso mejor que lo explique él.
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