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El Trabajo Social Clínico es la especialidad dentro del Trabajo Social que se ocupa de intervenir en la subjetividad humana para aumentar el bienestar y/o reducir el malestar. Se aplica tanto para individuos, familias y grupos y está indicado tanto problemas emocionales, relacionales y trastornos. La clínica del Trabajo Social se distingue de otras clínicas principalmente porque tiene en cuenta no sólo las variables psíquicas o conductuales (como la Psiquiatría y la Psicología), sino que tiene en consideración el entorno de la persona y la interacción que hay entre ambos.
A continuación se expone, de manera muy resumida (por cuestión de espacio), la intervención realizada con una clienta. Iria, tiene 40 años de edad, está casada y tienes dos hijos de 8 y 12 años. Se encuentra en desempleo voluntario desde hace cuatro años. Acude a consulta alegando sufrir un trastorno de ansiedad, diagnosticado por la Unidad de Salud Mental del Servicio Público de Salud desde hace dos años. Esta dificultad afirma que aparece después de sufrir una crisis de pánico en medio de una retención de tráfico en la carretera.
Las consecuencias instrumentales que está generando en su vida actualmente es imposibilidad o gran dificultad para: conducir, realizar las actividades cotidianas, estar fuera de casa sin su marido, acudir a las reuniones de madres y padres en el colegio, estar en sitios o situaciones donde prevea que es difícil salir y coger aviones. Como resultado afirma sentirse deprimida y sola. Se encuentra tomando psicofármacos (Bromazepam). Lleva 19 meses realizando tratamiento con un psicólogo, de corte cognitivo racionalista, sin haber experimentado mejoras significativas.
En la primera sesión lo primero que se realiza es situar el objetivo de la clienta de manera clara, concreta y medible. En este caso, su deseo es poder “conducir de nuevo”, “salir a la calle sola”, “ir en avión sin tomar pastillas”, “salir con los niños al parque, a la playa, etc”, y “hacer las cosas del día a día sin mi marido”. “Volver a ser independiente”, afirma.
En términos generales se llevó a cabo una intervención siguiendo un método psicosocial de caso, usando tecnología de la psicoterapia breve estratégica y centrada en soluciones principalmente. Tuvo una duración de nueve sesiones de 60 minutos, a lo largo de ocho meses.
En la primera sesión, después de una entrevista estructurada, se llega a la conclusión de que la solución intentada principal es evitar el miedo, y que esto lo que logra es incrementarlo. Se prescribe como tareas para casa dos técnicas: 'La peor fantasía' (Nardone, 2010) y 'Cómo empeorar' (Nardone, 2002). La Peor Fantasía es una técnica que consiste en dedicar media hora diaria, durante una semana, a imaginar voluntariamente todo aquello que temen que suceda y que actualmente evitan por miedo, llevando la situación al peor panorama posible. Este tipo de técnica crea un efecto paradójico, y en lugar de experimentar ansiedad, se anulan las sensaciones inquietantes, se generan soluciones creativas e incluso la gente llega a relajarse haciendo este trabajo. Esto crea en la persona una 'Experiencia Emocional Correctiva', que es la base para el cambio.
Por su parte, la técnica 'Cómo Empeorar' permite producir reacciones conductuales alternativas a las que ya se producen. Se le pidió a Iria que repetidamente cada día, durante 1 semana, se preguntara ¿Cómo puedo empeorar las cosas? ¿Qué podría hacer ahora para empeorar la situación? El efecto es que Iria consiguió identificar lo que tiene que evitar hacer o pensar y surgen soluciones alternativas nunca pensadas hasta el momento.
En la segunda sesión, una semana después, Iria cuenta que ha conseguido salir sola de casa, ha conducido nuevamente, tanto sola como acompañada de su marido, pudo llevar y recoger a los niños del colegio 3 días, y el fin de semana fueron de excursión a la montaña y condujo ella. Su mejora autopercibida es de siete sobre 10.
A partir de aquí se continuó con una intervención centrada en soluciones, en la línea de continuar llevando a cabo las conductas cotidianas que encajan con la vida que desea, especialmente en aquellos espacios y situaciones donde se manifestaba la ansiedad. También se trabajó sobre los talentos y propósitos personales, y las implicaciones que tiene la socialización de género en un mundo patriarcal en los miedos y la inseguridad experimentado por ella. Iria lo define como “vivir de la mejor manera posible a pesar de lo que venga”. Esta definición la realizó después de trabajar con metáforas sobre el concepto de Aceptación proveniente de la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Al finalizar la intervención, Iria no sólo había logrado realizar lo que se propuso, además consiguió exponerse a situaciones que jamás pensó hacer por miedo, como ir en barca o conducir sola por una ciudad europea. Finalizó el tratamiento con psicofármacos, incorporó a su vida la meditación como rutina y comenzó a estudiar como medio acercarse a uno de sus propósitos: ayudar a otras personas. Todo ello, a pesar de que la ansiedad no ha desaparecido de su vida totalmente. En ocasiones regresa de manera leve, especialmente como anticipación a situaciones que antes daban miedo. Esto es natural, y conforme pase el tiempo y continúe viviendo a pesar de ella, terminará por desaparecer totalmente. El pronóstico es favorable.
Se cerró la intervención emitiendo un certificado de reconocimiento a Iria por sus logros, resumiendo su proceso utilizando su lenguaje, y agradeciendo que me haya permitido aprender de su experiencia. Este un medio narrativo con una alta utilidad terapéutica.
“La ciencia ha confirmado que estamos hechos de polvo de estrellas; por muy oscuras que se pongan las cosas, tenemos el potencial para brillar y llevar una vida poética”.
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