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Puede parecer contrainformación el contenido de la columna publicada la pasada semana con este título, ya que coincidió casualmente con una nota oficial de prensa del Gobierno regional a través de la que el consejero del ramo exhibía cifras de visitas a los museos que gestiona, mostrándolas como “récord histórico” y achacando el éxito “a las políticas del Gobierno regional en torno a los museos, concretamente a su gratuidad”, prometiendo mantener dicha política durante el año en curso.
¿Realmente es todo lo que tiene que decir al respecto Amador Pastor? ¿No debería plantearse un cambio de estrategia en la política museística? La gratuidad de las entradas hace que la ciudadanía que acude a los museos tienda a ser acrítica hacia los servicios recibidos, sean buenos, regulares o simples depósitos de obras de arte. El pago de un servicio demostraría, por el contrario, un interés por lo que se ofrece y una exigencia de calidad de lo ofertado. Y, por medio, lagunas que sólo los profesionales del sector pueden atisbar. Pongamos varios ejemplos de la no programación, o falta de coherencia, a la que nos tiene acostumbrados la Consejería.
El Museo del Prado programa, para el 2024 una antológica sobre “Arte social”, ilustrando el proyecto con un cuadro de Vicente Cutanda, “Una huelga de obreros en Vizcaya”. Cutanda, recordemos, aunque madrileño, fue un artista que desarrolló su vida profesional y vital en Toledo, representando uno de los grandes autores de la pintura social en nuestro país. La Consejería tiene, desde hace unos años, la propuesta de una exposición antológica que se debería celebrar en 2025, aniversario de su muerte. Y en los cajones de la viceconsejería de Cultura dormita.
También se celebra este año el aniversario del toledano Luis Tristán, uno de los grandes de la historia de la pintura de nuestro país. Creemos que, tras casi 25 años desde la última exposición del artista, montada por la Real Fundación de Toledo en el Museo de Victorio Macho y comisariada por Alfonso Pérez Sánchez y Benito Navarrete Prieto, convendría una actualización sobre su vida y obra. Y terminará el año sin que otro pintor toledano, Diego de Aguilar (el joven), muerto en 1624 tenga un recorrido de estudios, muestras y publicaciones.
Ya vimos cómo se montaba una espléndida exposición sobre la obra de Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza, Toledo) por parte de la comunidad de Madrid, por lo que nos tememos que perdamos protagonismo en aniversarios o pretextos para actualizar el estudio de la vida o la exposición de las obras del orgaceño Juan Sánchez Cotán en el 2027. Añoramos las exposiciones que en otro momento se hicieron en el museo sobre Ricardo Arredondo, Enrique Vera, Juan Correa de Vivar o aquellas otras de autores actuales que suplen la ausencia de la colección de arte contemporáneo que se exponía en el que todavía es, sobre el papel, el “Museo de Arte Contemporáneo de Toledo”.
Y, no todo se reduce a aniversarios, también está la obligación hacia autores que forman parte de la historia reciente del arte en nuestro país, como Santiago Serrano (Villacañas, Toledo, 1942), octogenario artista que vive en la provincia de Cuenca y a quien su tierra le debe urgente reconocimiento.
Hace un año titulamos una columna “Coherencia expositiva” y, por lo que intuimos, desde la Viceconsejería o desde CORPO seguirán imponiendo directrices en este campo, incluyendo autores ajenos a aquello a lo que el Museo provincial de Toledo y los de cada una de las provincias de la región deberían atender en lo que implica a su ámbito geográfico, tanto sobre bienes culturales etnográficos, arqueológicos, de Bellas Artes o de cultura inmaterial. No decimos que se cierre a corrientes internacionales o autores de otros lugares de la región o del país, sino que atienda, fundamentalmente, al objeto que le es propio por su propio título.
La Consejería de Educación debería tener dispuesto en salas de los múltiples “espacios de arte contemporáneo” que dice existen en la región, programación que intercambie o muestre aquello que es común a toda la región o de cada una de las provincias, como la propuesta que realiza sobre el puertollanense Manuel Prior, o la nueva exposición del conquense Juan Berenguel, vinculado por la dirección de la Escuela de Artes a la ciudad de Toledo, pero no a costa de los programas museísticos de cada uno de los museos provinciales.
Resulta, así, algo extraordinario que el Museo provincial de Guadalajara sea escenario de una exposición sobre un arquitecto que modeló la ciudad: Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843-Madrid, 1923), quizás debido a que allí se han conjuntado las voluntades de la Universidad de Alcalá de Henares y las Cortes de Castilla-La Mancha, en este caso de su presidente, Pablo Bellido que, casualmente, está vinculado a dicha provincia.
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