Desde Wilma Picapiedra a “las mujeres no cazaban”: la lucha contra los estereotipos machistas desde la prehistoria
Wilma Picapiedra, una mujer ficticia de la prehistoria humana. Siempre con el pelo arreglado, e incluso con un collar de perlas. ¿Por qué, si era una mujer prehistórica? “Wilma Picapiedra es el prototipo de las señoras de los 60'”, explica Marga Sánchez Romero, investigadora que publicó a finales de 2022 su libro 'Prehistorias de mujeres'. Se trata de un trabajo divulgativo que quiere descubrir “todo lo que no te han contado sobre nosotras”. Sánchez Romero no sólo es investigadora: es la vicerrectora de Igualdad de la Universidad de Granada y catedrática de Prehistoria. Pero a pesar de toda su formación, reconoce que toda su vida fue “inconsciente” de todas las ideas preconcebidas que existen alrededor de las mujeres.
“Fue un paso importante el darme cuenta de que no había explicación científica tras estas ideas preconcebidas y estos estereotipos”, reconocía en la presentación de su libro en Toledo, que organizó el grupo de divulgación 'Ciencia a la carta'. “Cuando se recuerda una y otra vez una mentira, es lo que ocurre”, reflexionaba la científica en una sala abarrotada de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Ella que estudió Historia y Geografía, señala que en la carrera “nadie le habló de mujeres”. “Es decir, claro, te dicen quién fue Isabel La Católica. Pero no muchas más”, explica. Por eso, reivindica que poner en duda estas cuestiones es importante. “No hay ciencia tras los estereotipos”, recalcaba. No sólo fue en la carrera: tampoco veía a las mujeres en museos ni los manuales de historia.
“¿Existe acaso alguna razón científica para no estar presentes en los discursos sobre nuestro pasado? No. Empiezas a estudiar y leer, y te das cuenta de cuántas cosas se han asumido sin espíritu crítico”, señalaba en la presentación. Y entonces vino el libro. 'Prehistorias de mujeres' es un trabajo divulgativo, con capítulos titulados, entre otros, “Vosotras no deberíais hacer esto (la caza)” o “Aquí no pintáis mucho”. “Lo que a mí me hizo feminista”, describe Sánchez Romero, “fue darme cuenta de que las mujeres no estábamos, no éramos, no contábamos”. Su libro es una recopilación de “gritos silenciosos” para reivindicar la presencia de la mujer en la historia. Desde la prehistoria. “En un largo proceso de miles de años, las mujeres comenzamos a perder espacios, de representación de conocimiento o de toma de decisiones. Pero seguíamos estando ahí”, recalca.
Este es un punto clave en el discurso de Marga. “El discurso que hacemos sobre las mujeres en la historia es relevante para hoy también”, señala. No sólo para entender que no es posible que no hubiera mujeres cazadoras y que fueron todas recolectoras, o que ninguna mujer creó arte rupestre. Sino para comprender por qué estos estereotipos van desde la prehistoria hasta el siglo XXI. “En un momento determinado hice lo que hemos hecho muchas veces: tenemos que contarlo”, explicaba. Primero a través de proyectos como 'Pastwomen.net', un portal colaborativo de divulgación a través de una estructura abierta dedicado al estudio de la cultura material de las mujeres. Y también a través de libros como 'Prehistorias de mujeres'.
Marga relató el caso de la censura por parte de Facebook a una imagen de la archiconocida Venus de Willendorf, que está expuesta en el Museo de Ciencias Naturales de Viena. Fue a raíz de una obra artística basada en esta pequeña estatua que muestra a una mujer desnuda. “Y el algoritmo de Facebook bloquea imágenes simplemente por ver un cuerpo humano femenino desnudo. Y tuvo que venir el Museo a decir, por favor, que nadie se había quejado porque la mujer estuviera desnuda”, recordaba la científica. “La figura femenina se ha estereotipado para ver qué ha sido la mujer en la historia”.
Mencionar a Wilma Picapiedra no es ninguna coincidencia, ni tampoco una broma. El personaje de la serie televisiva producida por Hanna Barbera se estrenó en 1960 y era, de hecho, una manera muy sencilla de mostrar lo que debía ser una mujer para esa época. Una mujer “guapa y divina”, pero que a la vez no supiera mucho o mejor nada. “Es una carga ideológica y simbólica muy fuerte”, resaltaba Sánchez Romero. Lo mismo ocurría con Rachel Welch en 'One Million Years B.C' , película en la que salía la mujer ataviada con un escueto bikini de piel y el pelo perfectamente bien peinado.
Mujeres que mandan, “malas”
El resumen de Sánchez Romero: “Las mujeres en la historia sólo hemos podido ser madres u objeto sexual, señoras depravadas”. Es lo que ocurrió, sin ir más lejos, con las amazonas. Tal como explicaba la científica, de ellas se hablaba como mujeres que iban teniendo relaciones sexuales con quien quisiera, con quien pasara por delante. “Pero del Paleolítico tenemos evidencias de mujeres embarazadas, adolescentes, mujeres mayores. Pero lo único que nos ha interesado es tener las figurillas, dejando atrás las explicaciones científicas que puedan existir y estos estereotipos nos han situado de manera drástica en estos ámbitos”, resaltaba la científica.
En los años 70', la arqueología se reconoció oficialmente como ciencia. ¿Y qué pasó? “Que la arqueología fijó su discurso en lo que le pasa a los señores. Que es básicamente mantener el poder”, recalca. “Precisamente interpretamos la prehistoria para entender que las mujeres que mandan en las sociedad son malas”, recordaba. Volvía también a las amazonas. “Cuando se habla del mito de las amazonas, hablamos de mujeres salvajes en la estepa, que se cortan un pecho y que se acuestan con cualquiera”, señalaba la científica. “La idea era hablar de unas asalvajadas. Y esta es la visión de un señor griego estupendo con su túnica”, afirmaba. Y es lo que prefirieron también más hombres a lo largo de la historia.
“Y qué es lo que hace el feminismo cuando llega a la arqueología es decir: habéis decidido que nuestra historia de una manera, pero os habéis dejado muchas cosas sin mirar. ¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están las criaturas? ¿Y las personas mayores? ¿O es que en la prehistoria sólo había hombres?”, explicaba. Por eso es que las científicas han tenido que ir más allá.
¿Que las mujeres no cazaron?
Sánchez Romero ha dedicado un capítulo entero al mito de que las mujeres no cazaban. “¿Y por qué no cazaban? Porque no. ¿Y hay alguien que pueda afirmarlo científicamente? No, pero seguro que no cazaban. Y esta era la respuesta”, señalaba la catedrática. Esto, a pesar de que se han encontrado tumbas de mujeres con armas durante años. Entonces, la científica recuerda que en 2019 se encontró en los Andes una sepultura de una persona con armas. “Y luego se descubrió que era una mujer. ¡Anda! Se quedaron en shock los investigadores. Y tuvieron la osadía de preguntarse si sería el único caso. ¿O acaso esta señora era rara y le gustaba cazar? Y entonces se descubre que un 30% de las sepulturas con armas eran de mujeres. ¿Y por qué negamos que las mujeres cazaban?”, explicaba la catedrática.
Otro caso es el del arte rupestre. “¿Podemos decir realmente que el arte rupestre sólo fue creado por hombres? ¿Dónde está la prueba científica?”, se preguntaba Sánchez Romero que hizo una reflexión final señalando que siempre se ha dado por hecho que los hombres fueron parte de esta creación. “Sin embargo, para comprobar que hace falta tener una huella dactilar para afirmar que la mujer participa en el arte rupestre. Es algo muy perverso”, señalaba. Pero también concluía que “la ciencia funciona como una gran aliada para las mujeres”, en cuanto es una herramienta irrefutable para comprobar su presencia e importancia a lo largo de la historia.
0