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Catalunya, entre el miedo y las promesas

Herrera protagonizó un acto en el aeropuerto de Barcelona (Europa Press)

David Dusster

Barcelona —

La campaña catalana, tras un inicio titubeante, ya ha despegado. El primer fin de semana está siendo propicio para apelar al miedo, dispersar reproches y condimentar los discursos con promesas, los ingredientes imprescindibles en una carrera electoral. Y hay invectivas en todas direcciones. Si Rosa Díaz irrumpió en Catalunya prometiendo “sacar del armario” a los votantes no nacionalistas, Pere Navarro ha redundado en la denuncia montillista de que el PP es “la mayor fábrica de independentistas”.

Entre el miedo y las promesas, Artur Mas, tan presidencial que cada día ofrece una rueda de prensa, ha prometido que su próximo gobierno tendrá una conselleria de Acción Exterior porque las relaciones internacionales pasarán a ser una de las “estructuras de Estado” clave. Así, Mas alumbra un nuevo futuro para las agitadas “embajadas” catalanas. Hace poco más de un año, cuando CiU aprobó los presupuestos gracias a los votos del PP, aceptó una reducción drástica de las delegaciones impulsadas por el Tripartito y cerró la de Buenos Aires. Posteriormente, viendo lo que se avecinaba, el Govern rectificó y paralizó parte de esos recortes pese a la crisis y, ahora, ya está decidido que volverá a relanzarlas para lograr el apoyo internacional.

Mariano Rajoy cada día se atreve a ir una parada más lejos de la línea del AVE. Primero se asomó tímidamente a Catalunya en Lleida el viernes y el sábado se atrevió a penetrar hasta Tarragona, otra vez junto a la incansable Alicia Sánchez Camacho. Rajoy aprovechó la ocasión para prometer que el Corredor Mediterráneo se ha convertido en una de las prioridades de su Gobierno en esta legislatura, pese a que meses atrás ese proyecto era uno más de los ejes ferroviarios de trascendencia. Las campañas, o tal vez, los órdagos soberanistas, ayudan a recapacitar.

Si en Lleida ofreció diálogo, en Tarragona Rajoy se enfrascó del ambiente de campaña y lanzó severas críticas, en especial a CiU, cuando acusó a Mas de impulsar “una aventura condenada al fracaso”. El ministro del Interior, el catalán Jorge Fernández Díaz, se sumó a lo que Artur Mas ha denominado “campaña del miedo” del PP, y ha prevenido, en una visita a Sant Cugat del Vallés, de que la independencia de Catalunya conllevaría pobreza y división familiar.

Entre la pobreza y la riqueza, los políticos dibujan muchos futuros para Catalunya. Mas argumenta la viabilidad del que, según el president de la Generalitat, sería el séptimo PIB de la Unión Europea e insiste en que el Estado propio sería más atractivo para las empresas que la situación actual. En cambio, Albert Ribera interpreta el viraje catalán como una utopía e imputa a Mas un viaje a Ítaca que, dice, los catalanes no están dispuestos a pagar.

Sin embargo, Joan Herrera se mostró más terrenal en la T2 del aeropuerto de Barcelona. En un novedoso acto, el líder ecosocialista llamó a los jóvenes a secundar la huelga del próximo 14-N y a protestar en las urnas el día 25 contra una CiU que los condena a emigrar. “Se van con una maleta de conocimiento”, echa en cara Herrera en su intento de imponer la agenda social en las elecciones del derecho a decidir.

Alfons López Tena también quiere escampar miedos. Y por eso Solidaritat per la Independència (SI), que aspira a repetir los cuatro diputados de la anterior legislatura, ha contestado con un clip al video del PP en el que se censuraba que una Cataluña separada dejaría de tener apellidos castellanos. “Juntos haremos posible la indepencia” es el lema del video. En Catalunya todos los escenarios son posibles todavía.

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