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Los expertos consideran “necesario pero insuficiente” el plan de Colau para reducir el tráfico en Barcelona

El perfil urbano de Barcelona, en una imagen del pasado viernes.

Marc Vilajosana

Barcelona estrenará en 2020 la nueva Zona de Bajas Emisiones (ZBE) con el fin de reducir la contaminación de la ciudad. Un área de 95 km cuadrados -20 veces mayor que Madrid Central- que ocupará gran parte de la capital catalana -excepto la Zona Franca y el barrio de Vallvidrera, Tibidabo y Les Planes-, todo Hospitalet de Llobregat y zonas de Cornellà, Esplúgues y Sant Adrià del Besòs. Esta medida, que ya se aplicaba provisionalmente en episodios de alta contaminación, será permanente a partir del 1 de enero.

El Ayuntamiento de Barcelona ha aprovechado la semana previa a la huelga global por el clima para explicar los detalles de la zona de bajas emisiones, un proyecto llevado a cabo junto a la Generalitat de Catalunya y los consistorios de los municipios afectados. 

Según el último Barómetro de Opinión Política realizado por el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat, publicado este julio, el 4,5% de los ciudadanos de Catalunya considera que el deterioro del medio ambiente es uno de los principales problemas del país, aunque solamente un 1,5% opinan que es el mayor de ellos. 

La nueva ZBE vetará la circulación de todos aquellos automóviles que no dispongan del distintivo ambiental otorgado por la DGT. Según los datos del Ayuntamiento, unos 50.000 vehículos se verán afectados por esta medida diariamente y se prevé que en cuatro años esta cifra llegará a los 125.000. Las multas aplicadas en caso de incumplimiento de la nueva normativa oscilarán entre los 200 y los 1.800 euros, que aumentarán en caso de reincidencia. La ZBE será permanente de lunes a viernes entre las 7 y las 20 h.

“Es una medida insuficiente, pero en la dirección correcta” opina Xavier Basagalla, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), un centro impulsado por Caixabank especializado en la investigación de la salud. “Lo que pedimos es una reducción drástica del tráfico de la ciudad, de un 30% o más”, apunta el investigador, “mientras que la restricción inicial afectaría solo a un 10% de los coches”.

En la misma línea se encuentra Xavier Querol, investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): “Llevamos un retraso increíble”, opina. “Las 57 ciudades alemanas más grandes ya aplicaron esta medida el 1 de enero de 2010, mientras que nosotros la aplicaremos en 2020”.

Más optimista es la doctora Mª Jesús Cruz, responsable del Grupo de Investigación de pneumología del Vall d'Hebrón Institut de Recerca (VHIR): “Es una medida muy positiva, que sigue el ejemplo de otras ciudades europeas y que debería implantarse en el resto de España”, opina. Como menciona Cruz, ciudades europeas como Londres, Berlín o París ya aplican esta zona de bajas emisiones en sus centros para eliminar los automóviles más contaminantes del tráfico urbano.

Los tres expertos coinciden en que esta zona de bajas emisiones es positiva, pero creen que debe ir acompañada de otras medidas. Basagalla sostiene que la clave para minimizar la contaminación en la ciudad está en “reducir el espacio para los coches en la ciudad”. Para ello, el investigador propone varias acciones: “apostar por el transporte público, construir aparcamientos disuasorios en el exterior de la ciudad o reducir las plazas de parquin en el interior”, propone el experto. Cruz, por su parte, apuesta por los vehículos eléctricos como alternativa a los de combustión, de los que cree que “tienen los días contados”.

El Dr. Querol, líder del proyecto europeo AIRUSE para reducir la contaminación en las ciudades del Mediterráneo, listó en conversación con eldiario.es una serie de acciones necesarias para reducir la contaminación de las urbes. Estas acciones implicarían un sistema de transporte público interurbano que conecte la ciudad con las zonas residenciales de la periferia, acompañadas de aparcamientos disuasorios; ayudas económicas para reducir el número de coches; la zona de bajas emisiones; un rediseño urbano en la línea de las superilles propuestas por el gobierno de Colau en el anterior mandato y, en casos excepcionales, protocolos especiales para episodios de contaminación.

Sobre el rediseño urbano, Querol sostiene que debe ser posterior a la aplicación del resto de medidas, pues en caso contrario solo se consigue un desplazamiento del tráfico: “Si construimos hoy mismo una superilla en el Eixample, lo que conseguiríamos es congestionar otras vías de la ciudad”, considera el investigador del CSIC.

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