Reinventarse para sobrevivir

Cada día se cierran dos librerías en España. Son cifras de 2015, aunque no tenemos datos de este año. Las razones que han llevado a la actual situación son muchas y diversas, apuntan básicamente a la crisis económica global, un modelo envejecido, la irrupción del mundo digital, el cambio de hábitos de consumo y el insuficiente fomento de la lectura. Muchas librerías han visto que no pueden limitarse a funcionar como una librería convencional de toda la vida. La mejor manera que han encontrado para salir del pozo es a través de actividades culturales relacionadas con el mundo del libro y el cómic. La nueva estrategia pasa por seducir al lector adulto, mimar al público infantil y familiar, abrirse camino como centros culturales, o moverse por internet. Así, unos han optado por la especialización, otros han apostado por la autoedición, la mayoría han hecho lugar a las estanterías a productos de merchandising literario, y un número cada vez más elevado se está convirtiendo en gestor cultural.

Presentaciones, recitales, clubes de lectura, talleres, degustaciones, exposiciones, conciertos, teatro... Una completa programación que encuentran como medio de difusión las redes sociales. Esto sin descuidar la función del viejo librero y la función de prescriptor. Internet juega aquí un papel decisivo. Difunde pero también aleja y, por tanto, el lector romántico busca al librero de proximidad, de cabecera, con experiencia, que conoce sus gustos y puede hacerle recomendaciones acertadas. El cambio de paradigma es evidente. Así lo han sabido leer las editoriales pequeñas que, concientes que sus catálogos serán cuidados, buscan cobijo en estas librerías. Con ellos será más sencillo llegar a un entendimiento, crear sinergias, como se dice ahora. En definitiva, el futuro de muchas librerías, su supervivencia, pasa por el factor humano y la creatividad. Sólo así, con un buen tejido en librerías, podremos medir la cultura del país.