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PP y CiU suben el tono y se acusan de “dar un golpe de Estado”

Alicia Sánchez-Camacho volvió a Badalona acompañado del alcalde de su partido, García Albiol (EP)

David Dusster

Barcelona —

En los primeros balbuceos de la Unión Europea se hablaba de la Europa de dos velocidades. Luego vino el euro y las dos velocidades pasaron a ser dos realidades, unos países con unas prioridades y ritmos muy diferentes a otro grupo de países. Las elecciones catalanas parecen ya haber entrado en esta dinámica, en la que las dos velocidades serían la que se imprime sobre la agenda soberanista y la que, más lenta y con menos eco, hace girar la agenda social.

El president de la Generalitat ha encontrado en el PP a su mejor aliado para polarizar la campaña hacia el debate soberanista. El ministro de Exteriores, García-Margallo, va disparando su arsenal poco y poco y, al mismo tiempo, va armando de argumentos a Artur Mas. Este lunes se enzarzaron en un agrio intercambio de acusaciones sobre lo que sería un golpe de Estado, si declarar la independencia o impedir que el pueblo catalán pudiera manifestarse qué quiere hacer con su futuro.

De todas formas, el candidato de CiU, que cada día alterna los mítines politicos con una rueda de prensa, sabe cómo agitar y apagar los fuegos. Para calmar las cosas, ante los empresarios pidió “desdramatizar” el asunto de la independencia recordando la afición castellana a la exageración. Ante los periodistas recordó que Catalunya estaría mejor “sin la asfixia económica de España” y luego intentó controlar el incendio azuzado por el ataque de Oriol Pujol al Rey, y se mostró dispuesto a explicar el proyecto catalán a quien sea, incluido el monarca. “Las cartas están encima de la mesa”, se defendió Mas para inferir que nadie se puede llevar a engaño.

El PSC también ha tenido que rehacer sus heridas después del fugaz y tremendo paso de Marcelino Iglesias por la campaña. Las palabras del expresidente aragonés comparando, sin demasiado rigor histórico, las pretensiones catalanas con los expansionismos nacionalistas francés y alemán del siglo XX que provocaron millones de muertos han dado carnaza al debate político en el resto de España. Pero en Catalunya ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba quien ha puesto orden y ha ayudado al PSC a volver a centrar el debate. El secretario general del PSOE ha razonado con aplomo y sin estridencias que la independencia puede ahuyentar a los inversores, y luego ha recordado al candidato socialista que la prioridad debe ser la agenda social. “CiU y PP se han liado a banderazos para ocultar sus recortes”, ha recordado Rubalcaba.

Todos se atreven con el PSC

Oriol Junqueras es un aliado, ya esperado, de Mas en la agenda nacionalista. El líder de ERC, que sueña con ser el jefe de la oposición y así demostrar que las dos principales fuerzas catalanas son soberanistas, ha protestado contra las andanadas de Marcelino Iglesias y García-Margallo, pero su táctica incluye además tender la mano a los socialistas desencantados con el PSC. Albert Rivera, de Ciutadans, también se atreve con el PSC, critica la “esquizofrenia” de Iglesias, y ha enarbolado a las víctimas de la crisis, solicitando un pacto de Estado que rescate tanto a las pymes “como a los que viven en las calles”.

El PP catalán ha vivido una jornada de agitación, en cuanto a actividad dentro y fuera de sus oficinas. La candidata Alicia Sánchez-Camacho volvió al barrio de La Salut de Badalona. En el 2010, ya lo hizo acompañada de Xavier García Albiol, que por aquel entonces lanzaba soflamas xenófobas. Ahora Albiol también la guió en su calidad de alcalde de Badalona, posición des de la que va dosificando las medidas municipales para limitar las prestaciones de los inmigrantes.

Mientras, la sede barcelonesa del PP fue un magneto de protestas. Primero fueron más de un centenar de personas quienes se concentraron para secundar la convoctaria de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y reclamar el fin de los desahucios. Posteriormente llegaron los convocados por Alfons López Tena, de Solidaritat por la Independència (SI) a través del simpático hashtag @TotsSomGarcia. SI se quejó frente al local de los populares por su video en el que un señor llamado García se le insta a cambiar de apellido por otro catalán una vez consumada la independencia. “Somos un pueblo sea cual seal su origen”, insistió López Tena, otro de los defensores de la secesión integradora, un concepto desarrollado por los políticos catalanes.

Joan Herrera imprimió desde el primer día la velocidad de crucero de la agenda social. Y aunque recientemente ha lamentado que Mas quiera apropiarse del “derecho a decidir”, su campaña sigue centrada en la crisis y los derechos sociales, cosa que le permite reivindicarse como “el único partido capaz de rehacer un frente de izquierdas”. El líder de ICV-EUiA acusó a CiU de “una ceguera ideológica intencionada” para no quitar los privilegios a unos pocos, en clara referencia al impuesto de sucesiones eliminado por el Govern convergente. Artur Mas ha replicado a Herrera que, en tiempos de Saura con conseller de Interior, los Mossos también hacían cumplir los desahucios en Catalunya. Claro que, esos eran tiempos, de crisis incipiente. Algunos, incluso la negaban o la aceptaban a regañadientes.

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