Antes de ir al hemiciclo, estoy un rato en el patio que se abre al lado de los despachos Catalunya Sí Que es Pot. Me gusta este lugar, que tiene un aire de claustro monacal que inspira paz; la misma que me inspira, por ejemplo, la biblioteca de Catalunya. Me gusta también porque hay magnolias, que son unos árboles que me cautivan especialmente, por el color y la textura de las hojas, y por el olor penetrante de sus flores blancas. Es en este patio donde diputados y diputadas salen a hacer el cigarrillo.
Suenan los timbres para avisar que comienza el pleno. Esta vez, sentados en los escaños del gobierno ya están los nuevos consellers y conselleres. Los otros, los del gobierno en funciones, han pasado a mejor vida. Y no lo digo con cinismo; mi comentario se basa en lo que dijeron ellos y ellas en el último pleno. Se notaba que ya tenían suficiente; por tanto, ahora deben de estar haciendo lo que les apetece más.
El nuevo President, Puigdemont, nos presenta su gobierno y lo califica de moderno. No sé muy bien cómo interpretar el adjetivo. En todo caso, este gobierno, capitaneado por él, dice, nos debe situarse dentro de dieciocho meses a las puertas de la República catalana. Parece que la República catalana será la solución de todos nuestros males, pero, a mí, se me hace difícil de creer que un gobierno que es en gran parte herencia del anterior, el de los recortes y el de la corrupción, pueda llevarnos a un lugar diferente del que hemos tenido hasta ahora.
Eso sí, dice que está dispuesto a dialogar. ¿Quizás porque no quiere depender exclusivamente de la CUP? Sea lo que sea, me alegro porque, durante estos meses de extraña legislatura que hemos tenido, me ha parecido demasiado a menudo que había poca voluntad para entenderse.
Las respuestas de los diferentes partidos están en la línea prevista:
Arrimadas, con un discurso muy pensado para la ciudadanía más que para el hemiciclo (no es una crítica), dice que el representantes del nuevo gobierno se caracterizan más por su vocación independentista que por su preparación en la materia que los adjudican. La verdad es que un historiador, en Junqueras, puesto a hacer de consejero de economía puede resultar una bomba de efectos más o menos retrasados.
Iceta, irónico y algo bufón de la corte, le dice que no le concederá los 100 días de gracia ya que, según una regla de tres, para una legislatura de dieciocho meses, sólo hay tocan treinta septiembre.
Rabell, contundente y esquinado, le recuerda -y es el único que lo hace- que la gente está pasándolo muy mal y que nos tendrá al lado para el plan de emergencia social. Pero que cuente que seremos una oposición implacable.
García Albiol, poco hábil en el discurso, se afana en hablar de los terroristas urbanos que el Gobierno ha acordado dejar de perseguir en las causas judiciales pendientes. Estos “terroristas” no son otra cosa que los activistas pendientes de juicio por acciones tales como los disturbios por el desalojo de Can Vies. Parece extraño no sólo la terminología usada sino que no muestre la misma indignación por el hecho de que el gobierno haya mostrado un nulo interés para personarse en el juicio contra la infanta ya que, defraudando hacienda, perjudicó las cuentas de la Generalitat.
Garriga, la CUP fase B, se muestra no demasiado agresivo pero hace notar que estarán a la que salta con el plan de choque social y se queja de la poca paridad que tiene el nuevo gobierno. Conselleries: ocho hombres y cinco mujeres. ¡Ay! No llegan a los mínimos previstos por la ley de igualdad catalana.
Pero cuando llegamos al segundo nivel, la situación se convierte en gravísima. Direcciones generales: doce hombres y una mujer. ¿Este es el nuevo país que quieren? Pues parece el viejo que ya teníamos.
Y Marta Rovira nos confirma que este es un gobierno de concentración con el objetivo de llevar adelante el mandato democrático del 27S. Se entiende, el mandato del 48% de la ciudadanía.
Cuando la noche salgo del Parlamento preguntándome dónde nos llevará todo esto, la noche no huele a magnolias sino de los excrementos de los animales del zoo, ¡que los tenemos a tocar!