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Más luchas, más libres

Roger Sànchez

Reconozcámoslo: en unos años, hemos pasado de no querer saber qué se decía ni hacía en el Parlament y en las instituciones en general a estar pendientes día sí, día también. ¡Pero si incluso hay quien está pendiente de lo que pasa en el Congreso español! Hemos entrado en los ayuntamientos, sí, y cada vez con más fuerza; podemos tener papel clave en el Parlament del Principat, sí. ¿Pero no nos damos cuenta de este giro, de este cambio en el eje central sobre el que pivota nuestra lucha? ¿Tanto nos importa ahora, la democracia representativa?

Decía un tal Vladimir que la tradición pesa más que la ley. Quizá por eso, la ley 24/2015, de medidas urgentes para afrontar la emergencia en el ámbito de la vivienda y la pobreza energética, todavía se defiende más desde las calles que desde las instituciones. Porque es tradición que las empresas sigan desahuciando y cortando suministros, cuando sólo siguen priorizando sus beneficios.

Es la Alianza contra la Pobreza Energética quien reclama a ayuntamientos y Generalitat que cumplan la legislación. Son las Plataformas de Afectadas por la Hipoteca y el movimiento popular que siguen parando desahucios que se deberían detener según esta misma legislación. Podríamos hacer un recuento, y no sería de extrañar que desde la entrada en vigor de la ley, se hubieran parado más desahucio según la tradición de la calle que según la ley de la administración.

La PAHC de Sabadell, una de las mejores cosas que le ha pasado en los Países Catalanes en los últimos años, hace cierta aquella máxima de 'la tierra para quien la trabaja', y libera un huerto en comunidad para cosechar sus propios frutos que den sus manos. No hay mejor política activa en empleo que activarse políticamente y ocupar los espacios que nos pertenecen.

Quien dice ocupar un huerto, dice ocupar un hospital o un centro de atención primaria. Como han hecho en el Maresme y así han conseguido frenar los recortes en el CAP de Arenys de Mar. La lucha por recuperar la sanidad pública, el derecho a la salud y en nuestras vidas, se deberá hacer desde la calle y desde los centros, no podemos esperar que un simple cambio de consejero lo resuelva todo cuando se ha implantado un modelo de cohabitación público-privado que sólo busca desmantelar los servicios públicos y expoliar aún más.

Esta conjura de la administración con las empresas llega incluso al Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas, el ICAM, donde nuestra salud vale menos que el papel con que nos dan el alta injustificada. La Plataforma de Afectadas por el ICAM ha nacido recientemente para denunciar el trato vejatorio e indigno que reciben las enfermas. Esta es una lucha colectiva nacida a raíz de la fuerza y determinación de dos mujeres, la Naty y Marta.

Mujeres protagonistas, mujeres políticas, mujeres luchadoras. Mujeres que reivindican su lugar, en plena igualdad, en una sociedad capitalista y patriarcal que hace supurar su lado más rancio, el sustrato machista que tiene de base, cuando las mujeres deciden no restar nunca más en silencio ni explotadas. Las mujeres de la izquierda independentista nos dieron una lección apenas anteayer, haciendo frente con determinación, firmeza y convicción toda la serie de ataques y agresiones verbales y simbólicas contra todas las mujeres que se atreven a hacer política. Y en general, contra todas las mujeres: en una sociedad machista como la nuestra, las mujeres que no callan reciben agresiones, desde la mofa y el insulto hasta el acoso, la agresión o el asesinato. Y el 11 de febrero, en Sants, volveremos; y todos los golpes que haga falta.

Nuestra sociedad no acepta la diversidad de roles y de género, menos aún si cuestiona las bases del capitalista patriarcal, es decir, la heteronormatividad. Por ello, la lucha contra la transfobia y la LGTBIfòbia se convierte en una tarea a realizar desde la cotidianidad de la calle y del día a día, para contrarrestar todo acoso. Debemos construir nuevos modelos de relación.

Los nuevos modelos de relación deben ir en consonancia, también, en el espacio donde se desarrollan. El espacio urbano, donde vivimos la mayoría de la población, se debe repensar. Y en el caso de Barcelona, se ha de dar la vuelta por completo. Necesitamos un nuevo modelo de ciudad que escape de los grandes eventos y del turismo. Por ello, el vecindario se organiza en la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible, mientras que los colectivos y el movimiento popular se ponen en marcha para hacer frente al Congreso Mundial de Móviles. No somos ningún escaparate, pero parece que ninguna institución, ni Generalitat ni Ayuntamiento, quiera hacer el mínimo en cambio.

Tendremos que ser nosotros quien lo hagamos. Del mismo modo que deberemos ser nosotros, también, quien haga frente desde la calle y desde los centros de trabajo a la privatización, a las externalizaciones, en la precarización constante de nuestras vidas. De la resistencia -Movistar-, a la ofensiva -que tenemos prisa-: el Correscales será un punto de inflexión en la lucha de precarias y en la solidaridad de clase. ¿Quién dijo que no podríamos revertir la atomización subcontractual?

Seguramente, lo dijo quien también decía que nunca conseguiríamos frenar el aumento de precios del transporte público. Y fue gracias a la calle, o mejor dicho, en el subsuelo, que con las acciones y lucha constante de Stop Pujades conseguimos frenarlo por primera vez en quince años. Y que, por segundo año consecutivo, se haya congelado.

Es el pueblo quien gobierna. Y por eso, si se necesitan salas para estudiar, las jóvenes de raíz organizan, ocupan bibliotecas y en fuerzas unos mayores horarios de apertura. Como decía un tal Federico, pesa más un gramo de acción que una tonelada de teoría, también a la hora de estudiar –o de conseguir el lugar–. Y de ahí que sepamos que no sólo con más libros, sino con más luchas, seremos más libres.

La libertad será incompleta, sin embargo, mientras haya vecinas que no puedan caminar libremente por la calle. Vecinas que puedan ser encarceladas, detenidas, vejadas, torturadas o deportadas por el solo hecho de haber nacido en otro lugar del mundo. La vergüenza de Europa fortaleza, al lado de casa: el CIE de la Zona Franca -y dos calles abajo, en Zapadores, en Valencia-. Las administraciones barcelonesa y catalana ya han dicho que también están para cerrarlo: es tarea nuestra hacer que todo no quede en papel mojado.

Si no te dan, toma, nos decía el Ovidi. Mañana, tomamos las calles: todo el mundo en el CIE, a juzgarlo, condenarlo y cerrarlo. Y al día siguiente, seguimos en las calles, que todo está por hacer y todo es posible.

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