A lo largo de la historia catalana reciente se han popularizado dos expresiones vinculadas a formas de ser o estar en la política. La primera, la más antigua, és la creación del verbo pujolear, para identificar la actitud victimista de quejarse siempre de Madrid pero sin llegar a dar el salto al independentismo que se ha producido en los últimos tiempos.
La segunda es hacer maragalladas. Maragallear quizás es demasiado complicado de pronunciar. Se refiere a la toma de decisiones inesperadas, incomprensibles, que descolocan a los adversarios políticos.
Dos presidentes de la Generalitat han sido los responsables de la consolidación de esos neologismos en el debate político: Jordi Pujol y Pasqual Maragall.
Propongo una tercera acepción: mascarellear o hacer mascarelladas. Representaría la actitud política que consiste en apartarse del PSC por el flanco catalanista y encontrar acomodo al amparo del mundo nacionalista, hoy independentista.
La acepción se refiere a Ferran Mascarell, conseller de Cultura en el Gobierno de CiU, cargo al que llegó desde el mundo socialista, en representación del cual ya ocupó la misma consellería en tiempos del tripartito PSC-ICV-ERC.
Algunos exdirigentes o exaltos cargos socialistas mascarellean últimamente. Los medios de comunicación convergentes o antisocialistas les dan juego. Mascarell fracasó en su tentativa de ser el candidato socialista a la alcaldía de Barcelona poco antes de trasladarse al despacho que le ofreció Artur Mas, bajo la etiqueta de “independiente”.
Joaquim Nadal es el que más ha avanzado por este camino. Ha aceptado que el alcalde convergente de Girona le nombre presidente del “Pacto de Girona por el derecho a decidir”. ¿Es un primer paso hacia el cambio de bando? ¿Es una mascarellada definitiva o no llegará la sangre al río?
Hay otro fenómeno que aún no dispone de expresión propia arraigada. Trata de los militantes y simpatizantes socialistas que se van por el otro lado. Los que fichan por Ciudadanos, sobre todo en las localidades metropolitanas. Y no tiene nombre porque no afecta a personajes ilustres de la política catalana. Como mucho, el que fue concejal y teniente de alcalde de l’Hospitalet, José Conde, que ya lidera el ciudadanismo de esa ciudad. Aunque quizás es poco para que se acuñe condear para definir ese tipo de transfuguismo.
¡Y, enmedio, el PSC, esperando a que escampe algún dia!
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