Joan-Carles Girbés, flamante nuevo editor de la editorial Sembra Llibres, acaba de hacerse eco en su blog de una controversia que se ha dado en Francia relacionada con el mundo de la cultura. Resumiendo, Jean-François Copé, líder de la UMP, el principal partido de la oposición, criticó en público la publicación de un libro ilustrado para niños titulado “Tous à Poil!” ('Todos desnudos!'), de Claire Franek y Marc Daniau. El álbum, publicado en 2011 por una editorial dedicada básicamente al libro infantil y juvenil más tradicional, Éditions du Rouergue, contiene una serie de dibujos donde personas del ámbito cotidiano salen desnudas. Se puede ver a la abuela, al maestro, a la vecina, a un gendarme, etc. mostrados en pelotas con humor y amabilidad. Ni rastro, ni la más mínima intención, ni directa ni indirectamente, de relacionar desnudez con sexo. Al político, la desnudez no le gusta. Y menos aún, afirma, cuando este libro parece que se ha utilizado en algunas escuelas públicas.
Es curiosa esta fijación de los políticos de derechas con la desnudez, aunque sea en dibujitos. Es como el cine, donde se puede perseguir la más ligera muestra de erotismo, pero nunca la violencia. Todavía recordamos con cierta ternura la época de la sociedad española, durante la transición, en la que se aprobaron las salas X para películas pornográficas y/o especialmente violentas. No sé si queda alguna sala de estas características, pero lo que sí puedo asegurar es que nunca se pasó ni una peli violenta, todas eran porno.
Viendo la cantidad de violencia que hay en algunas películas, uno se pregunta, aunque sea por curiosidad, dónde está el límite para entrar en el circuito X. Al político francés le ha sucedido igual. Lo que pasa es que, seguramente debido a la proximidad de las elecciones, lo que fue una intervención corta en uno de los canales privados de Le Nouvel Observateur, degeneró en una espiral brutal de discusión pública que ha incluido la chulería y las amenazas de grupos de extrema derecha que han hecho circular listas de libros para niños y jóvenes que consideran inadecuados. Los editores y libreros, ante esto han publicado una foto donde aparecen desnudos varios de ellos, protestando por la situación y pidiendo respeto por la libertad de expresión. Cabe decir que, desnudos, desnudos, tampoco: Una serie de libros les tapan las zonas genitales y a las mujeres , también los pechos .
A partir de aquí, dos reflexiones: Sólo en Francia se puede plantear un debate de este tipo, con la libertad de la cultura como eje. Aparte de la anécdota de la foto, sólo ver como editores y libreros se han constituido en una especie de lobby cultural para defender su libertad (la de pensar, pero también la de editar y vender) provoca admiración. En nuestro país, un hecho así no habría tenido tanta repercusión. Primero, no se da tanta importancia a un hecho concreto como el que escandalizó al político francés. No vemos a ninguno de los más opusdeistas ministros del PP yendo a la batalla pública por un librito de ilustraciones de 40 páginas, totalmente inocente. Segundo, tampoco los vemos con ganas de montar un follón por un producto -este o cualquiera- relacionado con la cultura y la libertad de expresión. La literatura, la cultura, no “vende” tan bien aquí como en Francia. Costaría levantar un escándalo de base puramente cultural. Dicho de otro modo, un escándalo como éste, provocado por una razón como ésta probablemente sólo podría darse en Francia. Para bien y para mal.
Y aprovechamos para criticar la foto de editores y libreros en pelotas, pero tapados por los libros. Esto no es nada ni sirve para nada. Desnudarse para conseguir algo o protestar está de moda. Pero, en mi opinión, no todas las propuestas son iguales. Entendemos, por ejemplo, que los miembros (con perdón) de un equipo de fútbol o los vendedores de los puestos de un mercado hagan un calendario donde salgan desnudos pero tapados estratégicamente. El objetivo es reducido, recaudar dinero para sobrevivir o, como el caso de los comerciantes del Mercado del barcelonés barrio de Horta, por solidaridad con colectivos o personas discapacitados o con problemas. Aquí, aceptamos que se tapen. Pero cuando se trata de colectivos que se dirigen a la ciudadanía en general y se quiere llamar la atención de verdad (si es que llama la atención un grupo de particulares desnudos , hoy en día) no valen las medias tintas. Y en el caso de los editores y libreros franceses, aun menos: ante los grupos parafascistas que quieren censurar, ante un político cavernícola que ve mierda donde sólo hay vida, si se quieren desnudar (mucho más cuando se ha querido censurar un libro a causa de unosdesnudos), que lo hagan del todo. Con los libros bien a la vista, pero con el resto, también. De lo contrario, no pasa de ser una foto simpática, donde ves a una serie de intelectuales que lo han pasado muy divertido durante un rato. Un poco de agresividad, señores y señoras, que incluso los chicos de Full Monty, al final, levantaban el sombrero. Que no es para tanto.