Este martes al tener conocimiento de que la Junta Electoral Central prohibía la celebración del Multireferèndum las reacciones se han multiplicado. La iniciativa ha recibido muchos apoyos y las llamadas a la desobediencia aparecían constantemente. Se han buscado antecedentes y se hablaba del 15-M, de la jornada de reflexión antes de las municipales, el desalojo de la plaza... Quizá nos ayudaría pensar en lo que pasó varios años antes con motivo de la consulta de la deuda externa.
El 12 de marzo del año 2000 hubo Elecciones Generales. Son las que ganaría José María Aznar con mayoría absoluta. Pero hay quienes recordamos aquella fecha también por otra votación, la Consulta Social de la Deuda Externa organizada por la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa. En la papeleta había tres preguntas. Se planteaban si se estaba a favor de la cancelación por parte del gobierno del Estado Español de la deuda con los países empobrecidos;si se estaba a favor de que el importe del pago anual de la deuda cancelada se destinara por parte de la población de los países empobrecidos a su propio desarrollo; y la tercera preguntaba por si se estaba a favor de que los tribunales investigaran el enriquecimiento ilícito de los poderosos del norte y el sur a partir de los fondos recibidos en préstamo y que estas cantidades fueran devueltas a sus pueblos.
En Catalunya se recogieron más de medio millón de votos en los más de doscientos municipios que participaron. Este número de municipios se calculó que suponía alrededor del 80% del censo electoral y el medio millón de votos casi un 20% de participación. El resultado fue claro: el sí a las tres preguntas recibió el apoyo del 98%. Pero la Junta Electoral resultó que había prohibido esta consulta. Esto se supo oficialmente solo al día siguiente de celebrarse. Así lo explicó la Red. La Junta lo decidió alegando que interfería en las elecciones generales. Se querían montar mesas a la salida de los colegios para poder responder a la consulta y esto generó muchas dudas. La Junta Electoral Central el 21 de febrero se pronunció para decir que no se podría hacer en las proximidades de los colegios electorales. Recuerdo perfectamente dónde estaba aquella mesa más cercana a la escuela donde me tocaba votar. En el barrio no hubo conflictos y no tuvimos conciencia de ser unos desobedientes. Pero parece que lo fuimos.
Hubo bastante mesas que no pudieron montarse, ni registrar votaciones. Muchas volvieron a salir el 19 de marzo. Significativamente, en Catalunya hubo una mayor tolerancia a la votación el día 12 de marzo. En el conjunto del Estado, finalmente, se calcula que 20.000 personas voluntarias y más de 1 millón de votantes continuaron el proceso que hacía meses había comenzado y votaron entre el 12 y el 19 de marzo. Hubo algunos episodios de represión policial y apertura de procesos judiciales. Esto llevó a procesos de autoinculpación. Socialmente, la victoria de la consulta fue clara. No sólo en el resultado, también en la legitimidad. Desde la Red hicieron evidente la fractura entre una propuesta que había recibido un gran apoyo social e incluso institucional por parte de ayuntamientos o autoridades de diferentes tipos y la voluntad de la Junta Electoral Central y las fuerzas policiales de impedirla en diferentes municipios.
Curiosamente, o no, aquellas fueron las elecciones de mayoría absoluta para el Partido Popular. Recuerdo una conversación posterior con un maestro y amigo en que comentamos experiencias y percepciones de esa consulta. Allí parecía haber implicada mucha gente descontenta, amante de la política, pero no de la que se estaba haciendo a parlamento, que votaría por la consulta pero no en las elecciones generales. Tal vez fue así. Quizás pasó algo parecido a lo vivido últimamente con las municipales y las generales tras las movilizaciones del 15-M. Porque el 15-M fue nuevo sólo en parte. Hace tiempo que se buscan nuevas maneras de hacer política. Y eso es lo que fue, también, la consulta del 12 de marzo sobre la deuda externa. El contraste era grande entre la movilización y la política existente para hacer posible la consulta y los resultados electorales.
¿Cuáles eran los objetivos de la consulta y de aquellas personas y colectivos que la impulsaban? Evidentemente, la abolición de la deuda externa. Y esto se podía intentar concretar de varias maneras: sensibilizando, generando discurso, haciendo red, creando espacios para trabajar juntos... Pero no sólo tenía que ver con la deuda. La reivindicación de la democracia participativa era un elemento fundamental, también fortalecer la capacidad asociativa y reivindicativa de la sociedad civil. Se preparó un ejercicio de democracia participativa como seguramente no había existido hasta ese momento y como tampoco ha existido desde entonces en el conjunto del Estado.
La consulta no fue un aspecto puntual. Era fruto de un trabajo que venía de lejos y que continuaría. La Red en Catalunya, al hacer balance, destacó la importancia de saber trabajar en los momentos de alta y de baja intensidad. De esta movilización surgieron muchas cosas y queda mucha gente. Gente que hoy trabaja en diferentes ámbitos. En algunos casos, todavía en la deuda considerada ilegítima que sufren varios países. Ahora, 14 años después, también el nuestro. Sabían que esta es una carrera de fondo, una carrera para toda una vida. Así lo expresaron: “Los retos nunca han sido fáciles. Y es que la consulta social fue y es, sobre todo, una historia no acabada, una historia que no terminará mientras cientos de millones de personas sigan viviendo en una situación de pobreza extrema, y mientras haya gente con el firme convencimiento de que las cosas pueden y deben cambiar.”
La consulta por la abolición de la deuda externa se pudo celebrar en Catalunya sin incidentes destacables. ¿Por qué no debería poder celebrar domingo 25 de mayo el Multireferèndum?