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Rajoy y la aporofobia: pobreza desatendida

Rajoy, De Guindos y Nadal analizarán la economía ante grandes empresarios

Jordi Mir Garcia / Paula Veciana

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su comparecencia de balance del año 2017 tras el último Consejo de Ministros, afirmó lo siguiente:

“Quiero decirles también que esa recuperación económica se está trasladando ya a la gente, incluso a las personas más desfavorecidas. A medida que avanza la creación de empleo, va disminuyendo cada vez más el porcentaje de personas en riesgo de pobreza o exclusión social.”

Y no solo lo afirmó de palabra, su equipo de comunicación lo publicó también en Twitter:

Esta afirmación es cuestionable y merece ser revisada y discutida. El optimismo de sus palabras y la utilización de los datos pueden llevar a engaño sobre la situación que vive una parte de la sociedad española. La pobreza no disminuye en España, sino que aumenta y se cronifica.

El indicador que cuenta las personas “en riesgo de pobreza o exclusión social” se denomina AROPE por su acrónimo en inglés (At Risk Of Poverty or Exclusion), y actualmente suma a quien se encuentra en alguna de la siguientes tres situaciones. Primera: personas en riesgo de pobreza, es decir, que tienen unos ingresos que se consideran insuficientes para vivir. Segunda: personas que tienen una carencia material severa, es decir, que tienen su vida limitada por una falta de acceso a recursos que se consideran necesarios (poder pagar alquiler o hipoteca, mantener su hogar a una temperatura adecuada, comer carne o proteínas equivalentes con regularidad, entre otros). Tercera: hogares en los que hay una baja intensidad de trabajo, es decir, donde los adultos de 18 a 59 años han trabajado durante menos del 20% de su potencial durante el año.

Es cierto que el indicador AROPE ha disminuido en los últimos años, pero hay que decir también que este indicador se sitúa en niveles muy superiores a los datos anteriores a 2009 y a la media europea. Y algo más importante, la pobreza no se está reduciendo. La tasa de riesgo de pobreza, la pobreza monetaria, está creciendo. Un análisis detallado de los tres subindicadores que componen AROPE nos muestra que hay una mejora en la carencia material severa y en los hogares con baja intensidad en el trabajo. Pero la tasa de riesgo de pobreza no se ha reducido, la población con bajos ingresos ha aumentado en los últimos años: de un 19,8% en 2008 hasta un 22,3% en 2016. Rajoy no miente cuando dice que hay una mejora del indicador AROPE, pero esta solo es una parte de la realidad. No podemos concluir que la recuperación económica que se puede ver, por ejemplo, en la creación de empleo, esté llegando a las personas desfavorecidas a las que refería el presidente.

No podemos fijarnos en indicadores de manera aislada. Si así lo hacemos corremos el riesgo de quedarnos con una imagen distorsionada de la realidad. El presidente del Gobierno destaca los buenos datos de creación de ocupación. Es una buena noticia, pero… ¿Qué calidad tiene estos puestos de trabajo? El indicador de pobreza en el trabajo (in-work poverty) nos permite medir esta calidad. Es un dato que recoge el número de personas que aún estando trabajando tiene unos ingresos que les sitúan bajo el umbral de la pobreza, unos ingresos que se consideran insuficientes para vivir en nuestra sociedad.

La tasa de pobreza en el trabajo no ha dejado de crecer en los últimos años, especialmente desde 2014. Es cierto que se crea ocupación, pero las condiciones laborales que ofrece no permiten salir de la pobreza y es generadora de personas que pese a tener trabajo sufren la pobreza. No basta con dar el dato de la ocupación creada, hay que ver qué condiciones tiene. Esto puede resultar chocante cuando tradicionalmente se ha asociado tener trabajo con no ser pobre, pero hoy no es así. Y cada vez es menos así para más personas.

No podemos dejar de señalar otro hecho que llama la atención en la intervención del presidente del Gobierno. Habla de datos de 2017 cuando estás cifras las sabemos unos meses después de acabar el año porque dependen de la renta del año que ha terminado. ¿Cuál es el motivo? Su relato es redondo, optimista, positivo. Pero no es lo que nos dicen los datos, ni las personas que sufren estas circunstancias, ni aquellas que intentan estar cerca de ellas para enfrentarse a estas circunstancias tan adversas.

No es la primera vez que el Gobierno del presidente Rajoy actúa de esta manera. Hace tres años, por ejemplo, el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro reprendió a Cáritas por un informe dedicado al impacto de las políticas de austeridad y reforma estructural en diferentes países de Europa. Montoro afirmaba que generaba falsos debates en una España donde a su entender, en 2014, estaba superando la crisis con políticas de cohesión social. Los datos que teníamos entonces y que tenemos hoy nos dicen otras cosas.

Curiosamente, el mismo día de la comparecencia del presidente Rajoy muchas personas tal vez escucharon por primera vez la palabra aporofobia. La Fundación Fundeú la había escogido como palabra del año y pocos días antes era la Real Academia Española quien la incorporaba a su diccionario. Aporofobia da nombre al miedo, al rechazo o a la aversión a las personas pobres. Los Gobiernos acostumbran a no querer hablar de pobreza y desigualdades. Lo curioso es que la mayoría de la oposición parlamentaria tampoco. Y es una realidad que hace sufrir y afecta decisivamente a millones de personas. Falta voluntad para actuar, y honestidad y rigor al abordar estas cuestiones en el debate público. Trabajemos para que en 2018 esta realidad cambie.

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