En el periodismo cada uno tiene sus propios referentes. Fruto de las experiencias compartidas en la redacciones, de la generación a la que se pertenece, de las lecturas, del ejemplo vivido en primera persona. Pero algunos periodistas rompen este ámbito personal y se convierten en referentes de la profesión. Xavier Vinader es uno de ellos y por eso su muerte representa, también, una pérdida colectiva.
Todos tenemos en la memoria la pérdida de estos referentes colectivos, algunos muy recientes. Y todos ellos han recibido en el momento de su muerte el reconocimiento y el recuerdo que merecían. La pregunta es si en vida recibieron el mismo trato. Y la respuesta en la mayoría de los casos es negativa. Porque como buenos periodistas muchos de ellos fueron incómodos para los poderes e, incluso, para los responsables de sus propias empresas. Precisamente porque su compromiso no era con gobiernos, editores o directores, si no con los ciudadanos, fueron grandes periodistas y por eso quedarán en la historia. Por eso hemos visto con tristeza como los propios medios o periodistas que los habían marginado, silenciado o incluso despedido en vida, los ensalzan a la hora de la muerte.
Xavier Vinader ejerció el ‘periodismo de investigación’ como resultado natural de su compromiso con el periodismo valiente, libre, independiente y comprometido. Lo ejerció en tiempos muy difíciles y pagó un alto precio. Con la cárcel y con un largo silencio roto, por fortuna, en la última etapa de su vida. Fue incómodo para los poderes e, incluso, para una parte de la profesión que eligió la acomodaticia cercanía a los poderes. Por eso es, como todos aquellos que tenemos en la memoria, un referente colectivo.
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