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ANÁLISIS

Por qué ha caído el jefe de los Mossos

El comisario jefe de los Mossos destituido este lunes, Josep Maria Estela, con el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena.

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El comisario Josep Maria Estela hace semanas que tenía los días contados. La duda era si el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, lo destituiría antes de final de año o esperaría a que las nuevas comisarias y comisarios accediesen a los puestos de dirección. En la reunión que ambos mantuvieron el viernes ya se comprobó que solo había dos opciones: o Estela se iba por voluntad propia o acabaría cesado. Se emplazaron a una nueva y última conversación para este lunes y el resultado es el ya conocido. Estela se negó a renunciar al cargo y el conseller lo ha defenestrado

Donde la dirección del departamento ve un exceso de testosterona que se constata en el rechazo a rejuvenecer la cúpula y a dar entrada a más mujeres, algunos mandos policiales perciben un interés partidista con el objetivo de diseñar una cúpula que responda más a criterios políticos que técnicos. Estos mandos niegan que Estela y los que le apoyan estén en contra de la feminización y recuerdan que cuando Elena y su equipo apartaron al major Trapero no lo sustituyeron por una mujer. Tampoco para ocupar el número dos se escogió entonces a una comisaria pese a que las había para optar tanto a la jefatura como para ser la segunda en la escala. 

En ese momento había tres comisarias y el conseller dejó claro a todo el mundo que en el proceso de oposiciones que se ha llevado a cabo ahora quería que salieran promocionadas más mujeres. Ha hecho bandera de la feminización del cuerpo y este debía ser un ejemplo. Era un mensaje tanto en clave interna como de cara al conjunto de la sociedad. En la reunión que mantuvieron el viernes con Estela le reiteró que habría cuatro comisarias más y que esta era una decisión innegociable. El entonces aún jefe de los Mossos le insistió en que era una medida que contradecía el criterio del tribunal de selección, que consideraba que de la treintena de los aspirantes presentados (29 hombres y cinco mujeres) los elegidos debían ser tres hombres y tres mujeres. De nada le ha servido a Estela que el sindicato de mandos de los Mossos exigiese el domingo por la noche que no se pusiese en duda el trabajo de su jefe y le expresasen su apoyo. Elena dijo que no le temblaría el pulso y no lo ha hecho aunque una vez más se ha constatado que la crisis de hace menos de un año sigue abierta.

Este ha sido el último episodio de la retahíla de desencuentros entre Estela y la dirección del departamento de Interior. ¿Qué ha pasado para que un mando que fue elegido por el conseller, que es afín a ERC y cuyo propósito era acabar con el “hiperliderazgo” de Trapero haya caído en desgracia tan pronto? De nuevo las versiones difieren en función de quien responda. En el departamento de Interior explican que se le pusieron todas las facilidades para desempeñar el cargo, sabiendo que sustituir a Trapero no era nada fácil, y que a su favor jugaba que tenía línea directa tanto con el conseller como con su gabinete. Cuando se le nombró, se destacó su conocimiento del cuerpo (lleva casi 30 años) y del territorio (ha pasado por seis regiones policiales). 

Pero pronto se comprobó que pese a la afinidad ideológica no sería fácil que las estrategias de la jefatura política y la policial coincidiesen. Los defensores de Estela, incluso aquellos que no aplaudieron su designación, consideran que su problema es que ha querido actuar como un policía y no como un político. Los que lo nombraron explican que no ha estado a la altura de la exigencia de un cargo tan importante que exige de una dedicación y una discreción evidentes. No compartía aspectos centrales como la feminización, su forma de liderar no era la idónea y se ausentaba en momentos clave, resumen.

Pero para explicar qué ha pasado es imposible no hacer referencia al número dos del cuerpo, Eduard Sallent, que es quien asumirá de forma provisional la jefatura hasta la designación de un nuevo responsable. O para ser exactos, de una nueva responsable, porque en coherencia con la apuesta por la feminización es muy probable que esta vez sí sea una comisaria y en todas las apuestas aparece el nombre de la actual número tres, Rosa Bosch, una de las intendentes que ha ascendido en la reciente promoción.

Sallent hizo carrera en la etapa de Convergència de la mano de nombres en su momento tan influyentes como David Madí y Brauli Duart y regresó a la cúpula de la mano de ERC. Sus detractores lo retratan como alguien que se pliega siempre a los intereses de los políticos que están al frente, antes convergentes y ahora republicanos. Para sus defensores, incluida la actual dirección de Interior, que lo considera alguien “imprescindible” en esta nueva etapa, es un mando que asume sus responsabilidades. Es conocida su mala relación con Trapero, y el exjefe de Investigación, el intendente Toni Rodríguez, también apartado por Elena, detalla en la demanda que ha presentado contra el departamento cómo Sallent protagonizó algunas actuaciones que podrían ser interpretadas como injerencias para disponer de información reservada sobre investigaciones que afectaban al entonces conseller, Miquel Buch. Es un caso que ha acabado con la imputación de este miembro de Junts por simular la contratación de un sargento como asesor cuando en realidad estaba ejerciendo de escolta de Carles Puigdemont en Bélgica.  

Incluso el que fuera conseller de Interior entre septiembre del 2020 y mayo del 2021, Miquel Sàmper, que fue quien restituyó a Trapero y relegó a Sallent, confirmó este lunes en RAC1 las sospechas del exresponsable de Investigación de los Mossos. “Tenemos mandos que están obstruyendo la investigación de policías que lo hacen de cine para intentar averiguar las cosas que han pasado en ese país”, afirmó el extitular de Interior en referencia al actual número dos de la policía catalana.

En cambio, sus sucesores al frente del departamento siempre han negado que Sallent se deje llevar por criterios políticos. Lo presentan como un policía íntegro y recto. Aseguran que no le ha movido la silla a Estela y recuerdan que fue uno de los que propuso su nombre para ser el jefe de los Mossos. Sallent ha intentado ayudarle y Estela no se ha dejado, explican en Interior. En todo caso, lo que seguro que ha sucedido es que la relación entre el número uno y el dos fue empeorando a medida que pasaban los meses y en un escenario que era bastante impensable cuando se les designó, ante el pulso que Estela planteó al conseller conminándole a escoger a uno de los dos, el responsable de Interior ha optado por Sallent.  

El nuevo episodio en la crisis de los Mossos da la razón a aquellos que dentro de la casa avisaron al titular de Interior de que algunas de sus medidas comportarían una “desestabilización” del cuerpo. La sustitución del major Trapero, sin tener nuevo destino asignado cuando se le comunicó y con argumentos que muchos mandos no compartieron, fue solo el inicio. El relevo del responsable de Investigación fue interpretado como una concesión a Sallent, algo que en la conselleria siempre se ha negado tajantemente. Y la apuesta por una mayor feminización, que incluso los críticos con Elena consideran necesaria, es interpretada por los sectores más descontentos con la gestión del conseller como una manera de “tapar” las verdaderas intenciones y que, en su opinión, no son otras que disfrazar de cuestiones técnicas lo que son criterios únicamente políticos.

En Interior son conscientes de este malestar pero no se moverán de lo que defienden como una mayor democratización, una mayor sensibilización en actuaciones como las de los desahucios, y una apuesta alejada del corporativismo intrínseco a todos los cuerpos policiales. 

Como ya pasó en enero, cuando Elena insistió en el Parlament en que no había una crisis en los Mossos, el titular de Interior deberá volver a la Cámara catalana para dar las explicaciones que ya le reclaman socialistas y Ciutadans. El PSC denunció entonces y ahora “injerencias inadmisibles y manipulación”. En cinco años ha habido cinco jefes de la policía catalana, algo que para el partido de Salvador Illa es la prueba de un “fracaso”. Más allá de interpretaciones políticas y de la coincidencia con algunos momentos especialmente convulsos en Catalunya, que los cinco hayan sido destituidos es algo que cuesta de explicar y de entender.

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